Cómo gobernar contra viento y marea

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Politicos Comunicando - Marketing Político en la Red

Por Silvia Hinojosa

Decálogo para políticos que no paran de dar malas noticias, elaborado mano a mano entre los consultores Alfredo Franco y Fran Carrillo

Cuando gobernar se convierte en sinónimo de aplicar planes de ajuste, subidas de impuestos y una retahíla de drásticas medidas económicas que dan un disgusto tras otro a la ciudadanía, cada comparecencia del presidente y sus ministros es casi una prueba de fuego. Vulnerables ante la opinión pública, demasiado humanos en la expresión de Nietzsche, los políticos necesitan casi un máster en comunicación para explicar el sacrificio y encontrar comprensión. El que sigue es un decálogo para políticos que tienen que dar malas noticias, elaborado mano a mano entre los consultores Alfredo Franco, de Redondo y Asociados, y Fran Carrillo, director de La Fábrica de Discursos.

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Elegir un portavoz. Es una premisa sine qua non, apunta Alfredo Franco. Si el presidente se erige en el responsable económico, todo el mundo esperará que hable él aunque ya den explicaciones otros miembros del gobierno, añade. Fran Carrillo matiza que corresponde a los ministros comunicar los detalles técnicos de las medidas, y el presidente debe ser el líder moral y hacer un discurso “más emocional, de autoridad y acompañamiento”. Explicar a los ciudadanos por qué hace lo que hace y que no teman acompañarle en este proceso. Pedagogía sin demagogia.

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Tener claro el mensaje. Parece sencillo, pero no lo es, advierte Franco. “A veces, el conflicto nubla la mente y no se distingue qué mensaje se debe trasladar”, señala. Hay que controlarlo todo, el antes y el después, a quién le llegará y quién va a criticarlo. “Cuando se dan malas noticias se enciende un fuego, y no hay que esperar a que se apague solo, sino tener un plan para llevar el debate a tu terreno”, añade.

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No mentir. Un político debe decir la verdad siempre, y la ciudadanía será solidaria si se le explican bien las cosas, pero una cosa es la verdad y otra toda la verdad, apunta Fran Carrillo. “La clave es la verdad controlada –añade Franco–, definir qué se quiere decir y qué no; una estrategia adecuada y un mensaje eficaz permitirán gobernar la percepción de los acontecimientos, que es lo que cuenta”.

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Ser valiente. “Si el discurso es de sangre, sudor y lágrimas, hay que transmitirlo sin pudor y con alma”, apunta Carrillo. Cuando se es sincero, añade, el cuerpo puede emitir señales de incomodidad, por los nervios o porque no se encuentra el modo de decir las cosas, pero no emite rechazo. “Cuesta decir algo si hiere, pero si se pone sentimiento, la otra parte es más comprensiva”, subraya. Franco defiende dar la cara y comunicar desde el primer momento: “No hay que dar apariencia de que uno se esconde o no se podrá controlar el escenario”.

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Coordinar al equipo. Los mensajes deben ser coherentes y estar unificados. “Si el ciudadano percibe que cada ministro da un mensaje, algunos contradictorios –apunta Fran Carrillo–, será menos permeable a discursos de sacrificio”. Para Alfredo Franco, cuando se trata de dar una mala noticia es clave definir quién va a decir qué, cómo y cuándo, para evitar toda tentación de protagonismo, que alguien quiera tener un titular. “Y marcar bien los tiempos –subraya–, porque el público valora el momento en que se le explican las cosas y si detecta opacidad empiezan las dudas”.

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Hablar lo justo. “La información política hay que dosificarla, el gobierno no es una agencia de noticias; debe informar de forma transparente y periódica, pero no constante”, valora Carrillo. “Si se sobreinforma, los ciudadanos cada vez piden más, pero no se puede funcionar así”, añade. “Hay que preparar mensajes sencillos –subraya Franco–, que se entiendan y que los ministros puedan comunicar bien”.

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Unidos en la adversidad. En contextos complejos, el patriotismo de todos a una, bien gestionado, da réditos, defiende Fran Carrillo. “Apelar a la historia común, a la fuerza del pueblo para salir adelante en situaciones difíciles, a su carácter y al compromiso del político para liderar ese coraje debe ser un ejercicio medido, aunque apasionado y convencido”, añade. Alfredo Franco puntualiza: “No hay que traumatizar demasiado porque si se cae en la dramatización, la gente nota el disfraz; pienso que en España funciona más la seriedad”.

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Predicar con el ejemplo. Los hechos avalan las palabras, destaca Carrillo. “Si pides ajustes, sacrificios, esfuerzo, tú primero, lidera con los hechos”, subraya. La credibilidad de un político, añade, reside, más que en la contundencia de sus argumentos, “en su capacidad de persuasión, en la consistencia de su honestidad moral”.

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Controlar las rectificaciones. Si se prometió no subir impuestos pero hay que hacerlo, “coge rápidamente el toro por los cuernos y explícate bien”, aconseja Alfredo Franco. “No hay que rectificar en exceso, sino medir las decisiones y luego explicarlas como convenga, no desmontarlas”, apunta Fran Carrillo.

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No confiarse. “Las malas noticias si son flor de un día es por el éxito de un equipo de comunicación, pero no hay que bajar la alerta porque el asunto queda latente y puede resurgir”, apunta Franco, quien añade una última recomendación: “Siempre te van a criticar, así que no se puede ser demasiado sensible a las críticas, hay que gobernarlas, llevarlas a tu terreno”.

Fuente: La Vanguardia