Por: Isidro Baillard
Del programa de Jimmy Fallon van a John Oliver, Stephen Colbert o Jimmy Kimmel, sin dejar de pasar por el Ellen Show. Los “Late Night Shows”, son una institución en Estados Unidos. Producen en la explosiva dinámica americana. Entretienen presentando la actualidad con humor. Se ríen de todo y con todos (los candidatos).
Siempre se dice que no se puede ser candidato a presidente de los en Estados Unidos sin el apoyo de alguno de los dos partidos mayoritarios y los financistas suficientes para la campaña. Aunque, viendo que todos los candidatos pasan por los “Late Night Shows” (y la mayoría haciendo un buen papel), podemos decir que para ser competitivos, también se necesitan ciertos dotes de Showman televisivo.
A todos se les nota mucho entrenamiento para hacer el mejor papel posible. Están transgrediendo los géneros televisivos que “por naturaleza” son políticos, para mostrarse distendidos, frescos, capaces de reírse de sí mismos y hacer reír. Están bien asesorados. Tienen en cuenta la máxima de Marshall Mc Luhan que decía: “El medio es el mensaje”, lo que significa que cada tecnología de comunicación cuenta con una lógica propia, compuesta por un lenguaje y ciertos códigos que determinan que se puede hacer y que no en ese canal. Por lo que el mensaje que se quiera dar, terminará siendo determinado por la tecnología que se utilice para transmitirlo.
Es verdad que son ambientes muchos más frívolos, el canal de comunicación así lo determina. Pero no debemos escandalizarnos por ello, no hay que verlo como la barbarización de la política sino como la politización de la cultura pop. En televisión no hay tiempo para discutir en profundidad un programa, ni para filosofar sobre las políticas y valores que necesita nuestra sociedad. Su función pasa por otro lado. Los políticos van a entretener y, sin salirse de ese rol, deben ser audaces para transmitir su ideología. ¿O a alguien se le ocurriría decir que Charles Chaplin frivolizó el marxismo en “Tiempos Modernos” o que Quino livianiza la política porque las críticas de Mafalda no superan a una viñeta?.
Está claro que ni la televisión ni el humor son los canales más eficientes para discutir sobre ideologías o un programa electoral. Para eso existen las reuniones, los mítines, las herramientas de
Algunos ejemplos:
En el siguiente vídeo, se lo puede ver al precandidato republicano Donald Trump explicando entre chiste y chiste como un empresario exitoso es lo que el país necesita para terminar con el caos que los llevo el “looser” de Obama o bromeando con organizar un gran “torneo de Jenga” para construir el muro que los separará de México si es presidente.
Como se ve en los próximos vídeos, la precandidata demócrata, Hillary Clinton, utiliza el mismo código para dejar en claro su postura frente a las posiciones de Trump. Y para levantar banderas feministas en pleno prime time.
Otro ejemplo en su Facebook: https://www.facebook.com/hillaryclinton/videos/994373250619204/
Otro precandidato republicano, Cris Christie, encontró una manera muy original para responderle a quienes se burlaban de su sobrepeso (antes de achicarse el estómago).
Sin tanto carisma como los anteriores, pero haciendo un papel digno, el Gobernador de Florida y candidato en la interna republicana, Jeb Bush, fue a lo de Jimmy Fallon para anunciar su candidatura y habló de impuestos, inmigración, educación y empleo, como si fuera un blusero de Nueva Orleans.
Antes de juzgar la participación de políticos en programas de entretenimiento, debemos tener en cuenta que nuestro cerebro está expuesto a más de 3 mil estímulos comunicacionales por día. Vivimos en la era de la hiperconexión. Como lo expone Gutierrez-Rubí en: “La transformación digital y móvil de la comunicación política”, empezamos y terminamos el día mirando el móvil, “Prosumiendo”. Este contexto le exige originalidad a cualquiera que quiera destacarse. En los videos se puede observar que el Politainment (anglicismo formado por las palabras «politics» y «entertainment»), sirve para popularizar propuestas y rasgos diferenciales de cada candidato. Es una buena arma para que los políticos (y la política), ganen más batallas en las guerras informativas que se desatan a diario.
Fuente: Blog Elecciones USA 2016