Por: Alfredo Dávalos
El pasado 23 de febrero, el Gobierno de la Revolución Ciudadana del Presidente Rafael Correa se llevó un duro revés al perder en las principales ciudades del Ecuador y conseguir el triunfo en solo dos de las veinticuatro capitales provinciales, estos resultados deben llevar al Presidente y sus colaboradores a realizar un análisis autocrítico y sobre todo a emprender un profundo proceso de investigación que les permita entender los distintos móviles que llevaron al electorado y sobre todo a los “correístas moderados” a no votar por la mayoría de los candidatos oficiales. Por primera vez y después de varias elecciones consecutivas ganadoras, la campaña liderada por el Presidente Correa y su Movimiento Alianza País cometió varios errores estratégicos como por ejemplo no postular a candidatos con amplias posibilidades para ganar y sobre todo una mala selección de candidatos que tarde que temprano le pasaría factura a la Revolución porque muchos de ellos no eran nuevos actores políticos ni venían desde los inicios de este proceso sino que eran reciclados de la propia partidocracia y en su largo andar habían ya desfilado por varias tiendas políticas y contaban con varios camisetazos; otro desacierto que caló muy fuerte en su propia militancia fue el haber dejado de lado a todos aquellos candidatos ganadores en el proceso de elecciones primarias, pero sin duda algo que terminó por revertirse fue no haberse unido en varias ciudades con sus aliados tradicionales como el Partido Avanza hoy convertido en la segunda fuerza política del Ecuador y el que era considerado como el extinto Partido Socialista hoy con varias alcaldías.
La mayoría de Alcaldes a la reelección se creyeron ganadores antes de tiempo, el exceso de confianza desmedido y el tener la certeza de que la figura del Presidente Correa les arrastraría les hizo cometer una serie de errores estratégicos que los llevarían a perder el domingo 23 de febrero.
En la capital ecuatoriana, el Alcalde Barrera nunca comprendió que un amplio sector de los quiteños se encontraban molestos con sus autoridades por una serie de medidas como el exceso y errores de cobros en las multas, servicios básicos y el predial; el mal manejo de las crisis por parte del Alcalde y su equipo como cuando se cayó el túnel de la cabecera del antiguo Aeropuerto Mariscal Sucre en donde nadie se hacia responsable y mucho menos quería solventar los gastos a los familiares de aquellos ciudadanos fallecidos; el no poder controlar el caos vehicular que aunado a las distintas obras que emprendía la municipalidad hacía que se percibiera como que no había ninguna planificación por parte de las autoridades municipales ya que nunca ni a través de medios masivos o directos se avisaba de sus inicios o se daban a conocer las distintas vías alternas y mucho menos las disculpas por las obras realizadas; el haber inaugurado un nuevo aeropuerto sin ni siquiera contar con la nueva vía, generando de esa forma un mayor caos vehicular y varios vuelos perdidos para cientos de pasajeros; el incremento de la inseguridad y la delincuencia; al no entender a través de un proceso de investigación cuantitava y cualitativa las distintas preocupaciones y percepciones ciudadanas además no entender que el ex Vicepresidente Lenín Moreno tenía mejores posibilidades de conseguir el triunfo en la capital; en cambio el Alcalde Barrera se dedicaba a decir que todo estaba muy bien y no pasaba nada en Quito ¿será que el Alcalde vivía en “Barreralandia”? Por primera vez vimos una campaña de algún candidato de país sin una buena estrategia, sin una propuesta creativa, una campaña cero emocional y sobre todo sin la calidad de producción y diseño que estábamos acostumbrados con las campañas del Presidente Correa.
En el caso de Cuenca además de una extrema confianza al Alcalde Granda le paso factura el no haber logrado poner en funcionamiento al tranvía el cual fue su principal oferta de campaña en el año 2009, la prepotencia y el exceso de los nuevos agentes de tránsito, no haber cambiado la cara y haberle devuelto la vida a las plazas que habían sido el talón de Aquíles de su antecesor y hoy nuevamente Alcalde electo Marcelo Cabrera, su lejanía con la gente, la falta de bases sociales, además de sus distintos errores estratégicos, de campaña y de comunicación lo terminaron por convertir en uno de los principales estrategas de la campaña de su adversario Cabrera.
