Por Luis Tejero
Cada día cogemos el móvil, abrimos Instagram y nos encontramos con una colección de políticos que nos hablan, mirándonos virtualmente a los ojos, e intentan persuadirnos desde el asiento trasero de un taxi o desde el sofá de su casa, prácticamente en pijama. Políticos que nos desvelan su intimidad y se graban saliendo a correr por la mañana, llevando a sus hijos al cole o haciendo magdalenas un domingo cualquiera.
Se acerca la hora de las urnas y los políticos españoles están entendiendo que ya no pueden hacer campaña como se hacía en otra época, exclusivamente a base de mítines, entrevistas y spots de televisión. El juego electoral está cambiando a toda velocidad. El objetivo sigue siendo el mismo, ganar y gobernar, pero el tablero se ha transformado. Y quien no se adapte lleva todas las de perder.
En ese escenario cambiante, los políticos –como los que aspiran a ocupar Cibeles o la Puerta del Sol tras el 26 de mayo– están aprendiendo a usar las redes sociales como una herramienta para mostrarse más auténticos, espontáneos y accesibles.
Cuando un presidenciable regional sube una foto tomándose una caña con su tapa en un bar o en una plaza, está diciéndole a sus potenciales votantes: “Soy uno más, hago lo mismo que haría cualquiera de vosotros un fin de semana”. Una forma de humanizarse y presentarse como gente de carne y hueso.
Las redes también ayudan a los candidatos a hablar a su electorado en primera persona e incluso en directo, sin filtros ni intermediarios. Esa fórmula la están aplicando con éxito líderes de todas las tendencias en otros países, desde la joven congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez hasta el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien prefiere anunciar medidas importantes a través de Facebook antes que convocar una rueda de prensa tradicional.
Sabemos que el voto es menos racional que emocional. Y la interacción a través de las redes facilita precisamente esa relación más cálida entre los políticos y sus seguidores. Cuando un aspirante a la Comunidad graba un vídeo llamando a votantes madrileños y diciendo “me gustaría escucharte”, busca transmitir un mensaje de cercanía y empatía. Vencer por la vía de las emociones.
En este contexto, Instagram es la red ideal porque permite a los candidatos ofrecer un enfoque más personal y menos político. A diferencia de Twitter, una plataforma más dura donde se confrontan argumentos, opiniones y hasta insultos, Instagram es un entorno relativamente amable.
Y además, tiene la gran ventaja de que permite a los partidos aproximarse al público joven: 7 de cada 10 instagrammers están por debajo de los 35 años. Quizá un electorado decisivo para inclinar la balanza en una de las carreras más reñidas que se recuerdan en Madrid y en toda España.
Fuente: Blog de Luis Tejero