Por Daniel Eskibel
Imagina una esquina cualquiera de tu ciudad. Las personas van y vienen, cada una abstraída en sus problemas. Nadie percibe el humo que sale desde el quinto piso de un edificio.
De pronto alguien se para y mira hacia arriba. Casi nadie le presta atención. Una segunda persona se detiene y también mira hacia arriba. Los demás siguen caminando. Una tercera persona se reúne con los otros 2 y también mira hacia arriba. Varios de los caminantes los miran con cierta extrañeza. 10 minutos después hay una verdadera multitud parada en la esquina mirando hacia arriba.
¿Cómo se reunió esa multitud? Una mirada ingenua podría creer que se fueron agregando uno tras otro a un ritmo más o menos regular hasta llegar a esa cantidad de gente. Pero no. No es así que ocurren los fenómenos sociales.
En realidad la etapa inicial sí fue de acercamiento progresivo de 1 +1 +1 +1 y así sucesivamente. Pero solo hasta alcanzar un cierto número X. Y a partir de allí el crecimiento fue explosivo y la multitud se reunió a gran velocidad.
A ese número X le llamamos masa crítica. Es el número mínimo de individuos que hace que el fenómeno adquiera una dinámica propia y que crezca por sí mismo.
Antes de alcanzar su masa crítica, el fenómeno crece lenta y gradualmente. Pero una vez alcanzado ese número mínimo necesario, entonces el fenómeno explota y crece a grandes saltos.
Moraleja para políticos: debes hacer un gran esfuerzo para lograr esa masa crítica inicial que es la que va a disparar tu crecimiento.
El crecimiento político es como la multiplicación de los panes. Claro que no son panes sino votos. La multiplicación de los votos. No la suma. La multiplicación.
Y para que esa multiplicación se produzca es imprescindible alcanzar una cierta masa crítica inicial. Mientras no se alcance, solo se logrará sumar lentamente (en el mejor de los casos). Recién se podrá multiplicar cuando se alcance la masa crítica.
Un ejemplo claro y contundente
El primer número de este Newsletter de Psicociudad se envió por correo electrónico el lunes 7 de octubre de 2002.
Durante más de 6 años el número de suscriptores creció lentamente a un ritmo promedio de 14 nuevos lectores por mes. Hasta que en diciembre de 2008 alcanzamos la cifra total de 1000 suscriptores. Mil. Todavía recuerdo mi alegría en aquel momento.
A partir de allí todo se aceleró. El crecimiento promedio pasó a ser de 71 nuevos lectores por mes. Y llegamos a un total de 2000 suscriptores en febrero de 2010. Un número realmente muy grande para una publicación especializada en español.
Pero ya la multiplicación era imparable. Porque un año después, en febrero de 2011, los suscriptores no solo habían crecido a un ritmo de más de 150 por mes sino que además se habían duplicado y habían alcanzado las 4000 personas.
Hasta llegar a este julio de 2011 en el que los suscriptores acarician ya los 5000. Exactamente 4987. Y un promedio de 200 suscriptores nuevos por mes.
¿Dónde está la clave para tanto crecimiento?
En la continuidad por supuesto. En la constancia para ofrecer estos artículos. En el interés que pueden despertar y en la utilidad que pueden tener.
Todo eso es cierto.
Pero lo principal ha sido la difusión por parte de los mismos suscriptores. Esa difusión pequeña, de uno en uno, enviando artículos a amigos y conocidos. Simplemente para que también los disfruten. Y esa difusión que han hecho los mismos suscriptores explotó al alcanzar una determinada masa crítica, una cantidad de lectores que aseguró que el Newsletter tuviera su propia dinámica, su propio impulso.
Como ves en los números anteriores, lo más difícil fue alcanzar esa masa crítica.
El crecimiento político
Todo movimiento o partido político necesita crecer. Aún los que tienen más votos, considerando que el electorado general siempre va creciendo. Y con más razón los partidos que han sido derrotados, así como los candidatos o sectores que son nuevos y tienen que arrancar de cero.
Lo dicho: todo político necesita crecer. Necesita la multiplicación de los votos. Y para eso tiene que dar su mejor esfuerzo en la construcción de su masa crítica de simpatizantes.
Ese número mínimo que le asegure que luego su partido o su candidatura tendrán su propio impulso. Ese número mínimo de personas que van a transmitir ese mensaje político y lo van a hacer circular por toda la sociedad.
Algunos creen, ingenuamente, que el crecimiento vendrá cuando lleguen los tiempos electorales. Error. La masa crítica se construye antes. Antes. Insisto.
Con esfuerzo. Con militancia. Con inversión. Con comunicación. Con organización. Pero antes.
No lo olvides. Construye tu masa crítica. Solo después vendrá el salto adelante.
Fuente: Psicociudad