Por: Julio Otero
A pocas horas de que comience la jornada electoral en Estados Unidos muchos de ustedes habrán leído infinidad de análisis y pronósticos. Así pues, en este blog queremos limitarnos a señalar varias incógnitas que podrían inclinar la balanza en favor de Donald Trump frente a Hillary Clinton, que es la favorita en las encuestas. Porque lo que parece seguro es que los resultados van a estar ajustados.
-Los swing states: los estados pendulares son clave en las campañas reñidas. En 2016 tenemos tres tipos. En primer lugar están los clásicos como Ohio -protagonista en tantas películas y series-, donde la victoria no siempre está asegurada para el mismo partido. Después están otros estados que desde hace relativamente poco tiempo se han convertido en oscilantes y, a la vez, en decisivos para el resultado final. El ejemplo más claro es Florida, que en los últimos años es quizás el principal campo de batalla entre burros y elefantes. En este estado sureño puede estar la clave, tal como en aquel duelo entre Al Gore y George Bush. Lo interesante de la campaña de 2016 es que estados tradicionalmente más republicanos como Arizona se han convertido en swing states. Hasta la muy republicana Texas se ha vuelto menos roja que nunca.
-El comportamiento de los latinos: uno de los mayores hándicaps de Donald Trump es el voto latino. Sin ganarse un porcentaje suficiente de apoyo en este grupo social es muy difícil llegar a la Casa Blanca. Los latinos han superado en porcentaje de población a los afroamericanos y se han convertido en un bastión electoral del Partido Demócrata. Los comentarios de Trump sobre México y los inmigrantes documentados ha complicado aún más las opciones electorales del GOP, que ve cómo estados bastante fieles como Arizona pueden escaparse, quizás debido a que allí viven millones de hispanos. Stanley Greenberg explicó magistralmente 2012 en el Encuentro Internacional de Comunicación Política de ACOP celebrado en Bilbao que las victorias de Obama estaban basadas en una coalición de minorías que temían a los conservadores. El principal problema para los demócratas es que Hillary Clinton no parece la candidata más carismática para los latinos. Si los latinos van en masa a votar, Trump no tiene apenas posibilidades de imponerse. Pero, ¿hasta qué punto estarán motivados para acudir a las urnas?
-La abstención: en consonancia con lo que hemos comentado anteriormente, a Hillary Clinton parece faltarle carisma y conexión emocional con el electorado. Muchos ciudadanos aseguran que van a votar por ella para evitar que Trump sea presidente, pero esta motivación reactiva eleva las posibilidades de abstención en un electorado progresista que en Estados Unidos, como en otros países del mundo, es menos fiel que el conservador. En definitiva, muchos electores responden en las encuestas que van a votar por la candidata demócrata, pero no está ni mucho menos claro que vayan a movilizarse. Recordemos, además, que para votar en Estados unidos hay que inscribirse semanas antes.
-El voto oculto: por el contrario, los seguidores de Trump, fundamentalmente varones blancos, protestantes y anglosajones mayores de 50 años, parecen estar motivados con ir a expresar su descontento en las urnas. El de Trump es un voto de protesta de los decepcionados con el sistema, de los perjudicados por la globalización y de quienes tienen miedo a convertirse en una minoría étnica en una nación que consideran blanca. Trump, por tanto, es un candidato outsider, por lo que podría conseguir un porcentaje de voto significativo que no se ha visto reflejado en las encuestas. Al igual que sucedió con el brexit, la propuesta de paz en Colombia o el Frente Nacional francés, los enojados con el sistema no sólo están más motivados con votar, sino que muchos de ellos no confiesan sus intenciones por vergüenza a ser criticado por salirse de lo políticamente correcto.
Fuente: Blog El Atril