Hace apenas un año, la inmensa mayoría de los colombianos pensaban que Álvaro Uribe Vélez era un presidente irremplazable y para muchos la incertidumbre de saber si Juan Manuel Santos, su ministro de Defensa pero ciertamente no su candidato, contaba o no con la capacidad del carismático líder antioqueño, era incluso motivo de angustia y temor.
Hoy, un año después de haber llegado al poder, podemos afirmar que el alumno superó ampliamente al maestro.
Juan Manuel Santos resultó ser mucho más estadista, lo que le permitió a lo interno dejar atrás la polarización con un llamado a gobierno de unidad nacional en el que hoy participan todos los partidos políticos a excepción del Polo Democrático; y de cara al exterior, superar las malas relaciones dejadas por su antecesor con los países vecinos, especialmente Venezuela y Ecuador, con quienes estuvimos a punto de pasar de la retórica al conflicto.
También resultó ser más visionario que su antecesor, gracias a lo cual reemplazó la agenda del conflicto armado por una agenda de reconciliación que a la fecha avanza ya en la reparación de las víctimas de la guerra y la restitución de sus tierras. De seguir por este camino es muy probable que Juan Manuel Santos termine siendo el presidente de la paz, algo que ciertamente le traerá más beneficios a Colombia que un presidente como Uribe, empecinado solo en la guerra.
Pero además, Santos ha demostrado ser más frío y calculador, lo que se demuestra con su firme decisión de combatir a fondo la corrupción gubernamental existente. Esto no solo favorece al país y mejora su propia imagen, ante una sociedad hastiada de “ollas podridas” en casi todos los sectores, sino que golpea día a día al propio Uribe, que en los últimos meses ha visto caer uno a uno a ministros, viceministros, directores y otros altos funcionarios de su gobierno, entre quienes se encuentran varios de sus más cercanos colaboradores de confianza.
Ni hablar de otros logros en distintos frentes, como haber bajado la tasa de desempleo al 10.9% en medio de una crisis mundial donde los índices aumentan en todas partes. Recuperar el liderazgo diplomático de Colombia hasta llegar incluso en meses al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Superar la crisis del campo colombiano que venía decreciendo dramáticamente, para alcanzar en solo un año un crecimiento del 4.5% y proyecciones aún más positivas. Someter y hacer aprobar la ley mediante la cual el 10% de las regalías del país serán destinadas a proyectos de innovación que generen valor agregado en departamentos y municipios. Establecer un clima económico diferente que se tradujo en atraer más inversión extranjera al punto de conseguir la calificación de “país de inversión” por parte de las agencias calificadoras y lograr que nuestras exportaciones crecieran como nunca antes. Dar las condiciones apropiadas para iniciar la construcción de más de cien mil viviendas, en su meta de llegar al millón.
Si las cosas continúan como hasta en el primer año, Juan Manuel Santos puede no solo reelegirse, sino llegar a ser el mejor presidente que haya tenido Colombia en muchos años.
Fuente: SuVozCuenta