Por Xavier Peytibi
Actualmente, los videojuegos son uno de los mercados más rentables e innovadores de la actualidad, y lo son porque ha cambiado una tendencia: los vídeo-juegos ya no son solo para quinceañeros (sobretodo hombres) que se quedaban en casa jugando todo el día, sino que estos, la primera generación que los usó (el primer vídeo juego se creó en 1972 -Pong- y se generalizaron a finales de los 80) han crecido y siguen jugando. En Estados Unidos, donde más de un 47% de la población consume videojuegos, la media de edad de los usuarios supera los 30 años. Solo han pasado 37 años desde Pong, pero los vídeojuegos o juegos online son ya una constante en nuestras vidas, tengamos o no consola.
Así, hoy en día el perfil del jugador de videojuegos, ya sea de manera habitual o casual, incluye a personas de ambos sexos, de todo tipo de edades, procedencia y estudios.
Además hay nuevas maneras de jugar, ya no es solo en consola, sino que se puede jugar online, con una consola portátil, o como ejemplifican en ETC, aplicaciones de Facebook como “Farmville”. Un planteamiento verdaderamente sencillo a nivel gráfico y narrativo ha cautivado a más de 60 millones de jugadores activos, desde estudiantes a ejecutivos, pasando por amas de casa e incluso granjeros reales que dedican sus ratos muertos a cultivar su granja, recolectar la cosecha y venderla en el mercado.
La sociedad juega, es algo normal, y a menudo juegan entre ellos, pero sin embargo, en las campañas políticas no se está usando este formato (y algun otro como la música o el cine) para conectar con ese jugador. Los formatos cambian, y la comunicación política debe adaptarse a esos cambios, y debe hacerse sin miedo, conociendo ese formato y participando en él.
En campañas en vídeojuegos vimos la de Barack Obama, cuyos carteles electorales aparecían en vallas publicitarias de una docena de juegos, tales como el NBA Live`08, Burnout Paradise, Nascar`09, Need For Speed Carbon, Need for Speed Po Street, NFL on Tour, NHL`09, Skate y Guitar Hero. Además, y eso es lo más curioso, dicha publicidad sólo pudo verse en los juegos de quienes jugaban en los 10 principales estados norteamericanos, aquellos considerados como los “battleground states“: Ohio, Iowa, Indiana, Montana, Wisconsin, North Carolina, Nevada, New Mexico, Florida y Colorado. Es decir, una segmentación en toda regla y usando un nuevo formato para llegar a su público (o a un nuevo público).
Como bien indica Alberto Pedro en su blog, “ésto no es otra cosa que la apertura de un nuevo sentido de marketing político, original e inteligente y que apunta al votante joven, desinteresado y outsider… ese mismo del que los políticos se quejan porque no participan (como si fuera motivante ver media docena de pseudo-debates y 40 minutos diarios de spots televisivos)”.
Los jugadores no son frikis, son personas normales, cada vez más numerosos, y que además, pueden votar! No hay que menospreciar ese potencial público, y pequeños anuncios no intrusivos no solo pueden tener visibilidad en el juego y en los jugadores, sino que por su creatividad pueden llegar a ser comentados desde otros ámbitos, por ejemplo desde los medios de comunicación tradicionales. En la campaña estadounidense, los anuncios se situaban en sitios del juego que los jugadores podían percibir como reales, es decir, donde si fuera la realidad podrían ver un anuncio publicitario. Por tanto, la publicidad política incluso puede ayudar a dar más veracidad a la experiencia del juego, y que el mensaje se mantenga.
La publicidad es una opción, y otra opción interesante de uso futuro (y presente) es la creación de pequeños vídeo-juegos o juegos online (con un juego en flash basta, no es necesario contratar al creador de GTA!).
En ellos se puede explicar rápidamente algún tema de la campaña o un partido se puede burlar sarcásticamente de otro partido. Éstos son los más comunes, y si son creativos y, especialmente, divertidos, ya que no hay que olvidar que hablamos de juegos, pueden ser muy difundidos y usados por la gente.
Fuente: www.xavierpeytibi.com