Las circunstancias nos están marcando, y por fin nos ha hecho dar cuenta, de la importancia que tiene saber comunicar, entrenarse para cada comparecencia pública y ser conscientes de la fuerza y peso de cada palabra, dentro de los partidos políticos.
Pero, esto es un secreto oculto, especialmente en estructuras de organizaciones políticas partidarias con tradiciones jerárquicas verticales donde cuesta sudor y lágrimas (sobre todo lo último) que se establezca una lógica horizontal con redes que reflejen la nueva dinámica comunicacional. Una dinámica que ya ha llegado. Entonces ¿tienen miedo nuestros partidos políticos a contratar consultores en comunicación formados e independientes?. A continuación pretendo dar algunas razones por las que deberían alejarse de ese miedo.
Creo que coincidimos quienes nos dedicamos al estudio de la comunicación política y al de las campañas electorales, en que lo primero no se dedica exclusivamente a lo segundo, a las campañas electorales. Por lo que siento decirle, candidato/a, que unas elecciones no se ganan en 15 días de campaña. Hoy, ayer y mañana, fueron, son y serán importantes. Se trata del concepto de “Campaña Permanente” (que no significa estar permanentemente en campaña).
Hoy, tener claro el mensaje y dominar las técnicas de impacto y difusión son ventajas competitivas que no nos podemos permitir infravalorar por diferentes razones. En primer lugar, por la saturación de información. Por la diversidad de vías de transmisión y la rapidez con la que cambian. Por la falta de credibilidad que tiene la clase política. Porque los públicos objetivos son cada vez más cultos, más críticos y también más escépticos ante cualquier promesa.
Por estos motivos hacen falta expertos en la materia, hacen falta conocimientos externos de la dinámica de partido. Y es necesaria, muy a menudo, una cierta desimplicación ideológica para ver las cosas con perspectiva. En decir, consultores externos. Porque hoy es necesario profesionalizar el asesoramiento en comunicación y en estrategia política. Y hay que confiar a expertos el aprendizaje de técnicas de comunicación pública y política, igual que lo aplica desde hace décadas la empresa privada para sus profesionales cuando hace falta formación y somos conscientes de ello. En el caso siguiente, muy de actualidad, coincido con casi todos los colegas con lo que he hablado (tuiteado) en las últimas horas de que hay que ser conscientes de la falta de formación en habilidades comunicativas a la hora de una intervención pública, y atajarlo.
Hoy, debemos:
– Dominar el
lenguaje político: Las palabras dicen lo que somos, cómo somos, aún sin pretenderlo. La clave, éxito u objetivo, es elegirlas. Esta elección siempre significa comunicar lo que se quiere (aunque ya sabemos que una cosa es lo que usted quiere decir, otra lo que usted ha dicho realmente y otra muy distinta lo que su público ha entendido), y no es inocente ni casual, revela aspectos muy importantes de nosotros, algo que queramos o no, comunicamos inconscientemente. Así que utilizar frases interminables en lugar de un estilo más sencillo, es elegir qué queremos comunicar. Todo forma parte de nuestro discurso, del flirteo, del flechazo con nuestro interlocutor porque por si no lo sabías, la comunicación es un juego de seducción y seducimos con el lenguaje ya que nada es casual y porque detrás de las palabras, siempre están los gestos.
– El código de los colores, la gramática del gesto, el poder de la voz y todas las técnicas de persuasión que harán que nos escuchen y, sobre todo, nos harán diferentes y auténticos, dos de los atributos imprescindibles para seducir.
– Hoy, tenemos la obligación de desarrollar las habilidades de las personas y representantes públicos mediante entrenamientos rigurosos y eficaces en comunicación.
– Planificar la comunicación personal de cada candidato y de cada personaje público, para adecuarla al contexto y objetivos marcados. No es simple liderazgo sino una forma, personal y inigualable, de liderar. Y eso no se consigue con miedo.
Otra certeza es que la capacidad de comunicación personal es lo que nos permite llegar a los demás, mucho más allá de los argumentos racionales. Nos permite llegar con las emociones. Y esto es lo que de verdad inspira confianza, tiene credibilidad, motiva, anima, influye y moviliza. No hay comunicación neutra, de la misma manera que no se puede no comunicar. Si partimos de estas leyes tan elementales, es mucho más claro tener presente que el control sobre el mensaje que emitimos y dominar la forma de transmitirlo, son habilidades esenciales para liderar. Y sin liderazgo no existe credibilidad. Y sin credibilidad, no generas confianza. Y sin confianza ¿qué queda?.