La comunicación política en 2016

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Por: David Redoli

2015 ha sido un año de una intensidad política inusitada. No solo en España (donde hemos vivido cuatro procesos electorales en apenas 10 meses), sino también a nivel internacional, con importantes comicios (presidenciales o legislativos) en Argentina, en Colombia, en el Reino Unido, en Israel, en Grecia, en Turquía, en Francia, en Canadá, en Turquía o en Portugal. Además, hemos vivido los debates en primarias entre los candidatos del Partido Demócrata y del Partido Republicano en Estados Unidos, cuyas elecciones presidenciales tendrán lugar en noviembre.

 

David Redoli

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Una de las lecciones aprendidas tras observar tantas campañas electorales ha sido confirmar la crucial importancia que tiene la comunicación política, tanto para los gobiernos como para los partidos. Sin ella, ni la gestión ni la representación son elementos suficientes para el buen gobierno (o para ejercer una eficaz oposición). Sin comunicación política no hay un efectivo rendimiento de cuentas ni una eficiente percepción de lo que un líder ha hecho o de lo que un candidato propone. Por este motivo, y sabiendo que la comunicación política será cada vez más importante, me atrevo a anticipar estos cinco elementos comunicacionales que, creo, emergerán con fuerza en 2016.

Campañas electorales con hologramas. Narendra Modi, primer ministro indio, ya ha realizado más de mil apariciones holográficas en 3D. La compañía Hologram USA ya comercializa esta tecnología en Estados Unidos, lo que puede suponer una revolución para las campañas electorales, permitiendo a un candidato estar en varios sitios a la vez o hacer “apariciones” estelares compartiendo escenario conKennedy, con Reagan, con Roosevelt o con Truman, por ejemplo. En abril de 2015 asistimos a la primera manifestación con hologramas habida en España, delante del Congreso de los Diputados. Y probablemente habrá grandes sorpresas con el uso de esta tecnología en la campaña presidencial de Estados Unidos.

Comunicación anti-frágil. Nassim Nicholas Taleb publicó en 2013 “Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden”. En esencia, Taleb sostiene que el término antifragilidad define lo que va más allá de la resiliencia y de lo robusto. Lo antifrágil sobrevive bien en contextos de alta incertidumbre y en la aleatoriedad. Lo antifrágil es inmune a los errores de predicción porque cuenta con ellos. Pues bien, este término ya ha llegado también a la comunicación política. La profesora finesa Vilma Luoma-ahoaporta cinco pasos para gestionar correctamente la comunicación antifrágil: 1) Centrarnos en una correcta fijación de expectativas, 2) Dar mucha importancia a los procesos de escucha, 3) Basar la comunicación en la interacción, no solo en la emisión, 4) Comunicar sabiendo que nos movemos en entornos de altas incertidumbres, alta volatilidad y vertiginosos cambios, y 5) Entender la comunicación como un proceso de empoderamiento, consustancial a la acción política, no como algo meramente instrumental o accesorio.

Teleprompter. Dos cristales a poca distancia del orador, que permiten proyectar en ellos los discursos para leerlos cómodamente, con un objetivo: declamar mejor, ser más eficaces y más efectivos durante la lectura de un discurso político. La práctica del uso del teleprompter se está extendiendo a toda velocidad. Leer en el prompter se está convirtiendo en una práctica comunicativa habitual. Y es que lo cierto es que los líderes que hablan con teleprompter demuestran que traen bien preparados sus discursos (una señal de respeto y de profesionalidad ante el público) y que se preocupan por declamarlos correctamente. La sensación que transmite alguien que pronuncia un discurso con teleprompter es que improvisa, aunque esté leyendo (no es casual que la palabra “prompter” comparta raíz con el latín impromptus: “sin preparación”), y por eso Barak Obama siempre lo utiliza. Como dice el profesor Robert Schlesinger, el teleprompter es una herramienta muy útil para cualquier político, algo que no es sustancialmente distinto a una hoja de papel, a un micrófono o a un atril.

Visual thinking. El visual thinking (el pensamiento visual) entiende que en comunicación política solo comprendemos algo cuando lo vemos. Se trata de un concepto novedoso que va más allá del big data, tal y como explica el consultor Toni Gutiérrez Rubí. Se trata de establecer “mapas mentales” en los discursos políticos. Porque sin mapa mental, la política no tiene brújula. Nuestro cerebro, para pensar, imagina los conceptos. Por eso las imágenes aumentan tanto la capacidad para resolver la comprensión de los datos abstractos en una idea concreta. Aunque sea el dato más complejo sobre el déficit presupuestario, por ejemplo. Así, al visualizarlo, se hace comprensible, aumentando su potencial de interpretación política y vivencial. Se avecinan nuevos lenguajes que van más allá de los meros datos y argumentos: se trata de hacer visibles y reconocibles tanto el punto de partida como el trayecto y el lugar de llegada de cada propuesta (o decisión) política.

Psicología política. Que la política es un terreno tanto de las emociones como de las razones ya lo sabemos científicamente. La psicología política es esencial para comprender las lógicas del votante, para saber cuándo, por qué y cómo decide su voto. Pero, además, es clave para comprender la psicología del candidato y del gobernante. Es, en definitiva, una excelente herramienta para mejorar la comunicación y para hacer no solo campañas electorales más efectivas sino, sobre todo, para gobernar con más eficacia y eficiencia. Conocer cómo nuestros mecanismos cerebrales buscan y procesan información, entender el papel de las emociones, comprender cómo gestionamos el conflicto y el consenso y cómo eliminamos disonancia cognitiva, discernir cómo ejercemos o asumimos diferentes tipos de liderazgo, aceptar que las hormonas y que los neurotransmisores juegan un papel fundamental en nuestra toma de decisiones? todo ello debe ser conocido por los buenos políticos y por sus asesores. Hoy ningún profesional de la comunicación política puede dejar de leer a Daniel Kahneman, a Michael Gazzaniga o a David Eagleman, por ejemplo. Comunicación y psicología política, un binomio inseparable en 2016.

Fuente: La Opinión