Por David Iglesias
David Iglesias (Bilbao, 1985), periodista especializado en comunicación política, nos regala un artículo que transmite sensaciones. Las líneas de ‘Clinton en directo‘ encierran ese cosquilleo de emociones que todos hemos experimentado en alguna ocasión cuando hemos compartido conversación y espacio con una persona carismática.
Iglesias nos cuenta una de las experiencias que ha vivido en el Clinton Global Initiative University, que se ha desarrollado recientemente en la George Washington University (Washington DC), donde el articulista cursa el máster en Political Management.
“El pasado viernes y sábado tuve la oportunidad de estar con Bill Clinton, en el marco del Clinton Global Initiative University, un apartado de la fundación del ex presidente dedicado a involucrar a universitarios de todo el mundo en proyectos para mejorar las comunidades en las que viven. La conferencia se desarrolló en la George Washington University, y fue una excelente oportunidad para ver de cerca al político del que se dice que con sólo estrecharte la mano te ganaba el voto.
Desde luego Clinton en directo es una experiencia que va más allá de lo político. Tras escucharle uno se da cuenta del valor que aún tiene lo que los consultores anglosajones denominan “retail politics”, la política tradicional de bajar de los altares del poder y relacionarse con el ciudadano. Nada como la experiencia en vivo con un candidato.
¿Cuál es el secreto del magnetismo de Clinton? Por un lado, que habla a través de historias. Hemos escuchado una y mil veces acerca de la fuerza de la narrativa; Clinton exprime el 100% del jugo de esa teoría. El suyo era el arte de no responder a las preguntas, contar una anécdota sobre ese tema, transmitir su mensaje, dejar satisfecho al público y hacer que la persona que preguntaba se sintiera realizada.
Asimismo, aparentaba que escuchaba. Repreguntaba cuando la cuestión planteada era difícil, no tenía una respuesta inmediata y necesitaba ganar tiempo, y buscaba siempre establecer una conexión emocional con la persona en concreto.
Jugaba con ventaja; un presidente que dejó la Casa Blanca con un 65% de aprobación (más que Ronald Reagan) puede permitirse el lujo de decir lo que quiera, lo que le da gran naturalidad. Clinton hablaba de valores y de ideas generales con las que todos estamos de acuerdo, pero con una frescura nueva, por lo que “no parecía” que hacía política. Eso sí, entre historia e historia, una referencia a sus gobiernos, a Hillary o a Obama.
Los gestos que el ex presidente emplea merecen capítulo aparte. Juegos tranquilos de manos que no distraen del mensaje, pero que refuerzan por completo lo que quiere transmitir, con una particular querencia por dejar caer la mano suavemente cuando está sentado. Movimientos suaves de cabeza, según el mensaje requiera puntualizar algo. Cuando le preguntan, micrófono pegado a la cara (sorprendente la cantidad de veces que emplea esta técnica), cabeza ligeramente inclinada y mirada fija en la persona que pregunta. ¿Su voz? Tranquila, aprovechándose de la riqueza de matices que la entonación de las palabras en inglés permite.
Viéndole a Clinton uno se da cuenta de que la comunicación política es un arte. Pero el talento natural hay que entrenarlo, y cada político debe desarrollar un estilo propio. Quien quiera aprender de un buen maestro que vea a Clinton“.
Fuente: Blog Comunicación a la Deriva