Por: Jamer Chica
La política en el mundo actual, es un ejercicio que debe repensarse y construirse permanentemente, razón por la cual exige conocer la metodología bajo la cual funcionan sus premisas por parte de las personas que interactúan en su dinámica. En este sentido, las campañas electorales giran en torno a las necesidades y circunstancias que se presentan en el contexto político de cada territorio, en virtud de los patrones sociales, económicos y culturales que subyacen al interior de cada sociedad.
Antes del surgimiento de la democracia en la antigua Grecia, la política ya existía como un elemento que utilizaban las monarquías para gobernar y frente al cual convergía el poder de los distintos reinos, por ello se dice que el quehacer político era netamente horizontal entre los diferentes tronos, toda vez que no permitía la participación individuos ajenos a la corona.
Sin embargo, los procesos políticos tuvieron mayor relevancia con el nacimiento de la democracia, en el sentido que permearon diferentes sectores sociales e involucraron en la toma de decisiones tanto a gobernantes como a gobernados logrando una interacción bidireccional, generando a su vez una mayor participación y convirtiendo “el voto” en un derecho que ya no le pertenecía a unos pocos.
La transición entre un sistema de gobierno y otro no fue óbice para que las personas que asesoraban al rey desaparecieran del escenario político, por el contrario, ganaron mayor relevancia en las campañas electorales y posteriormente se hicieron a un espacio preponderante en la etapa gubernamental, fue de esta manera cómo surgió la consultoría política en las democracias y los asesores aparecieron en los diferentes momentos de cada ciclo político.
No es un secreto para nadie que las campañas políticas desde hace unas décadas atrás han acudido a diversas técnicas del mercadeo convencional para lograr sus fines, el marketing político tuvo sus inicios en EEUU con precursores como Joseph Napolitan que asimilaban al candidato político como un producto que debía ofrecerse en un mercado electoral (los ciudadanos), ello conllevo a que candidatos como Eisenhower, Kennedy, Nixon, Reagan y Bush contrataran agencias de publicidad, expertos en medios de comunicación y asesores de imagen con el fin de promover sus campañas y adquirir una ventaja comparativa frente a sus contendores; en los años 90´ las campañas de Bill Clinton, Tony Blair y José María Aznar, evidenciaron una vez más el poder que radicaba en la estrategia política, utilizando a los medios de comunicación para posicionar sus perfiles públicos. En la actualidad, el paradigma que se vislumbra está enfocado en los medios digitales, el internet y las redes sociales se han convertido en poderosas herramientas que han contribuido en el triunfo de cientos de Presidentes en todo el mundo, incluso Barack Obama y Donald Trump constataron su relevancia en el momento en que luchaban por llegar a la casa blanca.
Mientras que en Estados Unidos y en el occidente de Europa esta disciplina ha sido aplicada desde hace algunas décadas, se podría afirmar que el concepto de Marketing Político en América Latina es incipiente, el cual se ha manifestado poco a poco en la dinámica de las campañas políticas y en el ejercicio de los gobiernos actuales.
Diferentes expertos han tratado de describir el Marketing Político como “un método para hacer buenas campañas”; de igual manera, se ha dicho que es el conjunto de técnicas de investigación, planificación, gestión y comunicación que se utilizan en una campaña política, sea ésta electoral o de difusión institucional. Desde nuestra óptica la denominamos como aquella disciplina que tiene como objeto de estudio, todos y cada uno de los procesos electorales en las diferentes fases de una campaña (pre campaña, campaña electoral y post campaña), utilizando herramientas de la comunicación, la publicidad, el mercadeo, las ciencias políticas y la investigación.
El concepto de marketing político siempre estará asociado a la percepción de los electores, por ende es un fenómeno ligado a los candidatos y a los partidos que ha cambiado contundentemente la dinámica en cómo se venían desarrollando las campañas en sus diferentes etapas, apelando a los recursos comunicativos que se tiene al alcance. La televisión, la radio y la prensa escrita han sido por varias décadas los medios más utilizados que han influido relevantemente en el posicionamiento de un candidato frente a los votantes, sin embargo, el uso del internet y las redes sociales dieron un vuelco total a la masificación del mensaje político, convirtiendo la social media en una estrategia de obligatoria aplicación en cualquier proceso electoral.
La campaña presidencial de los Estados Unidos siempre ha sido un referente mundial en la forma cómo se debe desarrollar una campaña política, vale citar el ejemplo en la elección del magnate Donald Trump para entender cómo un candidato puede valerse de la tecnología con el firme propósito de triunfar sin incurrir en los gastos desmesurados que equivale aparecer constantemente en los periódicos, las revistas y la televisión. El “ciberactivismo” más que una técnica, es una estrategia que se utiliza en un horario 24 / 7 y que está dando resultados contundentes frente a otro tipo de canales informativos que carecen de la interacción constante brindada por los medios digitales.
Ahora bien, abrir cuentas en las principales redes sociales no significa asegurar el éxito en las elecciones; sin embargo, contar con una adecuada estrategia digital permitirá tener una probabilidad más alta de llegar a un público más diversificado en constante interacción, razón por la cual también se debe resaltar que los “followers” no necesariamente son electores, los “likes” no son votos y los “trolls” no son opositores.
La estrategia social media tiene como único fin generar un espacio de acercamiento con el ciudadano, atraerlo hasta el punto de convertirlo en futuro activista y elector, sin embargo, ante la universalidad del electorado se debe hacer hincapié que no todos están en la red, la gente quiere ver, tocar y escuchar al candidato, conocer el programa de su propia voz, los electores se sienten más seguros cuando miran a los ojos a un político, cuando este les escucha de manera personal, razón por la cual se debe guardar un equilibrio entre la campaña política virtual y la presencial, puesto que de la convergencia de estos dos factores depende la victoria o la derrota en las urnas.
Si bien la publicidad, la comunicación y el mercadeo son disciplinas que le aportan al campo de la consultoría política, estas individualmente no son suficientes para lograr el éxito en un proceso político. Es decir, cada una de estas disciplinas de manera individual se queda corta para alcanzar los objetivos planteados dentro de una campaña política, toda vez que la victoria electoral depende en gran medida de la convergencia interdisciplinar en un solo elemento aglutinador, lo que personalmente considero se denomina “Estrategia”.
Por consiguiente, la semántica empleada en oraciones como “marketing político”, “comunicación política”, “psicología política” entre muchas otras que utiliza el gremio para describir el quehacer de este oficio, están mal utilizadas, toda vez que cada una de ellas al tener un objeto de estudio específico, carece de los elementos necesarios para consolidar la generalidad de una campaña política, mientras que “la estrategia” al ser un elemento aglutinador y transversal frente a todas las anteriores disciplinas, si reúne las herramientas suficientes para describir el amplio campo de la consultoría política.
Fuente: Blog de Jamer Chica