Campos, un final trágico para una joven promesa

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Eduardo Campos y Marina Silva, durante un acto de campaña en las calles de Porto Alegre.

Por: Luis Tejero

La política brasileña ha perdido a una de sus grandes esperanzas. Eduardo Campos, ex ministro de Lula, ex gobernador de Pernambuco y líder de la recién creada tercera víaha muerto en un accidente de avión en Santos (São Paulo) a sólo siete semanas de las elecciones presidenciales.

Campos había sido padre por quinta vez en enero, acababa de cumplir 49 años y el azar ha querido que falleciera un 13 de agosto igual que su abuelo, el también ex gobernador Miguel Arraes.

Además del terrible drama personal, que incluye la muerte de cuatro asesores y dos pilotos, la tragedia supone un golpe de consecuencias imprevisibles para el futuro inmediato de Brasil. Campos no estaba llamado a ganar las elecciones del próximo 5 de octubre, pero su apoyo en las encuestas sí parecía suficiente como para forzar una segunda vuelta el día 26 del mismo mes.

Campos, que presidía el Partido Socialista Brasileño (PSB) y era el gobernador más popular hasta que dejó el cargo para saltar a la política nacional, llevaba todo el año oscilando entre el 6% y el 13% en los sondeos de intención de voto. Los estudios más recientes indicaban que se había estabilizado en torno al 8%. Eso lo colocaba en tercer lugar entre los candidatos al Palacio de Planalto, por detrás de Dilma Rousseff (36%) y del senador opositor Aécio Neves (20%).

En una hipotética segunda vuelta, no estaba claro si Campos respaldaría a Aécio para poner fin a 12 años de Gobierno del PT o si, por el contrario, preferiría favorecer un segundo –y último– mandato de Dilma para volver a presentarse como candidato en 2018 con más posibilidades de victoria.

Marina Silva, ¿la alternativa?

En cualquier caso, todo eso ya es historia. El accidente de avión se ha llevado por delante la prometedora carrera de Campos y ahora el PSB tiene 10 días para nombrar a otro candidato de sus mismas siglas o de alguno de los partidos que integran la coalición Unidos pelo Brasil.

La opción obvia es Marina Silva, ex ministra del Gobierno Lula igual que Campos, aunque más conocida que él por haber sido ya candidata en 2010. Marina fue la gran sorpresa de aquellas elecciones presidenciales con casi 20 millones de votos y quería intentarlo de nuevo este año, perono logró registrar a tiempo su nuevo partido. Por eso tuvo que renunciar a su proyecto y aceptó aliarse “temporalmente” al PSB para concurrir como número dos de Campos.

En abril, la última vez que la encuestadora Datafolha planteó un escenario que incluía a Marina entre los aspirantes, la intención de voto a la ex ministra llegaba al 27%, muy por delante de Aécio y con serias posibilidades de competir en una eventual segunda ronda contra Dilma.

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Con esos números, y teniendo en cuenta el previsible impacto emocional de la tragedia entre el electorado, no es arriesgado pensar que la candidatura de Marina puede dar un vuelco a la campaña brasileña. ¿Tanto como para dejar a Aécio fuera de la segunda vuelta o incluso frustrar la reelección de Dilma? Todavía es pronto para saberlo. Las repercusiones políticas de la muerte de Campos ya han comenzado a verse con la suspensión de la campaña de sus antiguos adversarios, pero su alcance real no se notará hasta dentro de dos o tres semanas.

Para el PSB será difícil encontrar otro rostro tan conocido y tan popular como el de Marina, aunque nada garantiza que ella será la candidata. Como recuerda acertadamente José Roberto de Toledo, ahora es el momento de dar el pésame a la familia Campos y pedir cautela a los demás candidatos. Por delante quedan siete largas semanas para analizar unas elecciones teñidas de luto.

Fuente: Blog de Luis Tejero