Por: Diana Rubio
La campaña permanente es una constante en los ciclos políticos, pero necesitará de momentos de control y de promoción que muevan los tiempos de actuación.
En esos momentos de promoción, las elecciones ocupan un lugar privilegiado y podríamos definirlas como una sucesión de eventos para persuadir a los públicos, generar contenido y crear opinión pública.
La celebración de estos eventos, conllevan una serie de dinamizadores que apoyan los discursos y propuestas electorales de los partidos que se presentan, de los candidatos y de sus políticos mas representativos, donde las siglas partidistas, los colores y los himnos enmarcan momentos de éxtasis y motivación política.
Junto con esos propósitos que los actos electorales tienen, se entremezclan otros objetivos que están directamente conectados con el candidato, el cual, deberá aprovecharlos para mostrar su cara mas empática o su perfil como representante, siempre pensando en una compensación en votos el día de las votaciones.
En esta tarea que los candidatos tienen y que los eventos enmarcan, hemos visto las dotes de éstos en cuestiones musicales, donde el tocar un instrumento como el saxofón o la batería hacen levantar a todo un auditorio de votantes e incluso el cantar seduce al electorado como flautista de Hamelín de los cuentos, sin olvidar aquellos videos publicitarios en los que el candidato únicamente baila, y que sin conseguir los resultados esperados, consiguió ser la sensación durante la etapa electoral.
Pero si de algo se ha hablado en las ultimas semanas es del órdago independentista en las elecciones catalanas, junto con las dotes coreográficas del candidato socialista en sus actos de campaña, convirtiéndolo en tendencia en las redes sociales, protagonista de memes varios y donde han corrido ríos de tinta acerca de si su actuación era la mas adecuada para su partido y para su imagen.
Lo que resulta curioso, es que esta maniobra tachada de electoralista, ha conseguido que el candidato socialista cope la información y fomente la memoria a corto plazo que las elecciones sacan a relucir; Si tiramos de hemeroteca, vemos que no es ni la primera que los bailes aparezcan en los actos electorales y apuesto porque tampoco será la última.
Muchos han sido los candidatos que se han animado a echarse unos bailes en sus actos, cuestión que también dependerá del propio carácter del político, del momento en el que se encuentre, de su ánimo y de si la canción que suena les invita a moverse. Queda claro que la celebración de eventos ayuda a mostrar caras de los candidatos que en otras situaciones, no sería posible.
Por tanto, considero que en un momento en el que las formalidades estrictas dan un paso atrás, estas actuaciones colaboran positivamente en las tareas de personalización, caracterización, diferenciación y humanización de la política, siempre en el contexto de la celebración de la campaña permanente.
Fuente: Blog Política y Protocolo