A 150 días de la elección no hay, oficialmente, postulantes al máximo cargo. Tanto en el kirchnerismo, que controla el Partido Justicialista, como en la oposición, que abarca todo el espectro político, hay problemas para desginar a los aspirantes. Pugnas internas y desconfianzas marcan el escenario.
Las comparaciones son siempre odiosas pero en este caso no dejan de sorprender. A cinco meses de la última elección presidencial chilena (diciembre 2009) ya estaban definidos todos los candidatos a la máxima magistratura. A 90 días, estaban todos inscritos ante el Servicio Electoral (Servel). En Argentina, a 150 días de la elección del primer mandatario no hay, oficialmente, pretendientes a la Jefatura del Estado.
De hecho recién el lunes pasado, el gobierno oficializó la convocatoria a las elecciones para el 23 de octubre próximo. De ser necesario habrá segunda vuelta el 20 de noviembre. El 14 de agosto, en tanto, será el día para las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias si es que los partidos así lo desean.
Pero en medio de estos plazos se vive la incertidumbre, en todos los espectros políticos trasandinos, sobre quienes competirán en octubre.
OFICIALISMO: LA PUGNA ENTRE CRISTINA Y SINDICALISTAS
En el Kirchnerismo la candidata natural, la actual Presidenta Cristina Fernández, todavía mantiene la incógnita. Hasta el momento su única referencia a una repostulación fue negativa: “Yo no estoy muerta por volver a ser presidenta, muchachos”, dijo hace poco.
Sin embargo, esta indecisión se debe más que nada a la dura pugna que ella (y su gobierno) tiene con la Confederación General del Trabajo (CGT), la más grande e influyente del país, y su secretario general, el camionero Hugo Moyano.
El conflicto tiene origen en dos causas. El primero es la pugna de poder al interior del peronismo entre la estructura política –el Partido Justicialista (PJ)- y la sindical -la CGT-, ya que Moyano ha insistido públicamente en contar con ciertos cupos para las próximas elecciones de octubre. Se habla que los sindicalistas esperan tener candidatos a diputados, para la jefatura de gobierno de la Provincia de Buenos Aires (la alcaldía) y la opción de que uno de los suyos sea parte de la fórmula a la Casa Rosada. (En Argentina, como en EE.UU., se vota por Presidente y vicepresidente).
El otro problema, dicen en Buenos Aires, es que Moyano se cree perseguido.
Sobre él pesan varias investigaciones sobre malversación de fondos (una en Suiza por lavado de dinero que también salpica a su esposa y otra por el descubrimiento de una mafia que controlaba la venta de remedios destinados a las obras sociales de los sindicatos) y piensa que buena parte de éstas son digitadas por el gobierno o cercanos a él. “Algunos creen que soy candidato a ir a la cárcel”, dijo.
A pesar del duro impasse, pocos creen que Fernández no dé el paso para otro mandato. Juega a su favor, sostienen los medios en Argentina, que el PJ está totalmente jugado por ella y buena parte del aparato estatal también.
Además, en línea con esa mirada, hay un tema de sobrevivencia. Simplemente no hay al interior del peronismo oficialista otra persona que tenga las chances de triunfar. Sólo, quizás, el actual gobernador de Buenos Aires y presidente del PJ, Daniel Scioli.
UNA BOLSA DE GATOS
La bajada hace un par de semanas del empresario y ex presidente del club de fútbol Boca Juniors, Mauricio Macri, de la carrera presidencial ha otorgado un poco de certidumbre al panorama interno de la oposición.
El líder del PRO, que busca su reelección en la jefatura de gobierno de Buenos Aires, dejó el camino libre para el diputado Ricardo Alfonsín (de la Unión Cívica Radical, UCR) y para el ex Presidente Eduardo Duhalde (de Unión Popular perteneciente al Peronismo disidente a la conducción oficial de Cristina Fernández).
Lo más probable, según se desprende de sus propios dichos, es que no haya un acuerdo para que el disgregado bando opositor (que abarca todo el espectro político argentino) tenga una plataforma común para enfrentar al oficialismo.
Esto, pasaría, fundamentalmente porque ninguno de los principales conglomerados opositores quiere pactar con el otro.
La UCR ya ha dicho que no están dispuestos a negociar con el PRO de Macri (“porque representa a la derecha neoliberal”) y con el Peronismo Federal (otro grupo de relevancia al interior de la oposición y cuyo líder es el polémico diputado Francisco de Narváez, “porque representa al peronismo populista”), aunque en este último caso puede que exista alguna mínima posibilidad.
De ello depende que otros dos grupos de la izquierda, el GEN (Generación para un Encuentro Nacional) y el socialismo de Buenos Aires, tengan una postura clara en cuanto a la política de alianzas.
En tanto la Unión Popular de Duhalde, ya descartó pactar con la UCR, aunque dejó la puerta abierta para el PRO.
En todo caso, ni Duhalde ni Alfonsín superan en las encuestas a Cristina Fernández. Así las cosas a 150 días de la presidencial, Argentina es un país sin candidatos.