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Política y comunicación en la Era de la Información: prejuicios, ventajas y desventajas

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Por Gabriel R. Otazo

El impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs), y el surgimiento y masificación de Internet, han cambiado la forma de relación y comunicación en todos los ámbitos de la vida humana, caracterizando una nueva era en el desarrollo de nuestras sociedades: “La era de la información”, tal como lo había adelantado en 2001 el sociólogo Manuel Castells.

Sin embargo estas transformaciones impactaron sobre todo en el ámbito de la política, cambiando de esta manera la forma de comunicación tradicional y unidireccional que el político establecía con el ciudadano. Hoy en día y gracias al crecimiento exponencial de Internet y las redes sociales, la comunicación es horizontal, bidireccional e instantánea. Ya no hace falta conseguir una audiencia o concurrir a la oficina del político en cuestión para entablar una comunicación (aunque esto no significa que se deje de hacerlo). De hecho, existe una coexistencia de los medios tradicionales como la TV, radio y periódicos con los nuevos medios como Internet y las redes sociales.

Muchas veces el candidato cae en la falsa creencia de que toda campaña pasa únicamente por las redes sociales, por Internet, por la cantidad de “seguidores” o “me gusta”, pero en realidad esto no es así. Internet sólo es un medio más, es una extensión que nos permite hacer llegar nuestras propuestas, nuestras ideas a personas a las que nunca hubiésemos llegado si hubiésemos utilizado los medios o métodos  tradicionales.

Por otra parte, también existe no sólo en Argentina, sino a nivel mundial, cierto rechazo a la utilización de Internet, a las redes sociales o plataformas webs que permitan difundir la actividad partidaria o incluso al desarrollo de las campañas electorales. Sólo hace falta googlear a algunos líderes políticos por Internet, Twitter o Facebook para darse cuenta de su postura reaccionaria ante estos avances tecnológicos.

En este sentido, hoy más que nunca hace falta concientizar a la clase política de las falsas creencias, de las ventajas como así también de las desventajas que trae aparejado la utilización de Internet en la vida política.

Una de las ventajas más importantes de la utilización de Internet radica en su gratuidad, incluso la creación de páginas webs personalizadas como el nick “com.ar” que son muy utilizadas por los políticos por su bajo costo y alto rendimiento. Además y a diferencia de los medios tradicionales, las redes sociales son más participativas, más colaborativas y sobre todo más instantáneas, ya que permiten escuchar a los electores, estableciendo una comunicación más directa para con los electores sin la participación e intervención de terceros, los periodistas.

De este modo es importante recordar que el abc de la política 2.0, tal como lo decía José Fernández Ardáiz, es el “feedback” (o ida y vuelta en español) de la conversación entre político-ciudadano. Toda utilización de Internet y/o redes sociales debe ser acompañada por una estrategia comunicacional y sobre todo debe responder al qué comunicar, para qué comunicar, cómo, donde y cuando. El tiempo es fundamental.

Por otro lado, y en relación a las “falsas creencias”, las redes sociales no son sólo para jóvenes, ni para llegar únicamente al target jóvenes. Internet no es una cuestión “generacional”, es una cuestión de adaptación. Si bien es cierto que las generaciones que han nacido en la era de las comunicaciones, conocidos como “nativos digitales o generación Google”, poseen una mayor capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, esto no implica que las generaciones anteriores no puedan adaptarse a ellas.

En términos generales, puede afirmarse que los líderes políticos se ven influidos por estas transformaciones comunicaciones. Recordemos el caso del actual presidente de los Estados Unidos. Obama fue el primer candidato que logró transformar la campaña política por Internet en una verdadera herramienta de movilización y participación ciudadana para crear una comunidad de miembros motivados y, sobre todo, proactivos.

Y fue a través de las estrategias comunicacionales adoptadas por Obama que todo el mundo ha puesto los ojos a las nuevas tecnologías y redes sociales para el desarrollo de sus campañas electorales. Estrategias que no son nada fáciles, ya que les exigen a los políticos -y sobre todo a sus asesores- el despliegue de nuevas estrategias de adaptación: una mayor rapidez y oportunidad en la administración de la información, la elaboración de mensajes crecientemente segmentados (es decir, adecuados a las particularidades de un electorado cada vez más diverso) y el desarrollo de nuevas capacidades en la administración del diálogo público, tal como lo ha dicho el comunicador social argentino Lucas Lanza.

Por otro lado, mucho se ha discutido sobre la “Obamización” de las campañas electorales que hoy en día, y sobre todo en Argentina, los políticos intentan diseñar e implementar. Realmente es un acto erróneo intentar llevar a cabo la misma campaña de Obama en Argentina y obtener los mismos resultados, ya que el diseño de cada estrategia electoral es correlativo al contexto sociopolítico de cada país. En este sentido pensemos que Norteamérica tiene incorporado, a diferencia de Latinoamérica, la cultura del correo postal, la recaudación de fondos para financiar las campañas, la cultura del voluntariado y algo importante, la cultura del voto optativo.

En el caso argentino en particular, las tendencias mundiales se combinan con ciertos rasgos locales para configurar su especificidad. La crisis de representación que estalló a fines de 2001 y la posterior desagregación de los partidos políticos tradicionales, el surgimiento de nuevas formas de liderazgo que promueven una relación sin intermediaciones con la ciudadanía, y algunas transformaciones normativas específicas (como la Ley de Democratización y Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral Nº26.571/09, que impide que las fuerzas políticas adquieran espacios audiovisuales destinados al proselitismo y que -al mismo tiempo- determina la participación mediática igualitaria de toda la oferta en el período preeleccionario, pero que también limita fuertemente la extensión de las campañas electorales) han promovido el desarrollo de nuevas estrategias de vinculación y comunicación política.

El siglo XXI ofrece no sólo a los políticos argentinos, sino a la política misma, el cambio de paradigma hegemónico que ha dominado por siglos a las campañas electorales, un paradigma unidireccional e individualista en la cual el político debía esperar la oportunidad en los medios para exponer sus ideas y convencer a sus votantes.

El paradigma que nos ofrece Internet, esta extensión de los medios tradicionales, es una nueva forma de hacer política, tal como sostiene José Fernández- Ardaíz: “La política 2.0 no es sólo comunicación, es política”. Y, en consecuencia, la política hoy en día es comunicación y la comunicación es política. No podemos dejar de pensar en la importancia y las ventajas que nos ofrece Internet para el desarrollo de la política 2.0.

Finalmente, y en relación a las desventajas que atrae aparejado Internet, sobre todo en el ámbito de la política, hay que decir que hay gran peligro en no explotarlas debidamente. es preciso tener en cuenta que ser un político 2.0 implica no solamente el diseño de una estrategia comunicacional, sino también la generación de participación, de intercambio de un feedback permanente para con los ciudadanos y que va más allá de estar online.

Por eso es necesario ser cuidadosos con el manejo de estas nuevas herramientas tecnológicas y tener en cuenta que los verdaderos resultados, su eficacia y su eficiencia en su verdadera utilización, al fin y al cabo, siempre se van a traducir en los resultados electorales, en la convocatoria y en la movilización de personas. Y en este sentido el secreto de su buen funcionamiento radica en que las mismas personas que se sumaron al proyecto de forma virtual también acompañan el proyecto de manera offline.

De este modo, el verdadero éxito de la política 2.0 es un juego de palabras, una dialéctica de lo online-offline, que consiste en la suma de personas en nuestro proyecto político.

Fuente: USAHispanic


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