Por: Gabriel R. Otazo
El selfie que va a quedar en la historia es sin duda el que protagonizó Ellen DeGeneres en los Premios Oscar celebrado este año. La conductora decidió demostrar el poder de las redes sociales y se tomó un selfie con once de las celebridades más populares del momento (marcando record en Twitter con más de tres millones de retuits, o dieciocho retuits por segundo)
Un selfie o autofoto es un autorretrato realizado con una cámara fotográfica, digital o teléfono móvil que comenzó como una práctica muy asociada a las redes sociales y sobre todo con la plataforma Myspace.
Sin embargo, con el surgimiento de otras plataformas web, como Facebook, la multimedia Flickr, el avance de los nuevos dispositivos móviles como los iPhone y la masificación de Instagram, las autofotos a partir del 2010 se han vuelto una técnica cada vez más utilizada.
Sin ir demasiado lejos, el selfie que va a quedar en la historia es sin duda el que protagonizó Ellen DeGeneres en los Premios Oscar celebrado este año. La conductora no sólo decidió demostrar el poder de las redes sociales y se tomó un selfie con once de las celebridades más populares del momento (marcando record en Twitter con más de tres millones de retuits, o dieciocho retuits por segundo), sino que además y a partir de allí marcó tendencia en todos los ámbitos y estratos sociales, sobre todo en la esfera de la política, que aprovecha cada acto, cada evento para “cholulear” con sus amigos y seguidores en las redes sociales.
Esta nueva tendencia, que va creciendo cada vez más en los ámbitos políticos, religiosos e institucionales, no es nueva, sino que debe su origen en el año 1839, cuando el fotógrafo estadounidense, Robert Cornelius, presentó su primer autorretrato -y el primer autorretrato de personas en la historia-, al que decidió titular “The first light Picture ever taken” (La Primera fotografía lumínica jamás tomada), luego de tomar la fotografía durante más de un minuto y volver a tapar la cámara.
A principios del siglo XX, con la aparición de Brownie, la cámara de cajón portátil de Kodak, el autorretrato fotográfico se volvió una práctica extendida, tal como contará en 1914 la joven rusa Anastasia Nikoláyevna, de apenas 13 años de edad, la primera jovencita en tomarse un selfie con la ayuda de un espejo.
A un siglo de ese primer selfie que hizo polémica por toda Rusia, las nuevas tecnologías nos demuestran una vez más el poder y la rapidez de marcar tendencia y no solamente en el ámbito de la moda, sino que también pueden modificar comportamientos protocolares en sectores más conservadores.
Tal como sostiene Diana Rubio, una de las especialistas en protocolo más importantes de Europa, “si hablamos de selfies para el recuerdo, el realizado en la gala de los Oscars (el primero patrocinado que se conoce), donde se aglutinaban numerosas estrellas; el que mostraba a Obama, Cameron y la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning, durante el funeral de Mandela en Sudáfrica; o el que realizaron un adolescente y su madre en el avión siniestrado en zona prorrusa en Ucrania son algunos de los que han dado la vuelta al mundo. Incluso se habló de romper el protocolo cuando el Papa Francisco I se convirtió en el protagonista absoluto durante la canonización de varios religiosos”.
No se libra ni la monarquía. Recientemente la Reina de España, Letizia, no ha dudado en sacarse un selfie con todos aquellos que se lo han pedido. Aunque Felipe VI se muestra un poco más reticente a esta corriente, también ha accedido en varias ocasiones a hacerse una foto de este tipo.
Por otro lado, la presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, también ha marcado tendencia en varias oportunidades. Si bien es común tomarse un selfie en un acto partidario o eventual, una de las más recordadas será el tomado en la inauguración de las oficinas de Facebook en nuestro país junto al Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
Si bien muchos especialistas en comunicación coinciden en que este nuevo fenómeno es relativamente reciente y en constante transformación, el uso de las redes sociales, las nuevas plataformas y dispositivos móviles por parte de los políticos ha permitido una inercia más desestructurada e informal de las mismas para vincularlas a la vida cotidiana, que no tienen otro objetivo más que poder acercarse al ciudadano, al vecino y al militante de una forma más humanizada y menos frívola. Ahora el selfie no es más que una práctica que la clase política incorporó como propia pero con futuro incierto.
Fuente: USA Hispanic