Por: Diana Rubio
Este domingo día 23 de marzo de 2014 tendrá un espacio propio en la historia política de España, debido al fallecimiento del que fue el primer presidente de la democracia en nuestro país, Adolfo Suárez.
Este ilustre político que rompió los esquemas conocidos hasta el momento consiguiendo con ello cambiar la política y poner en un lugar primordial a la ciudadanía, siempre con una sonrisa característica que mostraba el carisma que portaba, hace de él una figura conciliadora con una capacidad para transmitir brutal, un comunicador nato y pedagógico que la España de aquellos tiempo necesitaba para creer en un cambio necesario, situación que si nos trasladamos a día de hoy, vuelve a estar al orden del día.
Los líderes políticos existen y Adolfo Suárez es uno de los paradigmas de los que el liderazgo político puede presumir.
Para honrar a una personalidad con tanto peso, desde que se anunció su inminente despedida, los equipos de protocolo de las diferentes instituciones del estado como Casa Real, Moncloa y Cortes se encuentran organizando todos los aspectos necesarios para la realización de un funeral de estado que se prevee multitudinario.
Dentro del protocolo, que aboga por la unidad y el respeto entre otras cosas, para esta situación única, en el caso de Casa Real, no ha estado a la altura. La colocación de las banderas que han acompañado en la escenografía al Rey don Juan Carlos I en su intervención anunciando la triste e irreparable pérdida, se encontraban colocadas a la inversa de lo que se dicta en la ley de banderas (Ley 39/1981, de 28 de octubre), lo que nos lleva a afirmar que no se ha cumplido la normativa vigente al respecto.
Durante esta tarde varios han sido los debates abiertos sobre este desliz; desde una cesión de anfitrión hacia la bandera europea, a una colocación en línea, o incluso un emplazamiento en el que la bandera española reforzara la imagen del monarca en los planos televisivos mas cortos. Lo único que esta práctica repetida (el discurso de Navidad tuvimos el mismo debate) que toman desde el equipo de protocolo de Casa Real, da lugar a la malinterpretación del papel de esta disciplina tan necesaria y esencial. Como apunta Carlos Fuente en su blog; “ el alto protocolo ha dejado de ser una referencia para mi”.
Pero la muerte de este símbolo político va mas allá. Si reflexionamos sobre su papel, vemos que también lleva intrínsecos algunos valores que afectan de manera positiva a determinadas instituciones españolas. El recordar el tándem que componían el Rey don Juan Carlos I y Adolfo Suárez en momentos críticos de la transición española, hace que se pongan de relieve todos aquellos objetivos que entre los dos consiguieron, en un momento en el que la Casa Real no se encuentra en uno de sus mejores momentos.
Este recuerdo no quita todo lo que tanto el Rey como el que fue Presidente del Gobierno consiguieron por España, pero el ponerlo de relieve en un momento difícil para esta histórica institución ayuda a que su imagen tome una visión mas positivista y moderada.
En definitiva, a partir de mañana y desde el transporte del féretro hacia el salón de los pasos perdidos del Congreso, que se convertirá en un lugar de peregrinación democrática, iremos observando las claves del protocolo funerario utilizado en el último adiós a Adolfo Suárez.
Descanse en paz, Presidente.
Fuente: Política y Protocolo