En la Puerta del Sol de Madrid se encuentra, desde 1950, el denominado kilómetro cero de las carreteras radiales españolas. Es aquí, en este punto simbólico y concéntrico, donde Podemos hizo algo más que una demostración de fuerza extraordinaria. Mostraron liderazgo, algo escaso en la política española. Lideran las redes, los platós, el momentum, la agenda política y —ahora, también— las calles. El próximo reto: las urnas. El círculo de la marca Podemos se mimetizó con este punto central. Círculo, radio, centro. Todos a Madrid, por carretera, desde cualquier lugar. Marca y marcha. Espacio y evento fueron uno. Más metafórico, imposible. De nuevo, las formas son fondo.
En muchos países existe el kilómetro cero. La más famosa de estas localizaciones es la delMilliarium Aureum, ubicada en el Foro de Roma. Se consideraba que todos los caminos comenzaban en ese monumento y todas las distancias del Imperio se medían en relación a ese punto. De ahí la frase: «todos los caminos conducen a Roma». En Podemos, todos los caminos conducen a una persona, más que a un punto. El círculo es Podemos, el centro es Pablo. Todo conduce a Iglesias que ayer, una vez más, mostró sus cualidades como orador político y, especialmente, como líder de masas con todas sus consecuencias, también algunas de ellas potencialmente negativas: hiperliderazgo mesiánico, seguidismo acrítico, fascinación icónica… Aunque él ya lo sabe.
Podemos se enfrenta a su peculiar kilómetro cero en el próximo ciclo electoral. Las elecciones andaluzas serán un indicador de su crecimiento. En menos de un año han pasado de ser una idea de laboratorio, inspirada incluso en la literatura fantástica y de ficción, a una realidad política indiscutible e insoslayable. Nada se podrá hacer ya sin, contra, o con Podemos. Las aritméticas parlamentarias y nuestro sistema electoral situarán a esta formación política en todas las ecuaciones. Sea para sumar o restar. El reto de Podemos es afrontar que su capacidad política voraz, junto con su apuesta ideológica no reformista, despierta todos los recelos, envidias, miedos y… generará alianzas contra natura de todos contra ellos, contra Podemos. Ese es el desafío.
Hoy, más que nunca, su nombre es algo más que una promesa movilizadora: es su oferta. Juegan a todo o nada. Tanta audacia es reveladora de por qué los sueños (palabra ayer repetida constantemente) son reales cuando inspiran la acción. El poeta Goethe lo explica muy bien: «En todos los actos de iniciativa (y creación) hay una verdad elemental, la ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes: pero en el momento en que uno se compromete definitivamente a sí mismo, entonces la providencia se mueve también. Lo que puedas hacer, o soñar, comiénzalo. La audacia tiene genio, poder y magia en ello». La audacia tiene poder…
Decía ayer Mariano Rajoy que espera que la «radicalidad, tan de moda hoy, dure poco tiempo en España». Creo, sinceramente, que sigue sin entender lo que sucede. Esto no es una moda. Ni el tiempo la cura. Tampoco parece que tenga otra idea mejor que… esperar. Demasiado poco análisis y poca respuesta inteligente para tanto cambio y novedad. Los que crean que el suflé bajará, se equivocan, me parece. No porque no pueda suceder, sino porque aunque esto sucediera, nada volvería a ser igual.
Rajoy ayer también exploró otra línea, más activa y menos confiada. Espetó a Iglesias, buscando ya el combate cuerpo a cuerpo, a que sea el líder «de los tristes», y de los que «pintan una España negra» con el objetivo de sustituir al actual Ejecutivo. El presidente del Gobierno esbozó para 2015 un escenario de crecimiento económico y recuperación en España, frente a los que pronto llamará profetas del desastre. El combate por las emociones será clave en este ciclo. Los tristes no ganan elecciones, creo. Ganará quien despierte ilusión. ¿Miedo o confianza? Ambos buscarán etiquetar al adversario con la negatividad. El combate estratégico será colosal. Iglesias lo ha intuido bien cuando apela, constantemente, a la sonrisa como respuesta.
Rajoy e Iglesias parecen líderes atrapados por su personalidad. El primero, resiliente. El segundo, combatiente. Rajoy espera. Y va lento. Iglesias tiene prisa. Y va rápido. En la cultura digital, se repite una frase de Nikesh Arora: «La competencia en el futuro no será entre grandes y pequeños sino entre rápidos y lentos». Pues eso: un pequeño rápido, puede ganarle a un grande lento. También en política. Todo empieza en el kilómetro cero.
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Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez-Rubí