Por: Edurne Ochoa
Cuando vemos a un político frente a una audiencia en un mitin de campaña o frente al parlamento, la mayor parte de las veces centramos nuestra atención en el entramado verbal de su discurso, nos preocupa lo que este hombre nos ha salido a decir. El político, por su parte, busca impactar y transmitir su mensaje de la forma más directa como efectiva posible. ¿Por qué? Porque con ello busca generar credibilidad.
Sin embargo, lo que de forma inconsciente nos hace, primero, seguir el hilo del monólogo y, segundo, darle crédito no es tanto su palabrería como sí la forma en que nos comunica, el enganche emocional de su discurso. Insistimos en que sólo un 15% de lo que comunicamos se expresa mediante palabras, lo demás tiene que ver con factores como gestos, postura, la voz, etc.
El papel de los gestos en la política nos dicen mucho de lo que un candidato esconde tras sus palabras. La percepción de los electores frente al candidato o de los ciudadanos frente a su gobernante depende muchas de las veces del acompañamiento de gestos en cada una de las oraciones que recita. No es lo mismo hablar de victoria electoral desde un estrado con las manos en el atril y voz mesurada que enarbolando el puño al aire al mismo tiempo que el tono de voz sube y expresión facial (cejas, ojos) comunica determinación.
Del mismo modo cuando el político requiere la aprobación frente a la toma de decisiones y se enfrenta a la opinión pública los ojos están puestos en aquellos movimientos que puedan delatar mentira, nerviosismo o autoritarismo que generalmente, y para mala suerte de muchos de ellos, son espontáneos. Es así como distinguimos dos tipos de gestos 1) los que están asociados como parte de una estrategia discursiva y 2) los que escapan a la voluntad del político, éstos son los que más comunican.
Estudios al respecto, indican que “una adecuación entre la gestualidad del orador y el auditorio (en términos socioculturales) es un factor de aumento de la persuasión discursiva” el gesto en este caso es un intermediario entre la verbalización y entendimiento. En resumen, el discurso se apoya en el gesto para darle sentido y por lo tanto credibilidad.
Fuente: Blog El cuerpo no miente
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