Napolitan, el estratega

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Joseph_napolitan

Por: Ricardo Paz Ballivián

Qué tuvieron en común John Kennedy, Lyndon Johnson, Hubert Humphrey, Carlos Andrés Pérez, Oscar Arias, Valéry Giscard d’Estaing, Ferdinand Marcos, Boris Yeltsin o Gaafar Nimeiry? Todos ellos llegaron al poder con el asesoramiento de Joseph Napolitan.
Estos notables políticos y otros cientos de candidatos, en más de 20 países, durante más de 50 años, tuvieron la suerte de contar con el mejor consultor político de todos los tiempos. 

Napolitan nació en Springfield, Massachusetts, el año 1929 y se interesó desde temprana edad en la comunicación social y más específicamente en los medios. Trabajó como periodista en prensa y radio hasta que fue capturado por la emergente disciplina de la consultoría política en la década de los años 70 del siglo pasado.
De hecho hasta mediados del siglo XX, las campañas se desarrollaban de manera más o menos empírica, improvisada y se encargaba a algún miembro del partido la conducción de ésta.

Fue la campaña del candidato John Kennedy la que marcó una inflexión en la manera de administrarlas. Allí estuvo Joe Napolitan como parte del equipo, practicando en los hechos el principio que había descubierto: “el factor individual más importante en el desarrollo de una campaña es la estrategia; una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero, incluso, una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea”. Este precepto tan simple como crucial inauguró la era de la consultoría política moderna.

Napolitan se destacaba por su enorme generosidad a la hora de transmitir sus conocimientos. Escribió dos de los textos señeros, sin los cuales la consultoría política no sería la disciplina que es hoy: Cómo ganar las elecciones y Cien cosas que aprendí en treinta años de trabajo como consultor político.
En estas obras se encuentra concentrada la sabiduría adquirida por el estratega norteamericano en décadas de experiencia asesorando cientos de campañas.
De la misma manera se preocupó durante toda su vida profesional por otorgarle a su profesión un estatus académico comparable a otras disciplinas. Trabajó incansablemente en la difusión de la consultoría política y para ello fundó la American Association of Political Consultants (AAPC).

En América Latina, bajo sus ideas y enseñanzas surgieron posteriormente centros académicos y de divulgación de la consultoría política, donde destacan el Centro Interamericano de Gerencia Política y The Graduate School of Political Management de la George Washington University.

Napolitan nos enseñó mucho y rompió mitos en la administración de las campañas. Aquí van unas perlas: el efecto del “voto al ganador” no existe, el “timing” es esencial, la percepción es más importante que la realidad, cada campaña es diferente, cada campaña es la misma, se puede pulir un candidato pero no cambiarlo realmente, cuidado con las soluciones simples a problemas complejos, ten una razón para lo que haces, reconoce tus propias limitaciones, no tengas pánico acerca de los errores pues ocurrirán, adelántate a las campañas negativas, el enemigo de tu enemigo no es necesariamente tu amigo, la información es poder, analiza tus derrotas, no te engañes ni engañes a tu candidato, aprende a ser paciente, si el candidato gana se debe a su encanto y si pierde es por culpa del consultor, nunca se gusta a todo el mundo, hay que evitar autodestruirse, y, sobre todo, si los consejos del consultor no son seguidos es mejor marcharse.
Cada uno de estos enunciados podría desarrollarse en varios libros y constituyen el “corpus epistemológico” de la consultoría política.

En los años recientes se han realizado contribuciones importantes desde varias otras fuentes y también desde la propia disciplina, pero los descubrimientos de Napolitan, en su mayoría, se hallan vigentes.John Napolitan murió en el lugar donde nació, el 2 de diciembre pasado. Una larga y pletórica vida la de este hombre especial. Vaya pues nuestro homenaje y nuestro agradecimiento.

 Napolitan escribió dos de los textos señeros, sin los cuales la consultoría política no sería la disciplina que es hoy.

Fuente: Página Siete