“Pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente…”:
La Expropiación Petrolera fue el resultado de la implementación de la Ley Expropiación de 1936 y del Artículo 27 de la Constitución Mexicana aplicados a las compañías petroleras el 18 de marzo de 1938, por el presidente de la República, Gral. Lázaro Cárdenas del Río.
En aquel discurso, el general dijo: “Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital de que se habla”.
“Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable”, dijo entonces el Tata Cárdenas.
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia…”:
El 6 de marzo de 1994, durante el acto conmemorativo del LXV Aniversario del PRI, en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, el entonces candidato tricolor a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta ofreció uno de los discursos más recordados por los políticos en México. En éste, el sonorense –quien fuera asesinado 17 días después de pronunciar este discurso– ofrecía un cambio de paradigma en el PRI y en el país: “Hoy estamos ante una auténtica competencia. El gobierno no nos dará el triunfo: el triunfo vendrá de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, de nuestra dedicación”, dijo. También ofertaba reformar el poder para democratizarlo y para “acabar con cualquier vestigio de autoritarismo”.
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”, es quizá una de sus frases más recordadas.
“Yes we can…”:
La irrupción del “Yes we can” en la campaña presidencial de Barack Obama se produjo en el discurso pronunciado en Nashua el 8 de enero de 2008, la noche de las primarias demócratas de New Hampshire en las que el abogado y senador por Chicago se impuso su máxima rival: Hillary Clinton. El discurso marca el camino de Obama a la Presidencia de Estados Unidos, un hecho histórico por ser el primer presidente afroamericano en gobernar la nación más poderosa del planeta. Esta invitación a participar en el cambio de la nación la usó en la proclamación de su candidatura en Sprinfield, el 10 de febrero de 2007, y la repitió en su “Discurso de la Victoria”, en el Parque Grant, en Chicago, el 4 de noviembre de 2008.
“Nuestro miedo más profundo”:
El 10 de mayo de 1994 fue un día histórico no sólo para el continente africano sino para el mundo. El dirigente Nelson Mandela asumió la Presidencia de Sudáfrica, poniendo así fin a más de tres siglos de supremacía blanca. Casi tres décadas en la cárcel no quebraron la voluntad de hierro de Mandela ni le hicieron presa de la amargura o el resentimiento. En su toma de posesión elaboró un discurso que es considerado como un himno de paz y reconciliación:
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
“Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.
“Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?
“En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? “Eres hijo del universo.
“El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.
“No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
“Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.
“No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
“Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.
“Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás”.
“Las bombas podrán matar a los hambrientos…”:
El 12 de octubre de 1979, el comandante Fidel Castro pronunció este discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Ahí planteó la desigual que prevalece en el mundo: “La riqueza sigue concentrada en las manos de unas cuantas potencias cuyas economías, fundadas en el despilfarro, son mantenidas gracias a la explotación de los trabajadores y a la transferencia y el saqueo de los recursos naturales y otros recursos de los pueblos de África, América Latina, Asia y demás regiones del mundo”, dijo entonces el líder de la Revolución Cubana. Ahí mismo pronunció una de sus líneas más recordadas: “El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se puedan resolver con armas nucleares. Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia. No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos y en el holocausto morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo”.
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos…”:
A las 10:15 horas del 11 de septiembre de 1973, a través de Radio Magallanes –la única favorable al gobierno que aún no era silenciada– el presidente Salvador Allende emitió su último mensaje al pueblo de Chile. Asediado por el golpe militar y la traición, él mismo terminaría con su vida, luego de pronunciar este mensaje.
“Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, dijo entonces el Presidente.
“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”, dijo al despedirse de los chilenos.
“La esperanza de un mundo mejor…”:
En un discurso pronunciado por Ernesto “Ché” Guevara en la ONU, el 11 de diciembre de 1964, el líder de la Revolución Cubana reclama a la Asamblea de ese organismo por las intervenciones injustas en el mundo que provocan muertes y hambre injustificadas.
Para él vale la pena arriesgarlo todo por la independencia: “…la esperanza de un mundo mejor… la imagen por la cual vale la pena.. arriesgar la vida… sacrificarse hasta la muerte… en los campos de batalla de todos los continentes del mundo”, dijo entonces
“Yo tengo un sueño…”:
Martin Luther King era el dirigente más visible de las organizaciones por los derechos civiles que organizaron la marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad, el 28 de agosto de 1963 frente al Capitolio de Estados Unidos y al pie de la escalinata del monumento a Lincoln. Esa fue la manifestación más grande e importante que se haya dado en la capital estadounidense.
Ahí, el pastor y activista ofreció su más famoso discurso, que se recuerda por la frase “I have a dream”, en el que manifestó su voluntad y su esperanza de conocer un país fraternal. Ese discurso está considerado como uno de los mejores de la historia estadounidense, junto con el “Gettysburg Address” de Abraham Lincoln. Aquella marcha marcó un giro importante en la lucha por la igualdad de los afroamericanos en Estados Unidos. Los estudiosos aseguran que la frase “Yo tengo un sueño” no fue escrita en realidad en el discurso, sino que el luchador social improvisó la legendaria línea.
“No preguntes que puede hacer tu país por ti…”:
John Fitzgerald Kennedy dio su discurso más famoso justo al tomar posesión como el 35º Presidente de Estados Unidos, el 20 de enero de 1961.
El discurso es recordado por su petición de auto sacrificio por parte del pueblo estadounidense. “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. Sin embargo, el discurso también puso de relieve su creencia en la necesidad de Estados Unidos de defender la libertad en el mundo: “Que todas las naciones lo sepan… pagaremos cualquier precio, sobrellevaremos cualquier carga, enfrentaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo y nos opondremos a cualquier enemigo, para asegurar la supervivencia y el éxito de la de la libertad”.
Uno de los programas que surgió de este famoso discurso fue el del Cuerpo de Paz, que aún ahora persiste. EU envía a jóvenes estadounidenses a diversos países como embajadores de paz y buena voluntad.
“Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas…”:
El 13 de mayo de 1940, Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, dio este discurso en la Cámara de los Comunes. Churchill convirtió sus frases en una de los más grandes llamadas a las armas jamás pronunciadas. El primer ministro llegó al poder a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos de Adolf Hitler conquistaban imparablemente toda Europa, y cuando la supervivencia de la propia Gran Bretaña parecía bastante incierta.
Una de sus líneas más famosas es: “Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”.
Fuente: sinembargo.mx