Por Roberto Guisti (El Universal)
Por donde se le mire es un personaje, tan vilipendiado por sus detractores, como ensalzado por más de un presidente o expresidente que le debe su ascenso a la cumbre del poder. J.J. Rendón, de profesión Psicólogo, consultor político desde hace 25 años, ha participado en más de cinco mil campañas electorales, 26 presidenciales, con un porcentaje de aciertos que, asegura, supera con creces el 90%. Vive fuera del país, se mueve por el mundo y uno de sus últimos frentes es la asesoría del gobierno libio de transición en estrategias de comunicación y manejo de crisis. Hace poco se le vinculó a Henrique Capriles y tanto él, como el candidato, lo negaron. Desde México, donde se encuentra actualmente, accedió a conversar con El_Universal.
-Tienes un diseño de campaña, un método para identificar los problemas que …
-Tengo un origen científico. La metodología, la objetividad e incluso algunos lo pueden llamar pragmatismo se vincula a la necesidad de entender cuáles son los factores de éxito o de fracaso, particularmente en mi área, que son las campañas electorales. Estamos evaluando, todo el tiempo, las causas de la victoria y de la derrota, bien sea en nuestro caso o en el de otros. No nos quedamos sólo con lo que aparece en la prensa. Entre un 15 y un 20% de los ingresos de la empresa se invierte estudiando el comportamiento de los diferentes países.
-En el caso de la campaña electoral de Juan Manuel Santos identificaste una serie de problemas que estaba confrontando y desarrollaste una serie de correctivos para voltear la tortilla en poco más de un mes. Sólo que en caso venezolano…
-No sólo se trata de eso. La mitad de un proceso se nutre de moral y eso no tiene nada que ver con lo que uno ve por fuera, sino con el espíritu interior de la campaña. Con el orden, la disciplina, las ganas de estar involucrado, el sentimiento de trascendencia y de participación que tienes como militante o activista. La necesidad de disponer de buena información para tomar decisiones adecuadas, no engancharse en la coyuntura, concentrarse en una agenda propia, no en la de otro y de hacer cosas para que éste se distraiga en tu agenda.
-Todo eso tiene que ver con la convicción, en el equipo y en su proyección al electorado, de que vas a ganar.
– La convicción tiene un gran componente de profecía autocumplida. Es un acto de fe, de motivación, que termina ratificándose como consecuencia de la ejecutoria en la realidad, lo cual, a su vez, retroalimenta la sensación de triunfo. El resultado es eso: el triunfo.
-¿Crees que eso está pasando con la oposición en la campaña venezolana?
-No lo creo. Se ha avanzado una buena parte del camino, se han logrado muchas cosas, pero también hay otras muchas que se pueden hacer para completar el cuadro. Hay una tendencia natural, incluso entre los candidatos y los comandos de campaña, a pensar que la publicidad y los medios son el único factor capaz de garantizar el éxito en una campaña y para mí es un factor más, entre otros nueve y diez, que representa un 20% en el resultado de la campaña.
– ¿Cuáles son esos factores?
– La organización. Necesitas una maquinaria, palabra que le suena a la gente como componenda, pero cualquier compañía distribuidora de productos de consumo masivo tiene una maquinaria para cumplir su objetivo. En una campaña necesitas permear en todos los grupos sociales, en cada cuadra y esquina y para eso requieres organización. Otro factor es el manejo del dinero. Tanto su recolección como el buen y oportuno uso que se le dé. En algunas campañas se piensa que el director de finanzas debe tener discrecionalidad en el manejo de los fondos y resulta que eso es otro componente de la estrategia. En qué los inviertes, cómo, con qué proveedores. Muchas veces la dispersión de proveedores, en vez de tenerlos exclusivos, provoca la filtración de información hacia el otro lado. Hablo, por ejemplo, de un comercial que vas a sacar en un mes y mucho antes ya el contendor lo sabe.
-Eso se puede hacer cuando hay tiempo. Muchas veces y eso te ocurrió en Colombia, debes actuar con 45 días de plazo.
