Esta noche, España dejará de movilizarse… al menos, durante un par de horas. Esta noche, dos políticos concentrarán la atención de un país sumido en la desconfianza, el pesimismo y el desapego hacia sus representantes. Sin embargo, este país, volverá a escucharles. Esta noche, España les dará otra oportunidad.
Asistimos a un debate electoral entre dos candidatos de alto perfil parlamentario, dos candidatos de solvencia discursiva contrastada, dos candidatos con estilos definidos y definibles. Sin embargo, estamos ante un debate con las cartas marcadas y boca arriba: el contexto de la crisis, que determinará cada una de las respuestas de uno y cada una de las evasivas de otro. Y viceversa.
Esta noche, estaremos en directo para analizar qué dicen y hacen Rubalcaba y Rajoy. Haremos un seguimiento a través de Twitter, pero vamos a intentar adelantar algunas claves: ¿qué tienen que hacer ambos candidatos para ganar el debate?
Rajoy: Juega a favor, con un contexto socio-económico que le favorece. Debe marcar territorio nada más empezar y ser claro y contundente en la defensa de las medidas económicas que tomará si es presidente. El debate no permitirá demasiadas alegrías y licencias dialécticas por lo que no debe titubear, ni evadirse en las respuestas sobre qué hará para atajar la crisis o el ciudadano percibirá incoherencia y falta de seguridad, y lo interpretará como compromiso asumido y de ninguna forma a cumplir. Que no dé pie a que la gente piense que “Del dicho al hecho…”. Por ello, aconsejo que coloque cuanto antes (ya que inicia el debate) el titular que desea que los ciudadanos escuchen y comprendan, que lo haga en cada respuesta, que lo haga en cada bloque temático, que lo repita al final.
Cuando se llegue al bloque de las políticas sociales, debe tomar la iniciativa. Su adversario pondrá ahí el acento de las diferencias. Rajoy debería presentarse no como el que ajusticiará el Estado de Bienestar sino como aquel que le dará un lavado de cara para higienizarlo y adecentarlo. Y que plantee medidas positivas, comprensibles y cercanas para que no pueda rebatirse desde la perspectiva socialista de su oponente. Debe hacerlo con contundencia, con firmeza, con sensación de apertura y comprensión hacia posturas diferentes y divergentes. Es en estos momentos cuando la mirada debe dirigirse desde su oponente hacia la cámara. Porque no debe convencer a Rubalcaba, sino a los españoles y a ellos debe concentrar su comunicación, su mensaje, su discurso. Pausado y pautado.
Debe refutar de inmediato y con contundencia la posible acusación de que si es presidente se acabarán los derechos sociales, se acabará el Estado del Bienestar. Si no queda clara una respuesta firme y con tono convencido y enérgico, le dará la razón a Rubalcaba y empezará a perder el debate.
Un pueblo desea que su líder exporte firmeza, seguridad, confianza, cercanía y sinceridad. Cuando se hable de política exterior, Rajoy debe dejar claro quienes serán sus aliados, si optará por afianzar el papel de España en Europa o regresará al vínculo histórico con América y a la relación especial con EEUU. Pero debe decirlo y ser claro con ello. Porque los compromisos internacionales que adopte en el futuro vendrán marcados por lo que diga y proyecte en este debate. Si la gente percibe liderazgo, votará en consecuencia. Debe aprovechar que razona bien cuando argumenta. Que centre ahí el debate. Debe lograr que se debata de lo que él quiere y para ello debe insistir a su oponente con preguntas y desafíos de alternativa.
Y por último, que piense muy bien que dirá en su turno de conclusión. Que regrese al mantra o mensaje que definirá su perfil como candidato presidenciable, el mensaje que dibujará la imagen que desea presentar a los españoles. Es momento de generar confianza y para ello debe estar convencido de lo que dice y proyectarlo, simplemente proyectarlo.
Rubalcaba: Debe salir y saldrá a arriesgar, a no dejarse nada en el tintero. Si a Rajoy le beneficia tomar la delantera en cuestiones de política social, Rubalcaba debe hacer lo mismo con la económica (aunque Rajoy inicie la contienda dialéctica). Presentarse como un líder humilde (que reconoce los fallos cometidos durante su etapa de gobierno), sensato (que tomará medidas duras y difíciles pero no revolucionarias, porque la gente se asusta y adopta posiciones conservadoras ante planteamientos revolucionarios) y seguro (porque genera confianza y tranquilidad, y deja la sensación de que estamos en buenas manos) le suma puntos. No debe en ningún momento de presentar el debate como una lucha de clases ricos-pobres (sobre todo porque él estudio en un colegio privado, El Pilar de Madrid) y plantear sólo las medidas en función de que paguen los que más tienen (no es creíble en un país de mayoritaria clase media). Si es capaz de demostrar que con el PP la crisis seguirá presente y que otras prestaciones desaparecerán igualmente, tendrá mucho ganado. Pero no basta con mencionarlo. Debe recalcarlo y presionar a Rajoy sobre el tema: qué hará, cómo y en que beneficiará a los ciudadanos. Que insista mucho sobre ello.
En el bloque de políticas sociales (Sanidad y Educación) debe hilar fino. En principios son sus puntos fuertes, donde parte con ventaja respecto a Rajoy. Pero si hilvana un discurso reactivo (criticando las políticas del PP en algunas comunidades autónomas) y no proactivo (cómo mantendrá las prestaciones y garantías sanitarias y educativas públicas) perderá la ventaja ganada. Que no se centre tanto en criticar a Rajoy (aún no ha llegado al gobierno) y sí en presentarse como el líder que conoce lo que los españoles necesitan y quieren. Su labor como ministro del interior, su labor de estadista ante gobernantes extranjeros son un aval a sacar en el debate.
Debe entender también que un exceso de celo por su parte puede ser perjudicial. Debe crear la duda de que Rajoy no será un presidente solvente y preparado para sacar a España de la crisis, pero debe hacerlo con perspicacia. Cuidado con el enfoque: cuanto más emocional y apegado a los sentimientos y pulsiones de la gente, mejor valoración tendrá después del debate. Si los ciudadanos entienden que necesitan algo más que un flash retórico, sufrirá ante el mayor poder argumentativo de su oponente. Por ello debe conectar desde su ser más auténtico. Repito, no dejarse nada en el tintero, salir a por todas y atacando desde el principio. Y que desmonte el lema del contrario: cambio, sumar, etc.
Debe concluir afirmándose en sus fortalezas: cercanía, perfil didáctico, mensajes directos, claros y sencillos, lenguaje contundente. Y estructurar su mantra final haciendo que, al día siguiente, los españoles debatan sobre él: debe hacerlo perdurable y recordable, creíble y reconocible, identificable y definible.
Esta noche podemos asistir a un combate de boxeo en el que Rajoy emulará a Muhammad Ali, bailando en torno a su oponente, esquivando golpes y aprovechando el mínimo resquicio para atacar por el flanco más débil. Y Rubalcaba saldrá a ser Joe Frazier, persistente en el golpeo dialéctico, acosando a su rival, llevándolo a las cuerdas y no dejando que se escape. Buscará el KO pronto porque un debate largo y argumentado no le beneficia. Intentará aprovechar su mayor potencia de golpe (coloca titulares en la prensa como nadie). Mi pronóstico: iremos a doce asaltos (tres bloques temáticos). Resultado: tablas.
Esta noche, desde las 21:30, (Hora de España) estaremos en Twitter para contarlo. Os espero con vuestros comentarios y opiniones a través del hashtag #debateRyR