Mientras Facebook sigue cuesta abajo en su rodada y parece ir de salida en el mundo digital de los milenials así como en entornos comerciales y de liderazgo público, una red social hoy es la sensación en las pantallas de los ciudadanos, se trata de Tik Tok una app China originada en septiembre de 2016 pero que durante este año pandémico ha sido la sensación en occidente y ha puesto contra la pared a la Casa Blanca, y le da dictado línea a los demás social media generando trasformaciones en muchas de ellas.
Tik Tok es conocido en China con el apelativo de Douyin que significa sonido vibrante, consiste en una red social bajo un algoritmo aparentemente sencillo por la forma cómo su interfaz es agradable y maleable a cualquier persona, sin embargo es una gran fuente de captación de data de los usuarios y así lo había advertido Donald Trump a quien muy pocos ya toman en serio en temas de social media donde un alto porcentaje de los ciudadanos solo vé diversión y no los complejos riesgos para la seguridad que la Casa Blanca espera superar con el nuevo Tik Tok asociado en territorio gringo con Wall Mart y Oracle.
En América Latina es común ver todo tipo de personajes tratando de sacarle partido a Tik Tok para sus proyectos ideológicos, comerciales, religiosos, profesionales bajo un concepto donde sólo cabe llamar la atención con contenidos divertidos y sobre ese “empaque” introducir mensajes duros. No es extraño ver allí pastores cristianos, monjas, agencias matrimoniales, bomberos; pero también grandes criminales esperando cazar menores de edad para redes de trata de blancas, pedofilia y otros delitos muy peligrosos de manera rápida, eficaz y sin un control ni una judicialización posible como lo denunció esta semana a el diario El Tiempo una familia colombiana.
En materia política en Tik Tok hemos visto la torpeza y mal gusto en los contenidos de algunos partidos, candidatos y de varios gobiernos, quienes siguen sin entender los conceptos: contenido de valor, conversación digital y big data en el uso de esta popular red donde el contenido es un ancla para cautivar pero lo más profundo e importante es la capacidad de aprovechar su algoritmo para llegar a los más jóvenes, simplificar los mensajes de un gobierno o de un líder político y sin caer en el ridículo (que es lo más común que se ve en los políticos tiktoqueros de Latinoamérica) aprovecharlo para la escucha social que genera una red como estas sobre necesidades, gustos, temas relevantes, quejas, sentimientos y emociones que allí vienen aflorando frente a un sector cada vez más apático y distante de la política, de los políticos y de los asuntos de gobierno.
Mientras Estados Unidos y occidente se siguen adaptando a la salida del juego de Facebook, Whastapp funciona bien en lo comercial pero con graves boquetes de seguridad para los usuarios e Instagram está pasando por un buen momento, los líderes políticos, los gobiernos y las campañas deberán sacar del “paquete” de los social media al Tik Tok y tomar atenta nota de su naturaleza, potencialidades y estilo pues es un escenario de interacción digital que poco o nada se parece a las tradicionales redes sociales y es un arma de doble filo cuando no se tiene una estrategia o un fin preciso al utilizarlo y más en temas de política.