¿Por qué organizar la campaña electoral?

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Por: Andrés Fernández

En tiempos donde reina la incertidumbre y la complejidad, es necesario adoptar modelos organizativos que optimicen recursos (tanto humanos como económicos). Las fuerzas políticas más competitivas lo saben y desarrollan planes detallados de funcionamiento. El conflicto ante éstas propuestas puede estallar en cambio, en organizaciones políticas más pequeñas acostumbradas a la improvisación y a la férrea decisión de dirigentes que sobre-estiman el valor de su experiencia personal.

Una campaña electoral es una actividad circunstancial. Los individuos que en ella participan no tienen (por lo general) el hábito del trabajo en común y los roles y funciones necesarios son múltiples y complejos. En este sentido, una buena organización es fundamental para aprovechar con un máximo de eficiencia los recursos disponibles.

Estructurar una organización supone subdividir el conjunto de tareas necesarias al óptimo desarrollo de la campaña en roles y responsabilidades permanentes que durarán hasta el día de las elecciones. Una organización deseable comienza con una evaluación cuidadosa de las tareas necesarias, estas funciones serán cubiertas con aquellos individuos que hayan mostrado las capacidades más adecuadas al desempeño de cada una de esas actividades.

Dos objetivos fundamentales deben tenerse en cuenta al diseñarse un modelo organizativo: el primero, es que debe perseguirse un máximo de armonía entre las funciones y las capacidades de los titulares de esas funciones; el segundo, debe buscarse la mayor celeridad posible de comunicación en sentido vertical, para que las decisiones de la dirección sean aplicadas de la manera más rápida y fiel posible por los encargados de ejecutarlas. Por otra parte es imprescindible que se limite al mínimo la incertidumbre en el cumplimiento de las funciones. Todos deben saber a quién corresponde y quién es el responsable de la ejecución de una tarea. Deben evitarse las duplicaciones o las ambigüedades en la atribución de las mismas.

Más allá de esto, la prioridad debe estar puesta en el cumplimiento de las actividades, antes que en la forma, y los participantes de la campaña deben tener la suficiente flexibilidad como para poder relevar oportunamente a quien no haya podido cumplir, eventualmente, alguna tarea necesaria.

Es fundamental entonces, ante un contexto tan complejo y variedad de acciones a realizar, que se designe un equipo de dirección o comité de campaña con un jefe que coordine las tareas y tenga “la última palabra” en las decisiones estratégicas.

LA DIRECCIÓN O COMITÉ DE CAMPAÑA

Las tareas de esta dirección son: fijar los objetivos y las orientaciones estratégicas de la campaña, coordinar las acciones de todos los organismos que participan en ella y controlar el desarrollo del plan.

En una campaña estratégicamente ideal, el primer paso es contar con investigaciones de opinión pública tanto cuantitativas como cualitativas. Luego corresponde al equipo de dirección, traducir en pasos tácticos, en tareas específicas, en actividades concretas, esas líneas estratégicas.

Es obvio que más allá del equipo de personas responsables que se conforme para cada una de las tareas asignadas, la máxima responsabilidad de dirección debe recaer en un “Jefe de Campaña”. Este jefe de campaña debe tener autonomía funcional y ejecutiva, para evitar como decíamos anteriormente, la duplicación de roles y la pérdida de tiempos valiosos.

Un punto particularmente relevante, es el de la evaluación; que debe ser una actividad permanente en el contexto electoral. Este proceso de evaluación debe examinar si se aplican las decisiones correctamente, según lo previsto, si se obtienen o no resultados satisfactorios, si es necesaria una corrección del rumbo o ajustes en la organización. Se debe evaluar igualmente todo cambio de importancia en el contexto y decidir el tipo de respuesta de ajuste que sea necesario para el mejor desempeño de el o los candidatos.

Un eficaz proceso de evaluación y control supone además, contar con acceso permanente a información de calidad. Es por ello que quienes estén a cargo de la dirección de campaña, deben prestar especial atención a la formación de un equipo de comunicación que releve constantemente tanto el funcionamiento interno como las variaciones en el contexto en el que se desarrollan las acciones.

De más está decir que no existen fórmulas mágicas ni recetas universales, salvo, la que indica como imprescindible: Diseñar, Ejecutar y Evaluar un plan para lograr un objetivo.

Fuente: Blog Mix Político