Por: Cesar Toledo El ejercicio contemporáneo de la política ha superado con creces el absurdo del lenguaje orweliano, en el que las palabras significan justo lo contrario de lo que se dice. Términos como solidaridad, igualdad o justicia resuenan vacíos un telediario tras otro, como si la majadera reiteración los fuera a convertir en realidad sin más.