Por: José Rafael Vilar
Cuando el primero de julio de 2012 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México regresó al poder después de dos sexenios fuera de él, inició una nueva etapa para los Partidos Etern(izad)os en el Poder: ellos (71 años continuados en el manejo del país, entre 1929 y 2000); la Asociación Nacional Republicana (ANR), más conocido como el Partido Colorado de Paraguay (61 años ininterrumpidos desde 1954, aunque 78 en total contando una primera etapa desde 1887 a 1904, lo que lo hace el más permanente hasta 2008); el Comunista de Cuba (PCC, oficialmente 48 años desde su refundación en 1965, aunque gobernando como PURSC desde 1962); en Colombia el Liberal (fundado en 1848) y el Conservador (1849), intercambiados en el poder desde entonces (con un interregno militar: 1953-1957), y el Justicialista de Argentina (PJ, continuador del Peronista) que ha gobernado sin continuidad pero que, con distintas tendencias y “apellidos” ha estado omnipresente (gobernando —1947-1955, 1973-1976, 1989-1999 y 2002-2013— o en la oposición legal —1983-1989 y 1999-2002—, ambivalente —1976-1983, con algunos sectores opuestos y hasta enfrentados y otros no— o clandestina —1955-1973—) en la política argentina en los últimos 66 años, desde su fundación en 1947.
(Dejo a los sociólogos el estudio de por qué los electores en Latinoamérica vuelven a apostar a los mismos partidos —fenómeno del que excluyo el PCC porque es partido único.)
El domingo 21 de abril, Paraguay cumplió augurios al realizar sus comicios generales en plena normalidad. Elecciones de significativa importancia porque, con independencia del ganador, al ejercer su derecho democrático los electores paraguayos—además de elegir a su Presidente y su Vice, parlamentarios y gobernadores— demostraban a la comunidad internacional que en Paraguay se cumplían las reglas democráticas, liberándose del estigma antidemocrático impuesto por los demás gobiernos del MERCOSUR —hasta entonces Brasil, Argentina y Uruguay— y secundado por los de UNASUR tras la expedita destitución congresal del expresidente Lugo Méndez —que el mandatario uruguayo Mujica Cordano definió donde “lo político superaba largamente lo jurídico”— porque con esta elección y a pesar de augurios negativos de algunos gobiernos y la ambivalencia del mismo Lugo Méndez —su permanente crítico pero candidato al Senado—, se reafirma el status democrático del país.
El reto se cumplió. Cientos de observadores internacionales y más de un millar nacionales avalaron su legitimidad y tranquilidad, aunque matizada con denuncias de compras de votos y “acarreos” de electores. Elecciones con alta participación de 68.57% (2.391.790 electores) de los 3.516.275 habilitados y con sólo con 2.98% (71.388) votos en blanco y 2.48% (59.417) nulos.
Y, además, se cumplió con resultados de alternancia en el poder: Los colorados con su candidato ganador Horacio Cartes Jara —rico empresario (tabacalera, banca) y dirigente deportivo, incorporado a la política recién en 2009 y muy cuestionado por contrabando, entre otras acusaciones— regresaron al Gobierno luego de cuatro años en la oposición. Uno de los dos países menos poblados de Sudamérica hispanohablante, Paraguay en 2008 —año de la elección del exobispo católico Lugo Méndez a la Presidencia con la Alianza Patriótica para el Cambio, asociación de 34 partidos y organizaciones, entre ellos el Partidos Liberal Radical Auténtico (PLRA) y sectores importantes del Patria Querida (PPQ), segundo y tercero en votación en 2003— les cerró su segundo ciclo gobernando. Esta victoria de la Alianza Patriótica para el Cambio también creó el mito del aporte decisivo de la izquierda a la victoria de Lugo Méndez —aunque la Alianza iba de derecha a izquierda radical y que, en realidad, en 2003 el PLRA y Patria Querida habían alcanzado, sumados sus votos separados, 4,2% de votos más que todo el resultado que obtuvo la Alianza Patriótica para el Cambio en 2008: 40.82%.
