Por: Daniel Eskibel
Las campañas electorales de nuestro tiempo son distintas a lo que fueron antaño. Porque las elecciones son cada vez más abiertas y competitivas. Porque los electores han cambiado mucho y son cada vez más independientes e imprevisibles. Y porque los medios de comunicación han vivido una verdadera revolución.
En este nuevo contexto han surgido nuevas formas de hacer campañas electorales. La modernización y la profesionalización han ganado espacios y ha emergido con mucha fuerza la figura del consultor político.
Veamos algunos puntos básicos a tener en cuenta al analizar la relación entre el consultor político y el candidato.
- El candidato es quien toma las decisiones políticas.
- El consultor, y otros asesores, hacen justamente eso: asesoran. No deciden.
- Cuando el candidato se asesora no somete su voluntad al asesor. Asesorarse no es obedecer.
- Tampoco el consultor está para hacer mandados comunicacionales sino para ser consultado.
- El candidato y el consultor deben tener una comunicación fluída, respetuosa y franca.
- Los conocimientos especializados del consultor deben agregar valor a la campaña electoral.
- Cuanto menor sea el contacto del consultor con el aparato político, tanto mejor.
- El consultor debería trabajar directamente con el candidato, sin intermediarios.
- No es bueno que el consultor aspire a cargos políticos.
- Tampoco es bueno que políticos del entorno del candidato aspiren a sustituir al consultor.
- Cuanto menor la exposición pública del consultor en la campaña, tanto mejor.
- El consultor debe tener una metodología clara de trabajo.
- Es apropiado que el consultor cumpla una función didáctica sobre algunos asuntos de campaña.
- La capacidad de negociación es una virtud importante tanto para el candidato como para el consultor.
- El consultor no debe guiarse por sus propios gustos estéticos y publicitarios sino por los del público objetivo.
- El candidato tiene que saber escuchar. También el consultor.
- Agregar valor a la campaña es el cometido del consultor. Nunca puede prometer triunfos.
- Muchas veces asesorar implica presentar más de una alternativa para que sea el candidato quien resuelva.
- La lógica de pensamiento y acción del consultor es siempre diferente a la del aparato político.
- El consultor no tiene por qué coincidir ideológicamente con el candidato.
- La derrota nunca es culpa principal del consultor. Sus causas son múltiples.
- El triunfo nunca es mérito principal del consultor. También sus causas son múltiples.
- La confrontación entre el consultor y el candidato es siempre estéril.
- Nunca es bueno enamorarse de las propias ideas. Conduce a la rigidez.
- Para cada problema hay más de una solución correcta.
- El consultor debe velar porque la campaña sea una línea recta en materia estratégica.
- Tener claros los mecanismos para la toma de decisiones es vital para cualquier campaña electoral.
- El consultor no debe estar sobre-saturado de información política. Muchas veces “menos es más”.
- El candidato no debe sustituir las opiniones políticas de su gente de confianza por las opiniones del consultor.
- El consultor debe mantener el profesionalismo en todos los momentos de la campaña.
Este listado no agota el tema, por supuesto. Pero puede ser un punteo inicial para pensar más en profundidad un vínculo esencial en las campañas electorales modernas.
Fuente: Blog Maquiavelo y Freud