-Ese era el tiempo que teníamos y por eso los han resaltado como un milagro. En realidad nosotros tomamos medidas de administración del tiempo que convirtieron ese mes y medio en seis meses. La primera fue decidir sobre variables objetivas. Es decir, se acabaron la reflexionsitis y la especuladera. Actuábamos sobre hechos. Luego, se concentró la toma de decisiones en poca gente y así se actuaba con rapidez y agilidad. Trabajábamos diariamente en tres turnos de ocho horas. Yo dormía entre tres y cinco horas por día. Por último estaba el monitoreo en la eficacia del uso del tiempo del otro. El comando de Mockus trabajaba de nueve de la mañana a cinco de la tarde y se tomaba libre el fin de semana. Era lento y timorato a la hora de tomar decisiones.
-Eso en cuanto a lo operativo, ¿cómo se trabaja lo político?
-La gente cree que las alianzas electorales son sólo de partidos. Pero hay factores como sindicatos, grupos de la sociedad civil, ONGs, grupos minoritarios y etáreos. La movilización, incorporación e inclusión de estos grupos te permite no depender sólo de partidos.
-¿Y los temas?
-Tú debes decidir de qué quieres que se hable en la campaña. En Colombia, Mockus hablaba de corrupción, tema interesante pero que generalmente manejan los abstencionistas y no mueve la votación. A menos que el país esté hundido en ese fenómeno. Santos se centró en la seguridad cuando él era quien la encarnaba. El asunto era, más bien, socioeconómico. Según los analistas él debía mantenerse en la zona de confort. Nuestra recomendación: “sal de la zona de confort y asume un tema que, además, el otro no está manejando”.
– ¿Y el candidato?
-La gente cree que todo es el candidato, pero realmente es uno de los diez factores. Y ese candidato debe ser potenciado. Es normal para la gente que un hombre cambie al convertirse en candidato y vuelva a hacerlo al trascender a la presidencia. No quiere decir que te vuelvas inaccesible o te conviertas en estrella, sino que hables mejor, te controles más y seas una visión refinada de ti mismo. Para eso hay métodos que te permiten lograr altos rendimientos. Lo mismo que pasa con los deportistas. Esa búsqueda de la perfección es producto de un esfuerzo técnico. No es que él tenga, intrínsecamente, esas habilidades.
-Pero hay elementos subjetivos. El carisma se tiene o no se tiene
-No…no… esos son terquedades. El que quiere aprende. Tú ves a Santos, antes de la elección, durante y después y encuentras tres hombres diferentes. Eso no quiere decir que lo manipulen los asesores, sino que es alguien que se exige a si mismo mejoría constante porque entiende que no es un producto terminado sino un proceso Y eso te da una humildad que te permite aprender. Si dices “no, así soy yo”, demuestras carecer de la disposición y cuando intentas adaptarte no puedes.
-¿Chávez ha seguido esos pasos?
-Chávez es un actor. Una mezcla de Pastor y actor. Un desfachatado y un descarado capaz de decir una mentira tras otra con insólita facilidad. Finalmente está la comunicación, lo que la gente ve. La publicidad, el slogan, los jingles, las vallas. Pero el otro factor, la estrategia, lo que yo hago, integra todos los elementos de manera coherente. Finalmente está el día de la elección.
-¿Y la guerra sucia?
– El aprovechamiento de los errores del otro, que a algunos les da por llamar guerra sucia o campaña negativa, es, en realidad, lo que en el fútbol se llama contragolpe. Sólo que ahora, en política, agarrar un balón en el medio campo, avanzar y chutar, con el arquero descuidado, lo llaman guerra sucia.
-Esa es una referencia a las acusaciones que hay en tu contra.
-Claro, porque en el contragolpe hemos sido efectivos e implacables cuando el otro comete errores. Entonces la parte afectada se queja, aun cuando el arquero no evitó el gol porque estaba descuidado
-¿Cuáles de esas reglas está cumpliendo la oposición?
-Decírtelo es darle insumos al chavismo y no estamos en un ejercicio académico. Pero si cumples seis de las diez, puedes ganar con un margen pequeño. Si aumentas a ocho, ganas con amplio margen. Tener diez no es tan bueno porque eso desmotiva al electorado. La gente vota cuando hay competencia.