La victoria de los colorados en estas nuevas elecciones fue incuestionable —8.86% más de votos (cerca de 212 mil sufragios más) que el segundo, para 45.8% del total (48.45% de válidos)— al candidato de la Alianza Paraguay Alegre —PLRA (gobernante), Democrático Progresista, Encuentro Nacional y Social Demócrata, con apoyo circunstancial de sectores de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE); el candidato de la Alianza fue Efraín Alegre Sasiain, del PLRA. Con este resultado, a los colorados paraguayos les fue mejor que al PRI mexicano en 2012 porque la coalición Compromiso por México —alianza del PRI con el Verde Ecologista de México— sólo alcanzó 38.21% —aunque en justificación para ellos se enfrentaban a dos fuerzas importantes: el Movimiento Progresista (integrado por los Partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano), segundo en resultados, y el Partido Acción Nacional (PAN, gobernando desde 2000); también candidateó independientemente el Nueva Alianza, ex aliado del PRI hasta 2011.
¿Qué lecturas principales dejan estas elecciones en la República del Paraguay (Tetã Paraguái en guaraní, su otra lengua oficial)?
La primera, que la democracia paraguaya está posicionada, con las libertades aseguradas —demostradas en la alta participación, en la tranquilidad de los comicios (avalada por los observadores) y en la victoria de un partido en la oposición— y que las decisiones políticas que la excluyeron de casi todas las entidades de la Región en 2012 no tienen ya justificación.
La segunda, que el peso de la izquierda post Lugo —que asistió dividida: de una parte, el Frente Guasú (del que forman parte los Partidos País Solidario, Frente Amplio, De Participación Ciudadana, Popular Tekojoja, Comunista Paraguayo, Convergencia Popular Socialista, Del Movimiento Patriótico y Popular y De la Unidad Popular, el Bloque Social y Popular con 8 organizaciones y los Frentes Social y Popular y Patriótico Popular) con Lugo Méndez yendo al Senado, y de la otra Avanza País (la principal, desgajada del lugismo y formada por los Partidos Revolucionario Febrerista, Movimiento al Socialismo, Demócrata Cristiano y Paraguay Tekopyahú, el Movimiento 20 de Abril y la Unidad Democrática para la Victoria)— ronda sólo 9,2% (totales y 9,73% válidos) en conjunto, confirmando que en 2008 su aporte electoral a la Alianza Patriótica para el Cambio fue minoritario.
La tercera: el fin de los caudillismos en el país con la desaparición de UNACE, que del tercer lugar en 2008 (21.98% de votos) bajó al sexto en éstas (0.8%, ambos de totales) tras la trágica muerte de su líder Lino Oviedo Silva en un accidente aeronáutico en plena campaña electoral. Poco más de dos meses bastaron para el desbande de sus votantes, algunos pocos hacia la Alianza Paraguay Alegre y la mayoría hacia el Partido Colorado, de donde se había desgajado en 2002.
Mis conclusiones
Tras estos resultados y aunque falta la composición definitiva del Congreso, la orientación política del país se ubica hacia la derecha del espectro ideológico, entre el centroderecha (Colorados) y la derecha (PLRA) en significativa mayoría: 82.74% de los votos emitidos (87.53% de válidos o efectivos), que llega a 83.54% de totales (88.37% de válidos) si sumamos los de UNACE, de tendencia de derecha, confirmando la preferencia por un discurso conservador, fuerte y nacionalista. El resto (10.99% de votos totales y 11.63% de válidos) se lo reparten el amplio (y coyuntural) espectro de sectores de la izquierda paraguaya —Avanza País, Frente Guasú, Partidos de los Trabajadores y Patria Libre— con 9.42% (totales y 9.97% válidos), el centro —Patria Querida, Blanco (Unión Nacional Cristiana) y Humanista Paraguayo: 1.41% (totales y 1.49% válidos)— y las feministas del Movimiento Kuña Pyrenda: 0.16% (totales y 0.17% válidos).
El gran perdedor fue UNACE y demostró que el partido había sido su caudillo; tras su muerte, desaparece.
El otro perdedor importante fue Patria Querida, declinando sus aspiraciones presidenciales desde 21.94% en 2003, bajando a 2.37% en las de 2008 hasta llegar a 1.13% (siempre en totales) en esta elección. ¿El mensaje de los electores?: La necesidad de una reingeniería y un nuevo discurso.
Internacionalmente, ya no hay argumentos para excluir a Paraguay de los organismos regionales —presunto quiebre democrático— ni causas externas que lo provoquen —la incorporación de Venezuela a MERCOSUR. Por lo pronto, el Presidente electo Cartes Jara ha iniciado acercamientos con otros países miembros para su retorno de pleno derecho.
Fuente: E-Lecciones