En Guayaquil a pesar de que la candidata oficialista Viviana Bonilla hizo una campaña interesante, su estrategia fue en su gran mayoría totalmente reactiva y no terminaron de entender que fue un grave error atacar a un Alcalde querido y con bastante aceptación como lo es el Alcalde Nebot eso nos lleva a una importante reflexión que no siempre es bueno atacar en una campaña y depende mucho de lo que percibe y sobre todo siente la gente para decidir dentro de nuestra estrategia si el ataque es válido o no.
Otro de los grandes errores estratégicos de la Revolución fue el de haber descalificado al actual Alcalde de Machala Carlos Falquéz ya que lo terminaron por victimizar, además con esta medida, quien fuera su candidato iba a ganar las elecciones como paso con su hijo el hoy Alcalde electo Carlos Falquéz Aguilar en gran parte debido a la indignación de los machaleños y que además este tema fue clave en la derrota del también Prefecto oficialista Montgomery Sánchez en la provincia de el Oro. Por ejemplo, también en la ciudad de Loja fue un gran error presentar candidato propio y no apoyar la candidatura del hoy Alcalde electo Bolivar “el Chato” Castillo, el cual contaba con un buen respaldo popular.
En otras ciudades como en el caso de Ibarra los distintos errores durante la campaña cometidos por el Alcalde Martínez, tales como el no tener su agenda propia y estar preocupado por posicionar las propuestas de su principal adversario y hoy Alcalde electo Álvaro Castillo, el abuso de la imagen del Presidente, el gasto excesivo en publicidad y de los recursos de la Municipalidad, obligar a los empleados y funcionarios municipales a realizar campaña a favor, pero sobre todo la prepotencia del Alcalde Martínez y sus colaboradores más cercanos, el alza y la creación de nuevos impuestos, así como la falta de obras y no tener una alcaldía de puertas abiertas con atención permanente para la ciudadanía le terminaron por pasar factura al actual Presidente de la Asociación de Municipalidades del Ecuador y hoy Alcalde saliente.
Es fundamental comprender que todas las elecciones son distintas y en la del 23 de febrero la imagen del Presidente no arrastró a la gran mayoría de sus candidatos y su aparición en spots y cadenas a favor de ellos fue un grave error estratégico que hizo que muchos de los votantes quiteños y de otras ciudades votaran de manera visceral en contra de los candidatos oficiales.
Por eso es necesario entender que Correa es Correa, sus candidatos en su gran mayoría no tienen la misma personalidad y carácter con el que cuenta el Presidente, no tienen su mismo carisma y su cercanía con la gente y sobre todo que muchos de ellos no son capaces de tomar decisiones por cuenta propia. Alianza País debe emprender un profundo proceso de identificación de actores y formación permanente de nuevos liderazgos para que cuente en futuros procesos con cuadros nuevos, preparados y buenos candidatos para que así no tengan que recurrir a la tan criticada Partidocracia. Hoy por su parte la oposición no debe perder el rumbo, este no es el fin del Presidente Correa ni de la Revolución Ciudadana es un punto de inflexión muy interesante para la vida democrática de Ecuador. Veamos quien es el que aprende mejor la lección y saca el mejor provecho en las próximas elecciones.
Esta elección nos lleva a una importante reflexión, la gente como en el caso de la Prefectura de Imbabura no votó por esas grandes obras viales de la Revolución Ciudadana, votó por alguien cercano, por un amigo como lo es el Prefecto electo Pablo Jurado, pero también votó por la falta de atención en lo social, hacia su parte personal y en la de sus familias.
El 23F deja varias lecciones tanto para el oficialismo como para la oposición pensando en los futuros procesos electorales, las elecciones modernas requieren de profundos y objetivos estudios sobre la percepción que tienen los electores sobre los políticos y sus propuestas, sus principales deseos, preocupaciones y sueños; contar con buenos candidatos que estén preparados y capacitados para poder gobernar; equipos profesionales que les permitan enfrentar las elecciones de hoy de manera técnica; de la correcta utilización de la tecnología aplicada a la política; pero sobre todo de contar con una estrategia que haga jugar a sus adversarios en su propia cancha, que sea proactiva y potencie todas las fortalezas del candidato; contar un buen mensaje a través de los medios más adecuados que llegué a tocar las fibras sensibles pero sobre todo a conquistar el corazón de la gente.
La gran reflexión a la que nos lleva este proceso es que hoy los electores votaron en Ecuador por candidatos cercanos a la gente, por candidatos que escuchan a sus votantes, por propuestas que nacen en muchos de los casos desde la propia ciudadanía y por candidatos que son muy parecidos a ellos con sus virtudes, defectos y no por funcionarios o candidatos perfectos.