¿Entiendes el trabajo de tu diputado?

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Por: Carlos Gutiérrez Argüello

Preguntando en las calles, me encontré con diversas opiniones sobre la labor de un diputado. Muchos ciudadanos están consientes de la importancia del trabajo en la Asamblea Legislativa y las personas que se encuentran fungiendo como servidores públicos, por medio de un sistema democrático y de votación.

Pude averiguar que algunos emiten su voto estando consientes que su elección definirá a sus futuros representantes sobre el suelo legislativo, formando leyes y acuerdos que pueden llegar a beneficiar al país. Otras realmente votan por cumplir y dar valides a su derecho, a pesar de no ser totalmente conocedores del trabajo que realizan y por último es una variedad de opiniones, relacionadas a dinero fácil, viajes, riquezas, tierras, mujeres y “promesa” no cumplidas.

En muchas ocasiones el diputado es la persona que tiene todo y al mismo tiempo, no tiene nada. Esto se debe a que puede contar con el mayor apoyo político y no con los recursos económicos para su accionar. A veces sucede totalmente lo inverso, o no se posee ninguna de las dos opciones. Siendo  el escenario ideal, cuando el individuo posee un amplio capital y poder político con el efecto de cumplir a cabalidad con su gestión.

En un informe de la Universidad de Salamanca, en colaboración con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), reveló un estimado del  76 por ciento de ocasiones,  donde el diputado sostiene un mayor poder político distribuido en determinadas secciones partidarias y  el resto del mercado electoral, en comparación a su posibilidad económica, dentro del contexto latinoamericano.

Un aspecto a considerar es que los ejes de las campañas para diputaciones, en su mayoría se basan en temas locales; sin embargo, trabajan temas nacionales. Por eso mismo, el diputado tendrá que demostrar un apropiado balance entre las personas que lo eligieron y  la agenda nacional.  Un desbalance en la labor, lleva consigo la constante queja por parte del público electoral. Una molestia que puede ser descrita por el público salvadoreño, de una forma muy coloquial, “viene, hasta que San Juan baja el dedo”; es decir, re-inicia su labor únicamente en periodo electoral.

El hecho que un diputado no atienda en forma constante  la comunidad o sectores por los cuales fue elegido, demuestra falta de preparación, desbalance en su gestión e irrespeto a las personas que depositaron su confianza, por lo que debería de ser retirado de su gestión política tras convertirse en un representante no digno y una amenaza a su propio partido por brindar la oportunidad a su competencia de ganar terreno electoral.

Con los aspectos previamente estipulados resalta la pregunta, ¿cómo debería de trabajar un diputado?
El primero de ellos es identificar los sectores o territorios, donde tuvo la mayor aceptación, seguido por reconocer los lugares que demuestran una afinidad a su persona. Posteriormente realizar un análisis de su incidencia política con el objeto de definir a personas, instituciones y empresas claves que ayudan a su labor. Finalmente planificar, realizar y medir su labor local, sin dejar de lado la agenda nacional.

Dentro de su ejercicio como servidor público, el diputado se convierte en un intermediario o mejor dicho “un abridor de puertas”; otorgando oportunidades de bienestar a las personas que lo eligieron y al resto de electores dentro de una visión de país.

Definitivamente hay muchos aspectos que pueden llegar a  ser mencionados, tales como el trabajo de comisiones, relaciones internacionales, análisis de leyes, creación de propuestas, entre otros.

Como recordatorio, todo servidor público se debe a las personas que lo eligieron, donde el elector cuenta con la plena potestad de reclamar, corregir o elogiar al diputado de su elección; principalmente cuando emitió el voto.

Por estas razones es de gran importancia que los diputados entiendan la labor a realizar mediante un análisis de su situación, tomando en cuenta sus posibilidades, con el efecto de trabajar a favor de la población; especialmente cuando el elector se ha vuelto mucho más crítico y racional.