Por: Daniel Eskibel
No pienses en un elefante gris.
No lo hagas.
No imagines su piel gruesa ni sus patas enormes.
No recuerdes sus colmillos ni su trompa.
No pienses en un elefante gris.
Bien. Ya lo sé: pensaste en un elefante gris. No necesitas confesarlo. Sé que lo hiciste. Yo insistía que no y que no, pero la imagen del elefante gris igual se abría paso en la jungla de tus neuronas.
Es el mismo elefante gris que tanto ruido hace en la comunicación política.
Porque la comunicación política tiene un problema tan grande como ese gigantesco animalito vegetariano.
Comunicación y política: nunca digas no
Hay una palabra muy usada en todo tipo de diálogo y comunicación pero que es casi inexistente para el cerebro humano. Me refiero a la palabra no.
Es curioso, porque toda nuestra especie la utiliza enfáticamente. Con la mayor de las insistencias y con la convicción de que produce efectos potentes. Y sin embargo nuestro cerebro le presta poca atención. A tal punto que en algunas frases ese no se vuelve prácticamente invisible e inaudible para nuestra supercomputadora neuronal.
Por eso cuando te digo que no pienses en un elefante gris…lo primero que haces es traer su imagen a tu mente. De inmediato. Aunque segundos antes esa imagen fuera ajena a tus pensamientos. Porque decir que no pienses en eso es un gran estímulo para, justamente, pensarlo.
No pienses que muchos políticos colocan elefantes grises en la mente de sus electores.
No creas que se apuran y obsesionan tanto por negar algo que terminan instalando eso que quieren negar en un lugar destacado del cerebro del votante.
No imagines el efecto que tiene insistir en que “yo no soy…” mentiroso o corrupto o agresivo o temeroso o lo que fuere.
Tampoco imagines lo que piensa el votante cuando el político dice que “yo no hice…” y luego describe en detalle la acción de la que se le acusa.
Ni siquiera intentes adivinar cómo es que todo ello termina arruinando toda la estrategia de comunicación política planificada por un partido político o un equipo de campaña electoral o una organización de gobierno.
Cuidado entonces con el uso alegre del NO. Recuerda que muchas carreras políticas se han derrumbado estrepitosamente pisoteadas por una estampida de elefantes grises.
Comunicación política eludiendo al elefante del no…
¿Cómo tratar a este intratable animalito para que no te pisotee? ¿Cómo negar algo cuando políticamente tienes que negarlo? ¿Cómo desmentir una acusación sin la palabrita de siempre?
Pues con estrategias que prescindan del no.
Puedes hacer silencio, simplemente.
Puedes nombrar el concepto opuesto, reafirmar la otra cara de la moneda.
Puedes explicar con frases afirmativas y sin negaciones.
¿Sabes lo que queda en la mente de los votantes cuando el candidato dice “no voy a subir los impuestos”?
Pues lo que queda es “este candidato subirá los impuestos”.
En cambio si el candidato dice “voy a mantener los impuestos idénticos a como son ahora”, entonces lo que queda en la mente del votante es eso mismo.
También puedes, como camino complementario, instalar otra imagen que ocupe su lugar. Digamos que un elefantito rosado de orejas enormes que le permiten volar…
¿Qué? ¿Ya estás imaginando al pequeño paquidermo volador?
No lo puedo creer.
O sea: sí lo creo.
Fuente: Blog Maquiavelo&Freud