Por Jofre Fernandez
Si yo le pregunto: ¿con qué relaciona a las fake news? Seguramente en algún momento su cabeza lo hará con la ultraderecha, sea por Donald Trump, Jair Bolsonaro, Vox, J.J. Rendón, Durán Barba, etc. Pues bien, si esto es así, ante el escenario actual en el que nos encontramos, es porque ¡funcionan! Entonces, ¿por qué existen sectores políticos que tienen resistencia a trabajar con ellas? Para responder esta pregunta permítanme contarles una historia.
Había una vez una tribu que fue diezmada y despojada de sus tierras por los conquistadores. Los sobrevivientes huyeron en busca de un lugar seguro, pero acabaron también lejos de las tierras fértiles y de las nacientes de agua fresca. Así, en definitiva, estaban condenados a una muerte lenta, pero segura. Ante esta realidad, tres guerreros decidieron emprender una misión. Ellos se propusieron volver a sus antiguas tierras para espiar a sus enemigos y, así, descubrir cómo podrían derrotarlos. Tras varios días apostados en las afueras del acampamento de los conquistadores, los guerreros vieron cómo funcionaban los arcabuces y los caballos. Una noche, aprovechando un descuido de los vigías, entraron al acampamento, robaron armas, municiones y algunos caballos.
Los tres guerreros decidieron aprender a usar las armas antes de volver a la tribu. Al cabo de unos días, después de algunos accidentes menores, ya estaban listos para volver a la aldea y presentar el botín con el que podrían derrotar a los conquistadores y salvar a la tribu. Al llegar se enteran que los ancianos, que consiguieron sobrevivir a los conquistadores, ahora estaban muertos, producto del hambre que azotaba la comunidad. Al no haber sabios a quienes presentarles las armas, los guerreros lo hicieron a la tribu reunida, para que en conjunto se decidiera qué hacer con ellas. Primero fueron los caballos, los guerreros mostraron que estos eran animales, como cualquier otro, capaces de ser domesticados para utilizarlos en diversos fines. Luego, fue el turno de los arcabuces, que, con algo de práctica y mejorando la puntería, eran armas letales.
Los guerreros, entusiasmados con la posibilidad de derrotar a los conquistadores, recuperar sus tierras y con ello salvar a la tribu, empezaron a diseñar el plan de ataque. Al cabo un tiempo comenzó a circular el rumor que las armas eran, en realidad, hechicería y que al utilizaras los dioses estarían furiosos. Como ya no había ancianos para preguntarles si esto era así o no, el rumor comenzó a tomar fuerza creando un estado de paranoia al interior de la tribu. Inesperadamente surgió un indígena, que no era tan anciano para ser sabio, ni tan valiente para ser guerrero, que propuso destruir las armas y sacrificar los caballos, ya que no eran parte de su cultura y era mejor, ante la duda, hacerlo rápido para calmar a los dioses.
Hoy nadie ni siquiera sabe el nombre de ese indígena, ni el de los tres guerreros y ni el de la tribu.
Esta es una de esas historias que, independiente de su veracidad, pudo haber ocurrido perfectamente una o varias veces. Sin embargo, sirve de analogía para que pensemos, si acaso algunos sectores políticos – principalmente de izquierda – que rechazan de antemano cualquier uso de fake news, sin dar siquiera espacio a entenderlas, escudándose en una ingenua “superioridad” moral, no son como ese indígena que provocó la muerte de su tribu.
¿Cómo funcionan las armas del enemigo?
Cuando una fake news cumple su objetivo no es por la mentira en sí misma, sino por el entrelazado digital que hizo que llegase a los ciudadanos y estos a su vez la tengan a disposición para poder reenviarla a otros y, así, ganar una discusión – intrascendente la mayoría de las veces – sin la necesidad de decir la verdad. Es así como las fake news crearon la mayor hechicería de todas, capaz de hacer enojar a los dioses de todas las tribus juntas. ¡Ya no es necesario decir la verdad para tener la razón!
Hoy en día, un objetivo clave en las campañas políticas es hacer que las redes que forman parte de la campaña del candidato sean lo suficientemente sincronizadas para hacer que una fake news – la mayoría de las veces ridícula- parezca una verdad estrepitosa. Esto se logra esparciendo el mensaje correctamente en la atmosfera digital. Para decirlo más claro, en vez de repetir mil veces una mentira, bastan tan solo algunas pocas, pero dichas de forma sincronizada, en lugares y por personas específicas. De esta manera, se obliga al adversario a abandonar su agenda narrativa, para verlo perderse entre aclaraciones y desmentidos que no le suman nada, mientras la correlación de fuerzas se va haciendo cada vez más desigual.
Para entender las fake news es necesario imaginarlas como las balas de plomo de los conquistadores y a la verdad, en su sentido místico, como las flechas de los indígenas, más lentas y bastante menos dañinas. Es por eso que es necesario equilibrar la cancha, incluso por el bien de la democracia. Para ello, los que están perdiendo deben entender que esa “superioridad” moral con la que desprecian a las fake news no los hace ni sabios, ni guerreros y… ya sabemos cómo termina la historia.
Fuente: Blog RR&Cía
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