-¿Cuál s el límite que separa, desde el punto de vista ético, la guerra sucia de eso que llamas “el contragolpe”?
-Hay tres conceptos que se mezclan inadecuadamente: la campaña comparativa, la negativa y la guerra sucia. Esta última se refiere a mentiras, temas sobre la vida personal, desvinculados del ejercicio de las funciones del candidato y ataques por la espalda. Las campañas negativas destacan errores y contradicciones. Decir que Chávez es golpista, por ejemplo, no es guerra sucia porque intentó un golpe de estado. Lo mismo ocurre con destacar la violencia que vive Venezuela. Todas esas son características negativas de un gobernante en ejercicio. Y eso es lícito manejarlo porque el electorado tiene derecho a saber. Las comparativas, por su parte, son aquellas que exponen las ofertas y programa de un candidato en comparación con las del otro.
-¿Es adecuado el desarrollo de una campaña que pone el énfasis en los positivo, en los afirmativo, en el futuro?
-Creo que sí. La campaña de Santos fue totalmente positiva. Se nos atribuyó guerra sucia pero no la hubo. Lo que hicimos fue resaltar los graves errores de Mockus
-El dijo que admiraba a Chávez, que extraditaría a Uribe…
-Que iba a combatir a la guerrilla con girasoles, que le iba a bajar el sueldo a los médicos.
-Y eso tuvo un efecto sobre los votantes, pero si denuncias a Chávez como golpista o lo acusas de haber apoyado a la guerrilla…
-Esos no son errores en marcha sino hechos pasados que en la mente del electorado de clase media o alta pueden incidir. Sólo que no le interesa a la mayor parte del electorado. Cuando uno resalta estos hechos ante la masa, ésta lo que reconoce es la distancia entre tu percepción del país y la suya. Entonces, conocer los flancos para un eventual contragolpe es parte de la información. De lo contrario, estás disparando sin mira sobre lo que realmente afecta al electorado.
-¿No crees que Capriles, en ese sentido, está haciendo lo que hay que hacer?
-Creo que sí, pero la oposición, para mí, no es sólo Capriles. En Venezuela hay muchas oposiciones y cada una tiene su rol. No se le puede entregar al candidato la responsabilidad de destacar uno u otro mensaje.
-¿Es posible competir con los recursos, prácticamente infinitos, de un gobierno que carece de escrúpulos?
-Siempre hay una salida. El ejercicio más interesante y por eso me apasiona lo que hago, es entender, en una situación donde siempre habrá ventajas y desventajas, cómo capitalizas tus ventajas y usufructúas las desventajas del otro. La gente va a los partidos de fútbol entre equipos grandes y pequeños porque cree que puede ocurrir un milagro. Y a veces ocurre.
-¿Estamos, entonces, a nivel de milagro?
-Estamos en una situación difícil. No creo que haya mucha oportunidad para dispersiones, ensayos o errores. No tenemos margen de error. Es una lucha de David contra Goliat.
-Una manifestación de nuestra peculiar situación es que aun cumpliendo con los requisitos que mencionaste, no tienes cómo enviar el mensaje porque la mayoría de los medios los controla el gobierno.
-Siempre hay un “cómo” y ese es el terror del régimen. Cuando se dice que yo soy un experto en rumores o en rumorología o técnicas no convencionales de comunicación, no es mentira. Aprendí, cultivé, experimenté y probé ese conocimiento porque ante la carencia de los medios convencionales uno debe disponer de medios alternativos.
-Chávez utiliza políticamente su enfermedad. La oposición no lo ha hecho. ¿Crees que es conveniente hacerlo y aceptable desde la perspectiva ética?
-No creo que se deba utilizar la salud, sobre todo en el estado actual, cuando no se tiene una información fidedigna. Ellos (los chavistas) son quienes han alimentado los rumores con la desinformación. Lo rumores nacen como una reacción natural de la gente ante hechos que no consiguen desentrañar y los niveles de incertidumbre sobre la salud de Chávez existen porque se busca provocar lástima y admiración ante su lucha contra el cáncer. La verdad es que les ha ido bien en capitalizar electoralmente el tema. A Cristina Kirchner le fue mejor en la encuestas a partir de la muerte de su marido porque se victimizó y Kirchner gana las elecciones, desde la tumba, como un efecto Cid Campeador. El voto lástima mueve gente.
