“No todo es imagen”, es una de las frases con las que concluye una reciente película mexicana centrada en una campaña electoral, tratando de descalificar el trabajo del asesor de comunicación y de preponderar el contenido frente a la forma. Sin que la frase deje de ser cierta, tampoco se puede negar que una buena estrategia de comunicación e imagen es un factor determinante e indispensable. En un país como México, con un público tan amplio y diferenciado, cualquier mínimo detalle puede significar la ganancia o pérdida de un buen número de votos, más aún teniendo en cuenta la actual influencia de Internet en la política.
En el camino hacia las elecciones presidenciales de julio, Enrique Peña Nieto (PRI), Josefina Vázquez Mota (PAN), Andrés Manuel López Obrador (PRD) y Gabriel Quadri de la Torre (PANAL), recorren un país con una superficie de dos millones de kilómetros cuadrados, más de cien millones de habitantes, y un evidente contraste socioeconómico. Muchos de los votantes vigilan más de cerca que nunca sus movimientos gracias a las redes sociales, otros sólo les observan a través de sus apariciones en la televisión pública, y un gran número de mexicanos conocen sus propuestas únicamente a través de la papelería y la publicidad que encuentren en las calles. No todo es imagen pública, pero desatenderla es un suicidio.
El estudio correspondiente a las preferencias ciudadanas de mayo realizado por Consulta Mitofsky revela que Enrique Peña Nieto sigue encabezando las encuestas, con dieciocho puntos de diferencia respecto a Josefina Vázquez Mota (38,4% y 20,8%, respectivamente). Sin embargo, en diciembre del 2011, la diferencia entre ambos era de veintidós puntos (42% y 20%). Por su parte, Andrés Manuel López Obrador se mantiene cerca del diecinueve por ciento de las preferencias. Gabriel Quadri está cerca del dos por ciento, experimentando una leve mejora tras el primer debate.
El reto de no cometer errores
El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, continúa siendo el favorito para convertirse en el próximo presidente de México, sin embargo, desde finales del 2011, ha sufrido altibajos en los estudios de opinión, debido sobre todo a los errores que ha cometido ante los medios de comunicación, y que las redes sociales se han encargado de maximizar. Con tan alto nivel de notoriedad, Peña Nieto tiene poco margen para construir, por lo que la clave de su éxito será no destruir.
El priísta es conocido por el 97% de los encuestados en Consulta Mitofsky, con un 38% de opinión positiva, la mayor de los tres principales candidatos. En febrero, la opinión negativa sobre Peña era cuatro puntos superior a la de Vázquez Mota, sin embargo, en mayo la opinión negativa de la panista se ha incrementado hasta superar en tres puntos a la del priísta. El mayor reto para el priísta será no cometer nuevos deslices para mantener su ventaja.
Construir para destruir
Consciente de que a Peña Nieto le conviene no cometer errores, la tarea de Vázquez Mota para mantener sus esperanzas es forzar a su principal oponente a errar; por ello, no faltarán nuevos ataques al priísta, pero no serán los únicos deberes del PAN.
Vázquez Mota es conocida por cerca del 90% de los encuestados, su ventaja es que tiene un mayor margen para construir y posicionarse de acuerdo a sus intereses. Las primarias panistas demostraron que Vázquez Mota tiene el apoyo de la base de su propio partido, su trabajo consistirá en asegurar el respaldo de los simpatizantes del PAN y del mayor número de switchers e indecisos.
Construir su imagen en base a su verdadero estilo será su mejor arma contra Peña Nieto, más incluso que cualquier campaña negra, que no hace más que destacar la figura de su oponente y darle voz en la agenda electoral para defenderse mediante sus intereses.
Asumiendo riesgos
El candidato del PRD, López Obrador, es tercero en las encuestas, girando en torno al 20% de las preferencias. Es tan conocido como Peña Nieto, por lo que su margen para construir también es escaso; además, tiene la peor imagen, con el 29% de opinión negativa, aunque este indicador va a la baja desde febrero.
Por todo ello, López Obrador se ve obligado a arriesgar en mayor medida incluso que la candidata del PAN para entrar en la lucha contra Peña Nieto. Ya lo está haciendo, y es que ideas controvertidas como la ‘República Amorosa’ suponen asumir un gran riesgo, pues del mismo modo que pueden captar adeptos, pueden incrementar el número de detractores.
AMLO está haciendo una campaña centrada en sus votantes, con un mensaje claro, como “el cambio verdadero”, y está inmerso, de lleno, en la pelea por el segundo puesto junto a Josefina Vázquez Mota. Sin embargo, al igual que la panista, el objetivo es claro, hacer caer a Peña.
Herramientas de vigilancia
En todas las campañas, los pequeños detalles cuentan, pero en el caso de la que nos ocupa, los últimos acontecimientos han demostrado que cualquier error puede variar la tendencia de los estudios de opinión.
Como demostró el primer debate, cualquier mínimo despiste está sujeto a críticas que tendrán gran visibilidad mediática, por absurdo que sea. Lo mismo ocurrió con el percance que sufrió Peña en su visita a la Universidad Iberoamericana, aunque no haya hecho más que convertirle en dueño de la agenda durante esta semana. O el caso de la llegada de Quadri a un evento en el que hizo creer a los participantes que había viajado en combi, cuando acababa de abandonar su coche blindado.
La gran diferencia respecto a otras elecciones presidenciales mexicanas es que, en esta contienda, los candidatos serán custodiados por una herramienta como Internet y sus redes sociales, capaces de elevar a la máxima potencia cualquier pincelada. Los ciudadanos vigilan cada movimiento de los candidatos, las cámaras de sus smartphones están preparadas para no dejar escapar ningún detalle. El cuidado de la imagen será más valioso que nunca.
Fuente: Imagen Estratégica