Por: Javier Urrea Cuéllar
En 1972 existían ochenta y ocho grandes maestros del ajedrez. En 1991, cuando se desintegró la Unión Soviética, los nueve primeros jugadores del mundo eran soviéticos. En consecuencia, los jugadores formados en la URSS llevaban siendo campeones mundiales durante cuatro décadas anteriores, a excepción de tres. En la actualidad existen más de mil doscientos grandes maestros del ajedrez y cada vez se encuentran más competidores procedentes de diversos países y entornos, capaces de escalar en lo más alto de la clasificación mundial. ¿Cómo se explican estos cambios en la jerarquía mundial del ajedrez?.
Moisés Naim, en su libro el Fin del Poder, lo describe gracias a la revolución digital. Desde hace un tiempo los ajedrecistas tienen acceso a programas informáticos que les permite simular millones de partidas con los mejores jugadores del mundo. También pueden utilizar un software para calcular las repercusiones de cualquier posible jugada, pueden examinar jugadas en situaciones diferentes y estudiar las tendencias de jugadores concretos.
Las elecciones ya no son lo que eran. Las estrategias cerradas y tradicionales ya no son suficientes porque la revolución digital amplió el horizonte de las campañas electorales en el mundo y abrió nuevas posibilidades para candidatos de cualquier origen, partido o ideología.
La revista Time dio a conocer lo que se bautizó como “La Cueva”, el arma secreta de Obama tras su victoria en la elecciones presidenciales de 2012. Durante año y medio un equipo de estadísticos, matemáticos e informáticos recabaron y ordenaron en una misma base de datos toda la información que se tenía sobre los votantes y simpatizantes de los Estados Unidos de América. Obama venció a Romney porque conocía el país mejor que su adversario. No sólo desde un punto de vista estadístico y general, sino que además conocía a sus votantes, sus motivaciones, sus opiniones, y sabía cómo llegar a ellos.
Una posibilidad para que los equipos de campaña concentren sus recursos y estrategias en donde son más eficientes es a través de las herramientas informáticas de gestión electoral. ¿Se imagina poder controlar en tiempo real la evolución y comportamiento del voto? Es posible por medio del marketing geográfico. El geomarketing funciona como una herramienta estratégica donde el conocimiento previo del candidato y de su equipo, sobre el adversario y el entorno en el que se va a producir la contienda, juegan un papel fundamental en la toma de decisiones.
También existen software y programas informáticos para la geolocalización de votos. Es lo más parecido a utilizar un sónar para localizar los bancos de peces, con la ventaja que en materia electoral, se puede georeferenciar el voto duro (ese voto que no cambia y siempre está ahí), el voto disputable (ese voto que se debe ganar) junto con las zonas de oportunidad, y el voto oponente (el cual debe ser contrarrestado o paralizado).
Los sondeos, las encuestas y los estudios de opinión son preponderantes pero no suficientes. Hoy en día cobra fuerza la hipótesis de que en cuanto más se sabe del votante, mayor posibilidad de victoria electoral. Utilizar herramientas informáticas para saber qué hace, qué quiere y dónde está el votante, son los objetivos vitales del estratega electoral.