-El problema es que no sabes cuánto puede durar esto. Al final se puede imponer la realidad.
-A ellos no les importa y esa es su ventaja. Hacen lo debido en el momento en que deben hacerlo y llevan su posición hasta el máximo. Si Chávez se muere, ya verán.
-Son tácticos, no estratégicos.
-Si ves los cambios de “estrategia” del gobierno te darás cuenta que son diarios. Ellos tienen licencia para declarar cualquier barbaridad, cada quien de su lado, pero todos remando hacia un mismo fin: oprimir a la oposición, generar miedo, mantenernos distraídos, imponernos su agenda y lograr que nuestra moral descienda. Ellos están en un proceso intenso de operaciones sicológicas y manipulación de la opinión pública. Por eso me nombran, porque los pongo en evidencia y se lo que están haciendo.
-¿Tienen miedo de que te incorpores a la campaña de Capriles?
-Claro. Esta guerra sucia que me hacen en La Hojilla, Contragolpe, algunas columnas y José Vicente (Rangel) la extienden a donde yo esté. Si viajo a la Argentina, allá aparecen, si estoy en México lo mismo. ¿O tú crees que la prensa colombiana tenía referencias mayores acerca de mí? No. Es invento, tras invento. Tienen años diciendo que soy de la CIA y me paga el Pentágono. Que participé en la invasión a Irak, en la de Panamá, y hasta en la de Granada, cuando tenía 16 años.
-Si la cosa es así, ¿por qué no convertirlo en realidad?
-Yo he querido. Pero para que uno se pueda incorporar a una campaña hay dos cosas importantes: primero, médico no busca paciente. El día en que un médico me llame y se me ofrezca (“¿necesitas un doctor?”), yo haré promoción de esa manera. A muchas empresas de consultoría les molesta que yo diga eso porque presentan ofertas de trabajo, tienen folletos promocionales, páginas web, relaciones públicas. Pero mi método de trabajo, que hasta ahora ha resultado exitoso, es que yo trabajo con un cliente, logro resultados, él queda contento y me recomienda con otro. Ese ciclo no se ha cumplido en Venezuela porque lo que pasa afuera carece de valor adentro, nadie es profeta en su tierra y la oposición ha comprado el discurso del chavismo. Entonces el chavismo me denuncia como experto en guerra sucia y la oposición dice: ¡Guao! Mejor no nos traemos a éste porque le va a dar mala fama a la campaña. Y ese es el objetivo del chavismo: enrarecer cualquier participación que yo tenga.
-¿Y por qué no trabajas con Chávez?
-El único consultor en América Latina que dice públicamente que no trabaja para todo el mundo y no hay dinero en el mundo capaz de lograr que se alíe con esta gente (el chavismo), soy yo. Ellos me ofertan, se acercan una o dos veces al año y tratan de que yo cambie de bando. Siempre respondo igual: “Dígale al líder del régimen que si quiere que lo atienda como psicólogo, no me puedo negar, pero en cuanto a consultoría política que se olvide porque no creo en un proyecto que le ha hecho tanto daño al país y al hemisferio.
–Dices que la oposición ha comprado el discurso del chavismo en tu caso, ¿crees que eso ocurre a nivel general?
– Cada vez que asomas la cabeza más de la cuenta, el chavismo no sólo te estigmatiza, sino que busca convertirte en un apestado dentro de los tuyos. Y entonces nosotros mismos nos discriminamos. “No me reúno con fulanito porque es de tal partido o con menganito porque es amigo de aquél banquero”. ¿Acaso los chavistas se teletransportaron de una galaxia remota? Todos estos señores participaron en la vida pública venezolana durante muchos años y ahora aparecen como si hubieran borrado el pasado (práctica fascista) y fueran gente nueva.
Fuente: El Universal