Por: Orlando Jorge Mera
La política es impredecible. Se pueden tener buenas intenciones, pero la realidad se impone. La pasión que despertó Barack Obama en el 2008 es ya cosa del pasado. Atrás quedaron los discursos de ir a Washington a cambiar las políticas. Lógicamente, Obama ha tenido que superar múltiples obstáculos, e incluso con éxito logró impulsar el paquete económico para recuperar la economía de la recesión, la reforma de salud pública y la reforma financiera en Wall Street. Sin embargo, al perder el control del Congreso, el pragmatismo ha caracterizado a Obama. Enfrentar a los republicanos, divididos por el Tea Party, que quieren que Obama obtenga los menos éxitos políticos, por un lado, y enfrentar las críticas de los liberales que entienden que ha cedido demasiado terreno ante los conservadores, es una tarea nada envidiable para el presidente Obama. Defensores de sus políticas, como Paul Krugman, afirman que el presidente está desaparecido:
“¿Qué han hecho con el presidente Obama? ¿Qué pasó con la figura de inspiración a sus seguidores pensaron que eligió? ¿Quién es este tipo suave, tímida, que no parece representar algo en particular?”
De la ofensiva ha pasado a la defensiva. Para su suerte, nadie en el Partido Demócrata se perfila como su contendor. Todos saben que la mejor opción es Obama para el 2012, aún en medio de las dificultades. El Partido Republicano está fragmentado, aunque en la ofensiva. Aún así, Obama está demostrando que su piel tiene capacidad de resistencia, importante en todo dirigente político. Obama no está desaparecido. Es el mismo de siempre, solo que tiene la experiencia de dos años y pocos meses al frente de la posición más poderosa del mundo. Seguiré oportunamente con el tema.
Fuente: Apuntes de Jorge Mera