ARTivismo: nueva política

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Por: Antoni Gutiérrez Rubí

Los modelos y los actores tradicionales anclados en viejas fórmulas para la acción política no parecen encajar en la demanda de una ciudadanía organizada en red. Por un lado, internet favorece la organización de la acción política desde la base ciudadana a menudo desde su vertiente más crítica. La creatividad, en este contexto, juega un factor decisivo para empoderar a los afines al movimiento. Por otro lado, las TIC desarrollan un papel clave en la forma de comunicarse de estos movimientos, utilizando recursos gráficos, visuales… con gran riqueza expresiva, y que se difunden con gran rapidez.

En definitiva, el uso de un lenguaje más rico permite un diálogo distinto entre ciudadanos que representan una nueva forma de entender el compromiso político y social, más allá de la oferta que incentivan los partidos políticos tradicionales.

La nueva y creativa plasticidad de recientes protestas sociales reclama más reflexión y atención. Hemos visto la renovada emergencia de la poesía política, la irrupción de los coros para la denuncia, el uso inteligente de datos y visualizaciones, o el simple uso del silbato o del grito como nuevas armas democráticas para la respuesta cívica y la denominada neopolítica. Nuevos registros visuales y presenciales a los que hay que añadir la ebullición del activismo en la Red. Cuando las calles hierven, las redes queman. En Turquía, una nueva forma de protesta, quedarse inmóvil, de pie, durante horas, encontró rápidamente ejemplos en otras partes del mundo. No es algo nuevo, en realidad, pero la Red, a través de su difusión exponencial, y de las imágenes e iconografías compartidas millones de veces, hace que esa acción sea hoy repetida como forma visual de protesta.

La presión a los gobiernos y a los políticos no se hace “solo” en los Parlamentos, por parte de la oposición, sino a través de acciones de pequeños grupos e individuos en solitario, uno a uno, que consiguen presionar al gobierno a través de la fuerza de la opinión pública. Sus acciones, grabadas en video y difundidas en la red, permiten su rápida viralización.

Una sociedad cansada de contenidos políticos triviales, como discursos o aburridos actos, encuentra en el ARTivismo una fuente de expresión distinta, rica en matices, que llama su atención y que consigue que ese acontecimiento o iniciativa por muy minoritario que sea, si es innovador, divertido o impactante…, sea difundido exponencialmente.

El ARTivismo se basa muchas veces en el factor sorpresa para enfatizar su mensaje. Es el caso del bombardeo de ositos de peluche lanzados en el cielo de Minsk, en Bielorusia, con críticas al gobierno; el de las grandes estatuas de hielo que se derretían, como forma de protestar por el cambio climático en diferentes cumbres internacionales de los últimos años; o el de las personas encerradas en grandes burbujas transparentes por las calles de Copenhague, para llamar la atención sobre la estigmatización de los enfermos de SIDA en Dinamarca.

Las protestas y manifestaciones sobre estos temas (cambio climático, críticas al gobierno de turno, etcétera) se han llevado a cabo durante años y en distintos países. Es ahora, con una gran creatividad y plasticidad, como han conseguido hacerse eco en la red, lo que ha llevado a ser mostradas por los grandes medios de comunicación. Una acción, que, vista y repetida miles de veces, hace que ese mensaje nos llegue con toda su fuerza.

La nueva política no se puede entender sin alguna de estas acciones, que se manifiestan a favor o en contra de un determinado gobierno y/o políticas. Es un elemento de reivindicación, pero también puede ser impulsado como una iniciativa de gobierno (como la promovida por el alcalde de Tirana cuando se pintó todo un barrio de colores, haciendo de este un lugar más amigable, habitable y recorrido por los turistas).

La creatividad y la innovación son la base de la buena política.

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Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez-Rubí