Por: Diego Mota Orlob
El hombre desde que es hombre ha desarrollado una tradición de transmitir conocimiento mediante el contar historias, lo hacía el hombre primigenio en torno a una fogata, con las pinturas de las cavernas, luego por medio de los juglares y con la invención de la escritura por medio de la palabra escrita, siempre las historias han sido la forma de pasarnos conocimiento de generación en generación.
Quizás por eso, por haber pasado toda nuestra historia sobre la tierra narrándonos historias es que nos atraen tanto. Si nos ponemos a pensar, los libros, películas y letras de canciones que nos gustan, cuentan historias que nos emocionan o conmueven de alguna u otra forma. Nosotros mismos formamos nuestra personalidad construyendo un relato intuitivo de nuestras vidas priorizando algunos recuerdos y vivencias por sobre otros.
Y es que es innegable nacimos para esto, para escuchar y contar historias. Pero hay historias que nos atraen más que otras y por lo general en las historias que nos atraen se ven ciertos patrones que han sido estudiados por lingüistas como Vladimir Propp con su obra “la morfología del cuento” en la cual analizó los cuentos de hadas rusos y descubrió que todos cumplían con determinados estructuras y pasos narrativos o posteriormente Levi Strauss con el “análisis estructuralista de los mitos”, por citar algunos.
Las investigaciones también dejan a la luz que la clave del poder de la narrativa es que los seres humanos prestamos una atención diferente al escuchar una historia que la que prestamos con otros tipos de mensajes u estímulos, luego depende si esas historias se alinean con nuestro sistema de valores, emociones, etc. para que las consideremos buenas, memorables o las descartemos.
Cuando vamos al caso de la política y más precisamente a las campañas electorales sucede lo mismo, si observamos bien toda campaña electoral exitosa cuenta una gran historia. Por esto, el control de la narrativa en las campañas electorales se ha puesto de moda en los últimos años con el concepto de storytelling, aunque siempre se ha hecho de una u otra forma, consciente o inconsciente.
Cada político tiene una historia, cada organización política o grupo social tiene sueños a alcanzar para mejorar la vida de la gente de una u otra menara y cada uno de esos desafíos puede tener magia. Todos tenemos una historia. Sin embargo, esto no siempre es visible o evidente para la gente. Maravillosas historias no contadas pueden hacer la diferencia entre una simple propuesta o candidato; entre una compañía cualquiera y una compañía memorable. Eso es lo que logra el storytelling en las personas.
El storytelling en una campaña política consiste en controlar determinados hechos y narrarlos de determinada manera para que nuestra historia conmueva a los votantes, por otro lado para que la historia contada sea eficaz tiene que alinearse con el sistema de valores de los votantes, de esta manera estarán reforzando algo en lo que ya creen. Por último, tiene como objetivo que a la gente le importe, que se sientan comprometidos con el relato, hoy en día reina un descreimiento en el sistema político que se ve en las escasas votaciones, donde el voto no es obligatorio o en la merma de la militancia política, esta herramienta utilizada adecuadamente puede ser muy poderosa para volver a enamorar a los votantes. Si desglosamos una campaña prototípica, a grandes rasgos y a modo de ejemplo para que quede más claro, podemos dividirla en los siguientes momentos:Debe haber una oportunidad u amenaza latente; Una víctima; Un villano; Una resolución y un héroe. Con estos elementos tan básicos podemos construir un relato de campaña donde por ejemplo, exista una crisis social, sería la amenaza y la víctima sería el pueblo, hay un villano que sería el partido que gobernaba que provocó la crisis, una resolución que serían las medidas que propone nuestro candidato para solucionar esta crisis y un héroe, nuestro candidato. Luego está la narrativa del candidato que también es muy importante, la historia de su vida tiene que tener que ver con lo que está promoviendo y contando, tiene que ser coherente, tiene que ser real.
José Pepe Mujica, por poner un ejemplo local, ha logrado ser un fenómeno de masas en el mundo, a donde quiera que vaya parece que fuese un rockstar y en parte esto se debe a su historia, a la narrativa que se ha generado alrededor de su persona y eso es lo que lo hace atractivo para la gente, que tiene una historia memorable que representa los valores de aquellos que son conmovidos por ella, sin quitarle mérito como político está claro, pero es que a las personas simplemente nos atraen las historias y si son épicas mejor.
En los últimos años con las nuevas tecnologías de la información hay que pensar las historias para que sean transmedia, generar contenido líquido para que también sea recreado por los usuarios y entre todos aportar al relato mayor, esto requiere mucho más esfuerzo y trabajo pero la implicancia que se logra es tremenda.
Para finalizar, hay que aclarar que esta herramienta, el storytelling, potencia la realidad de los candidatos y partidos, sirve para ordenar los hitos de campaña y trazar un norte pero por si sola no gana una elección ni gobierna a posterioridad, hay que saber la importancia de una buena narrativa y lo importante que puede ser pero ésta debe ser real, coherente y creíble sino estará destinada al fracaso.