Por: Jaime Alfredo Movil
Hace poco, el Presidente Trump sorprendió a la mayoría de sus asesores, al Pentágono, y al mundo en general cuando declaro en Twitter que pronto se dispararían misiles “bonitos, nuevos e inteligentes” hacia Siria, un anuncio que llegó antes de que se alcanzara un acuerdo entre los principales aliados de Estados Unidos.
Para sorpresa de los altos oficiales militares, que estuvieron en la Casa Blanca días antes para discutir opciones para Siria, de acuerdo con asesores , aún no se había tomado una decisión sobre cómo responder al ataque químico cuando Trump a través de su espontaneidad marcada y decidida llevó a Twitter la situación.
Las redes sociales sin ninguna duda introdujeron un cambio imparable en la forma de comunicarnos, hoy es común observar en cualquier parte del hemisferio numerosos ejemplos de ello, tanto casos de éxitos, como crisis mal gestionadas. En México Jaime Rodriguez el “Bronco” ganó una elección a Gobernación solo con Facebook, en Francia, para la victoria del presidente Macron las redes fueron determinante, pero en particular hay un presidente que es marca Twitter, ese es Donald Trump, desde que lanzó su candidatura en junio de 2015, Trump usó su Twitter prácticamente como un megáfono para sus propuestas y ataques, lo que nos vaticinaba un gobierno sin filtros en las redes sociales, tal como sucedió. El mismo, ha dicho públicamente que no seria presidente sino fuera por Twitter, así como lo han reiterado los anteriormente mencionados, pero el caso Trump es peculiar y dista tajantemente de los otros, si bien es cierto que hay una disposición y gestión efectiva teniendo en cuenta los diferentes objetivos de cada uno, en el caso Trump, la comunicación unidireccional impera, no existe dialogo, es decir mientras la mayoría de políticos exitosos son disruptivos en la comunicación, dando el paso a una democracia conversacional, revestida de interés por los ciudadanos, de interacción, debate y feedback, que es el objetivo en principio de toda red social e inclusive mayor para los políticos, Trump se limita a replicar el modelo de una sola vía, de emisor-receptor y fin del proceso comunicacional, hace lo mismo que los medios de comunicación tradicional, radio, televisión y periódico.
Trump nos tiene acostumbrado a este tipo de reacciones sensacionalistas e inmediatas pero la pregunta es ¿ Hasta donde es capaz de llegar el presidente Norte Americano con el uso irresponsable de esta red social ? ¿ Nos pone en riesgo que el presidente de la máxima potencia mundial gobierne a través de la inmediatez ?
Evidentemente representa un claro peligro, Trump tan voluble como impredecible no es consciente que ya no tuitea en su nombre, sino en virtud de todos los americanos y que sus tuits repercuten directamente en el orden mundial y en el contexto internacional; Trump ha marcado un precedente en su estilo de gobierno: sustituye comunicados oficiales y conferencias de prensa por mensajes totalmente informales y espontáneos.
En campaña es justificable que a través de Twitter podamos: proponer , marcar la agenda, defendernos, incluso normalmente tener “discusiones” pero es inconcebible pretender gobernar sin filtros, tomar decisiones “vinculantes” bajo los efectos de la emocionalidad e inmediatez que nos proporciona Twitter, el mundo se encuentra alarmado y expectante ante la impredicibilidad de Trump, peligroso que en una democracia sucedan este tipo de reacciones inconsultas, atenuadas con la tensión multilateral que vive el mundo y con un presidente desaforado y predispuesto para responder sin cicateos y sin medir consecuencias, esa situación nos lleva hoy a estar en jaque por las emociones de un presidente, que fácilmente podría acabar con todo en 280 caracteres, queremos gobernantes que se apropien de las redes para conectar con las verdaderas necesidades de la gente, que nos escuchen, que interactúen y que también nos den respuestas, no autoritarios 2.0 que actúen a favor de sus intereses y lo dibujen de intereses globales.