Por: Ana Aguilar
De manera casi ritual, cuando estalla una crisis, un político convoca a su equipo de asesores y entre todos construyen el discurso que les ayudará a salir problema que tienen enfrente, siempre con el fin de minimizar los daños en su imagen, credibilidad, etc. Estos mensajes, en la mayoría de ocasiones, son diseñados exclusivamente para comunicarse con los públicos externos a través de los medios de comunicación y las redes sociales; pero qué pasa con los públicos internos, qué pasa con los diputados de su partido, los directores municipales y los militantes del partido político al que pertenece ¿Alguien diseña alguna estrategia para ellos?
Mientras se desarrolla una crisis, los políticos suelen dejar al margen a sus pares del partido, se olvida que ellos también estarán expuestos a la persecución de los medios tradicionales de comunicación; que los periodistas los acosarán en busca de opiniones para contrastarlas con los hechos; y además, que en redes sociales también recibirán cuestionamientos de los simpatizantes. El problema se agudiza más ya que no todos los políticos son reservados en sus declaraciones; siempre existen aquellos funcionarios públicos o políticos “todólogos”, que con tal de posicionarse en los medios de comunicación dan respuesta a cualquier cosa, sin importar si lo que dicen es la posición oficial o no.
Siempre he creído que frente a la crisis es importante tener de nuestra parte, y muy bien informados, a nuestros aliados, ya que estos mismos pueden actuar como voces de terceros confiables en nuestra estrategia; pero en la práctica los partidos políticos por lo general cometen cuatro errores con sus militantes:
- Silencio. Para muchos políticos la mejor estrategia es quedarse callados; no reconocen que en la gran mayoría de los casos el silencio es un pésimo aliado. La falta de declaraciones oficiales dan oportunidad a “otros” de opinar sobre el problema, y muy peligrosamente de ahí se pueden derivar las especulaciones y por ende los rumores. En el ámbito interno, esto puede crear un problema más profundo ya que se pueden crear múltiples versiones de un hecho. Dichas versiones sólo serán producto del rumor y la especulación y no de las que provengan de la estrategia del manejo de crisis. Hay que recordar que la mejor y más favorable versión de lo sucedido es la que el mismo afectado proporciona.
- La mentira. Cuando estalla una crisis en algunos políticos puede que exista la tentación de que la primera respuesta a sus seguidores sea una “verdad a medias” o una invención. Dicha reacción puede ser que funcione momentáneamente; pero mentirles a los mismos miembros del partido es muy difícil y arriesgado. En varios casos, los públicos internos o militantes manejan mucha más información que los mismos medios de comunicación, lo que puede provocar que existan fugas de información que pueden ser utilizadas para contrastar y desmentir las versiones oficiales, lo que lleva a provocar dudas y desconfianzas incluso contrariedades dentro del mismos partido político. Además, hay que recordar que mantener una verdad a medias implica parcialidad en la comunicación, algo muy difícil de manejar en estos tiempos de redes sociales. Cualquiera puede tener el poder de desacreditar la posición que se otorgue.
- Ser impulsivo. Lo ideal, es que cada una de las acciones que realiza un político estén dentro de un marco estratégico, principalmente en un momento de crisis, nada puede ser improvisado y peor aún, nada debe de ser en respuesta al impulso. Contestar antes de analizar una situación, dar respuestas con enojo o ira, tratar de ser hiriente con los demás, eso solo nos conducirá a agrandar la crisis. Siempre es importante tratar de manejar las emociones frente a los demás. Con los públicos internos será importante informales a cada momento sobre los acontecimientos, dependiendo de la manera en la que el evento se desarrolle, pero siempre hay que tratar de compartir la postura oficial.
- Informar sin comunicar. Para muchos informar y comunicar son lo mismo; pero existen diferencias muy valiosas en ambas acciones. Informar es hacer que alguien se entere de una cosa que desconoce, pero comunicar conlleva un componente muy importante: la retroalimentación, si un político no escucha lo que piensan o perciben los militantes del partido o sus seguidores, estará descuidando una parte muy significativa de su estrategia. Hay que conocer lo que los demás dicen de nosotros para saber los matices que deberá contener nuestra estrategia.
Durante una crisis, el político debe ser el primero en transmitir su propia versión de los hechos hacia los militantes de su partido, sus compañeros de bancada legislativa y por supuesto a los dirigentes del partido, ya que éstos muchas veces son los voceros ante los medios de comunicación. Lo mejor es brindar una sola versión, y de ser posible, dicha versión deberá de ser manejada desde dentro hacia afuera. Lo peor que puede suceder es que los miembros de partido o públicos internos se enteren a través de los medios de comunicación o de las redes sociales sobre lo que está sucediendo.
Es muy importante que el político haga sentir a los miembros del partido lo importante que son para él. Su credibilidad y confianza puede mejorar si los militantes se sienten informados y sienten que son escuchados; además ellos mismos pueden servir de agentes reproductores de “nuestra versión oficial”.
Con estos puntos he querido recordarles lo conveniente que es para un político, en el manejo de una crisis de comunicación, no dejar de lado a sus militantes, conocer los mejores recursos para transmitir su mensaje. Una crisis siempre es mejor enfrentarla unidos y de manera contundente, que incomunicados y dando declaraciones absurdas y opuestas.
Fuente: Política Comunicada