Por: Diana Rubio
Tras las elecciones catalanas y reflexionando con un poco de distancia sobre lo acontecido en estos últimos días, llego a la conclusión de que la vieja política se encuentra en pleno proceso de agotamiento, dando protagonismo a nuevas caras, nuevos líderes y nuevas visiones de futuro con las que mirar cara a cara a la política y a la democracia ciudadana que cada vez toma mas cuenta y ejerce mas control.
Dentro de la comunicación política, asistimos a la nueva imagen de la política, cada vez mas profesionalizada, donde el aportar valores diferenciadores basados en los intangibles de la comunicación, también provoca que los partidos políticos sean mas competitivos entre si, y a su vez, marquen la distinción a través de su mensaje, su transmisión y la persona que los realiza.
Debemos recordar que la utilización del protocolo y los eventos como elementos de la comunicación, se encuentran a medio camino por varios motivos, primero por que su puesta en escena no termina de encajar con la imagen que desean dar los partidos y en segundo lugar, porque se dejan llevar por modas que poca consonancia tienen con el mensaje, llegando a desvirtualizarlo de tal manera, que pierde su esencia.
La organización de eventos y la implementación del protocolo sirven para contextualizar y potenciar, siempre que se haga de manera profesional y responsable, los mensajes e imagen de los partidos, dando aún mas fuerza a los eslogans, las propuestas y por consiguiente, los candidatos. Entre sus beneficios, tampoco podemos dejar de resaltar que su puesta en marcha genera contenido e información para los medios de comunicación.
En ese afán por demostrar la diferencia en los eventos durante esta campaña, hemos visto que la diversificación ha estado basada en los mitines al aire libre y los realizados en espacios cerrados, con escenografías similares donde el cambio se ha encontrado en el color, la utilización de símbolos y los actores políticos.
Algo que considero deberían tener en cuenta, es la utilización de la luz, ya que existe una tendencia a iluminar los macroeventos como si de una obra de teatro se tratase, con luces dirigidas sólo a quienes hablan. Este modo de proceder daña la imagen del candidato, ya que es mas un actor que un cargo político y la cobertura mediática de los mismos también se verá afectada.
En el mismo sentido, la utilización de maxiletras, como las que se ven en las bodas, ayudan a reforzar la palabra clave en los mitines de campaña, pero abusar de ella también tiene consecuencias nefastas para los discursos y mensajes.
Los eventos micropolíticos también han estado presentes, pero han ocupado menos espacio en los medios, debido a la uniformidad en su puesta en marcha por los partidos que participaban en esta campaña.
Si hacemos referencia al protocolo, ésta herramienta ha destacado por su escasez durante estas elecciones, pero sí ha tenido un protagonista total; la bandera.
Hemos presenciado la incívica pelea de banderas en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona y la falta de conocimiento a la hora de colocarlas en los eventos de la campaña, incluso cómo han su mala colocación durante las declaraciones formales de Pedro Sanchez como actor político como si del Presidente del gobierno se tratase, con una puesta escena descuidada, y la colocación de las banderas errónea, dando prioridad a la Unión Europea, han dado menos fuerza a sus declaraciones.
Por tanto, la correcta ejecución del protocolo y la profesional organización de eventos, genera también imagen, impulsa el mensaje, crea identidad y fortifica la reputación, unos intangibles que en comunicación, nunca se deben pasar por alto.
Fuente: Blog Política y Protocolo