Por: Daniel Eskibel
Hay campañas electorales que despegan, vuelan por todo lo alto y aterrizan con las bodegas repletas de votos. Son las menos, se sabe. Y suelen ser la envidia de todo el vecindario. Porque la mayoría de las campañas se caen a pique y se estrellan contra el suelo, vacías y derrotadas.
La lección del piloto
Pablo es piloto de LAN Airlines, la emblemática compañía de aviación con sede en Santiago de Chile. Joven pero experimentado y excelente piloto.
La historia ocurrió hace muchos años, cuando Pablo era muy jovencito y piloteaba pequeñas aeronaves que hacían vuelos internos en su país. Ya tenía muchas, pero muchas, horas de vuelo. En caso contrario no me podría haber contado lo que sucedió. Y ya era muy buen piloto, como verás.
Pablo venía volando normalmente. Llevaba 1 pasajero. Solo uno. El combustible se suponía que alcanzaría hasta las 4 horas y 15 minutos de vuelo. Recién llegaba a las 3 horas y media y el aeropuerto no estaba muy distante. Todo era normal.
Aunque…
Todo era normal hasta que el indicador del nivel de combustible quedó pegado al 0 (cero). No podía ser. Seguramente el indicador fallaba. Pero…
Todo podía seguir siendo normal hasta que, efectivamente, el avión se quedó sin combustible. Allá arriba, allá en lo alto, volando…¡y sin combustible!
La perspectiva era claramente oscura, si cabe. El horizonte cercano era la caída. Caída en picada hacia abajo, hacia ese duro suelo que parece tan lejano pero que se alcanza tan rápido. Pero el piloto apeló al último recurso. El que le salvó la vida y el avión y la vida del pasajero.
¿Dónde está el combustible? En las alas. ¿Qué hacer? Mover con fuerza las alas hacia arriba y hacia abajo, sacudiendo literalmente al avión para que los restos de combustible circularan hacia el motor. La maniobra funcionó y el avión volvió a encenderse. Se apagó de nuevo y vuelta a lo mismo. Y así hasta llegar al lugar correcto para bajar planeando al aeropuerto. Sanos y salvos.
¿Dónde está el combustible que mueve al voto?
Si sabemos dónde está el combustible, tendremos más posibilidades de moverlo hacia el motor. Esa es la clave.
Pero, ¿dónde está ese combustible que echa a andar al voto?
Algunos piensan que en el propio candidato. Por su carisma, por sus ideas, por su voluntad, por su capacidad de trabajo…Todo muy importante, sí. Pero no. No es el combustible que pone en marcha los motores del voto. En todo caso el candidato sería el aeropuerto mismo, el destino del avión.
Otros piensan que el combustible está en los técnicos que trabajan en las campañas electorales. Publicistas, consultores políticos, especialistas en comunicación…También muy importantes, sí. Pero tampoco. No son ellos. En todo caso son parte fundamental de la tripulación del avión.
¿Y entonces?
El combustible está en el cerebro del votante.
Atento torre de control. Repito: el combustible está en el cerebro del votante. Esas son las alas de la campaña que hay que mover: los hemisferios cerebrales.
Quiere decir que tanto el candidato como todo su equipo de campaña tendrán que poner todo su oficio, toda su atención, toda su inteligencia y todo su trabajo en una misión única: lograr que el cerebro del votante encienda la decisión de voto.
Es así. La campaña que activa el cerebro del votante y lo pone a andar, esa es la campaña que vuela más alto y aterriza más seguro. Esa es la campaña que gana.
Las demás, lamentablemente, se van a pique.