¿Cómo hacer campaña, sin hacer campaña?

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Por Aldo Jofre Osorio

Para quienes estamos trabajando en alguna precampaña este 2020, el Covid-19 sin dudas dejó nuestro proyecto en estado crítico y con riesgo de muerte.

Este es mi caso, entré a un proyecto de precampaña para alcalde, en febrero de este año, con un diseño territorial muy potente, que sin dudas otorgaría una ventaja significativa al momento de la elección. Pues bien, imagínense cómo fue mi reacción cuando oí al gobernador del Estado decretar el aislamiento social para enfrentar al nuevo Coronavirus. Después de agarrarme la cabeza con las dos manos, pasó por mi cabeza todo el plan de campaña que tenía y que ahora no valía nada. Pasada la frustración inicial los problemas no se hicieron menores, ya que me puse a pensar en el desafío que tenía por delante, ¿cómo rediseñar una campaña que tenía como principal fortaleza algo que, de ahora en adelante, pasaba a estar prohibido? Y, peor aún, ¿cómo hacer campaña en un momento donde todas las atenciones deben estar puestas en el combate a la pandemia que llegaba a ciudad?

Aunque al parecer esta situación no afecta a todos por igual, ya que, quienes se encuentran actualmente ejerciendo el cargo y proyectan su reelección, perecen estar en una situación más favorable, producto de la visibilidad que tiene su gestión en el confronto de esta crisis. Un ejemplo de esto, es el caso del gobernador Andrew Coumo, de Nova York, el lugar del mundo más afectado por la enfermedad y con más muertos del planeta. Donde la aprobación del gobernador pasó de un 40% antes de la pandemia, a un 70% en medio de la crisis.

De todas formas, el peligro en esta situación de crisis humanitaria, es para todos el mismo, ser tachado de oportunista y de estar aprovechándose de una situación tan delicada para hacer política. Esto, sin dudas, sería una condena a muerte de cualquier aspiración presente y futura de cualquier candidato. Y, entonces, ¿cómo hacer una campaña política sin parecer que es una campaña política?

Pues parece ser que en medio de este escenario la inteligencia emocional es la luz al final del túnel. Este es momento de exprimirla al máximo y extraer toda la capacidad de liderazgo que sea posible de ella. Situaciones como estas son las que transforman figuras públicas en líderes. Pero, ¿cómo traducir eso a la comunicación?

Lo primero fue darnos cuenta que no existen líderes pesimistas, el optimismo parece ser clave en situaciones como estas. En mi caso, propuse el cambio, en todas las piezas de comunicación, del slogan de campaña por el hashtag #JuntosVamosASalirDeEsta Eso cayó bien, pero no fue suficiente ni siquiera para convencer al propio candidato de no desistir de la campaña. Fue ahí que rediseñamos el objetivo estratégico de la comunicación, fijamos el norte en una cualidad indispensable en todo líder, la empatía. La capacidad del líder de colocarse en el lugar de sus liderados abrió la puerta a un nuevo proyecto, donde pudimos fortalecer el posicionamiento de campaña trazado en los primeros grupos focales, ¡no estaba todo perdido! Y, como última pieza en este rompecabezas, tuvimos el acierto de levantar la bandera de la unidad, llamando a dejar las pequeñas riñas politiqueras atrás por el bien de todos, para superar la crisis.

Fueron estos atributos de la inteligencia emocional, que le dieron un nuevo respiro al proyecto. Pero, ¿después del Covid-19 qué?

La gran vencedora de esta pandemia

Las plataformas digitales están siendo puestas a prueba en nuestro día a día, durante esta crisis global y han salido tremendamente victoriosas. Las ciudades pueden parar y, sin embargo, nuestras vidas siguen funcionando. Los conceptos de trabajo, cultura e inclusive los relacionamientos, han sido actualizados para el formato digital de manera satisfactoria. En este sentido, el concepto de sociedad ha sido redefinido por las herramientas digitales y esto, como todo cambio histórico, no tiene vuelta atrás.

El desafío pos-Covid-19 para los políticos y sus asesores de comunicación es entender cómo esta nueva sociedad funciona. Hemos visto que no son necesarias las arenas para hacer grandes shows musicales, ni los lujosos edificios para hacer funcionar empresas que facturan millones de dólares, ni tampoco grandes escenarios para albergar conferencias masivas. En medio de todo este cambio de paradigmas es posible afirmar que esta nueva sociedad funciona sin intermediarios. Todos (personas/contenido) estamos en una horizontalidad en la cual el único parámetro de validación son los likes y seguidores. ¿y cómo se hace política así?

En la sociedad de no hace mucho tiempo atrás eran muy pocas las posibilidades que se tenían para poder hacer un discurso individualizado, solo era posible hacerlo con nichos específicos como sindicatos, dueñas de casa, jóvenes, deportistas, cultura y pare de contar, todos siempre desde un mismo canal oficial. Esta limitación privilegió el discurso aglutinador, el mensaje conciliador era valorado y la búsqueda por el centro político era el lugar común de casi todas las campañas electorales.

Hoy, quebradas las barreras intermediadoras, los ciudadanos exigen ser reconocidos en su individualidad. En este sentido, el político puede llegar a ser más valorizado por saber llegar a cada elector con el mensaje que quiere oír, que incluso, por tener un discurso coherente. Imaginémoslo así: Juan quiere la guerra con el país vecino y María quiere la paz, en una sociedad dibujada por los algoritmos de las redes sociales, ambos pueden votar por el mismo candidato. Ya que el sistema de likes y seguidores hace que ambos sean receptivos al discurso que atendió sus individualidades.

En fin, el Covid-19 sin duda va dar inicio a una nueva era, en donde el desafío para los que hacemos marketing político pasará por saber dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo hacer campañas políticas sin parecer que estamos haciendo lo que sabíamos hacer?


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Fuente: ramonramon.org