Por: Daniel Eskibel
Las inquietudes que los políticos tienen en temas ajenos a la política pueden influir positivamente en el cerebro del votante. No se trata, por supuesto, de que un determinado interés artístico vaya a provocar en sí mismo el voto del elector ni que vaya a eliminar el rechazo hacia un dictador. Nada de eso. Pero sí se trata de un matiz que será introducido en una variable que tiene su importancia para el elector: la personalidad del candidato o gobernante.
Tampoco será el elemento más importante en esa variable: de hecho lo que más valora el elector en la personalidad del político es la energía y la simpatía.
Pero el detalle artístico, cultural o deportivo le da una nota de color a esa personalidad, le proporciona un detalle que lo humaniza, lo acerca y lo hace más recordable.
Me refiero entonces a matices y detalles, que pueden ayudar a una buena construcción de imagen pero que ni por asomo constituyen su núcleo duro.
¿Cómo ayuda ese detalle cultural?
Pues entrelazando al político en la cadena de redes asociativas del cerebro del votante.
Sabido es que el cerebro humano funciona en base a redes de elementos que se interconectan unos con otros: imágenes, recuerdos, fantasías, deseos…
La preferencia literaria o musical o cinematográfica o pictórica o deportiva del político, si se hace muy notoria, permite que ese político integre no solo las redes asociativas vinculadas a la politica que cada elector tiene…sino también otras redes más personales y que hacen a las preferencias del elector.
Si un político jerarquizara su pasión por las novelas de Antonio Muñoz Molina, por ejemplo, entonces su imagen podría ser más fácilmente evocada por una simple asociación mental por todo aquel elector que tenga referencias sobre el novelista y que por lo tanto lo tenga incorporado a sus redes mentales.
Hay que tener en cuenta que no existe área de interés que convoque la sensibilidad universal de todos los electores.
Aunque sí puede decirse que algunas de esas áreas son especialmente potentes.
La música, por ejemplo, tiene una enorme potencialidad para despertar emociones y para construir estados de ánimo.
Si el elector percibe que el político disfruta de la misma música que él…pues entonces supone que siente algunas cosas de la vida del mismo modo que él.
Y ese sentir es muy fuerte.
El deporte es otro caso interesante, ya que despierta pasiones y hasta cierto sentido tribal muy primario e irracional.
Y si el elector siente esa especie de tribalidad compartida con un político, pues de hecho se siente mucho más cerca de él.
Las aficiones y los gustos dicen mucho sobre la personalidad del político
Claro: dicen mucho sobre la personalidad de cualquier ser humano.
Si pudiéramos ‘mapear’ esas aficiones de una persona tendríamos un paisaje muy ilustrativo acerca de su manera de ser, de sentir, de actuar y de pensar.
Tal vez en el fondo es lo mismo que hace Google cuando nos ofrece publicidad y contenidos personalizados en función de nuestros recorridos por la web…
La comunicación política puede (y tal vez debe) incluir estos elementos del político porque ayudan a visualizarlo, justamente, como ser humano, como persona más allá del personaje y su función pública.
Fuente: Maquiavelo&Freud