Hernández en Honduras

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JuanOrlandoHernandez

Por: Ricardo Paz Ballivián

Juan Orlando Hernández es el presidente electo de Honduras. Ganó las elecciones el domingo pasado con una diferencia importante respecto de su inmediata seguidora, la exprimera dama Xiomara Castro.
La campaña hacía prever un resultado más ajustado que el que se produjo finalmente. La explicación debe buscarse en la maquinaria propagandística interna y externa que montó la organización LIBRE, comandada por el expresidente José Manuel Zelaya, que consiguió posicionar la idea de un “empate técnico” en los días previos a la elección.
Inclusive, durante las horas posteriores al acto comicial, cuando se dieron a conocer las “bocas de urna”, se trató de engañar al público, dentro y fuera de Honduras, “fabricando” resultados que daban por ganadora a Xiomara Castro.
De nada valió que la exprimera dama se proclamara ganadora de manera atolondrada y precipitada, antes que los conteos oficiales muestren la realidad de la victoria de Hernández. El plan de denunciar un “fraude” que “robó” la elección a los zelayistas se cayó muy pronto ante la evidencia de la distancia en los números.
Obviamente los lamentos continuarán unos días más, pero son tan contundentes los guarismos que es probable que las protestas se disipen con prontitud.
Honduras, no sólo eligió presidente, sino también 128 diputados para el Congreso, 20 diputados para el Parlamento Centroamericano, 298 alcaldes, 298 vicealcaldes y 2092 corregidores.
Allí los resultados definieron un mosaico multipartidario que obligará a las cuatro fuerzas políticas principales a negociar acuerdos mínimos de cohabitación para poder administrar la cosa pública.
El Partido Nacional surge fortalecido como la primera fuerza, no sólo por haber ganado la presidencia, sino, además, las alcaldías más grandes del país: Tegucigalpa, con Nasry Asfura, y San Pedro Sula, con Armando Calidonio.
En contrapartida, las votaciones de LIBRE, del Partido Liberal y del Partido Anticorrupción, para el Congreso son muy importantes y obligarán al Partido Nacional a concertar para tener un mínimo de gobernabilidad.
Una especial mención merece Salvador Nasralla, candidato del Partido Anticorrupción, que obtuvo una votación sorprendente. Nasralla es un popular conductor de televisión, principalmente de programas deportivos, que logró sintonizar con una de las demandas más urgentes del pueblo hondureño: la lucha contra la corrupción, que a todas luces está desbordada.
Uno de cada seis hondureños votó por su propuesta y esta primera incursión le ha servido para anunciar su candidatura a la Presidencia en el próximo periodo; es seguro que será un actor político de primer orden a partir de ahora y un candidato favorito para el 2017.
El Partido Liberal, con su candidato Mauricio Villeda, finalmente consiguió un resultado discreto, pero satisfactorio (tercer puesto con alrededor del 20%), alejado de los pronósticos que presagiaban una debacle.
Con interesante sentido de la oportunidad, Villeda fue el primer candidato en reconocer la victoria de Hernández, posicionándose de esta forma como un eventual aliado a la hora de constituir gobierno y mayoría parlamentaria.
Libertad y Refundación (LIBRE) es el gran perdedor de las elecciones, principalmente por las enormes expectativas que de manera artificial generó  Mel  Zelaya y que se estrellaron contra el muro de la terca realidad.
Xiomara Castro no hizo una mala campaña, en realidad fue mucho más allá de lo que en un inicio se esperaba de ella, pero no supo o no pudo despejar la evidencia de que su candidatura era simplemente un subterfugio y que quién en realidad iba a gobernar era su esposo.
Ahora Juan Orlando Hernández la tiene muy difícil. La tasa de homicidios se incrementó un 1.000% en tan sólo 20 años, pasando de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes en 1990 a 85 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2013. En 1990 se registraron 480 asesinatos, mientras que en 2013 se reportaron 7.172 asesinatos. Ese es el tamaño del desafío, que, deseamos con todas nuestras fuerzas, el flamante presidente pueda superar.

Ahora Juan Orlando Hernández la tiene muy difícil. La tasa de homicidios en Honduras se incrementó un 1.000% en tan sólo 20 años.

Fuente: Página Siete