¿Se puede ganar esta elección (que parece perdida)?

adminArtículos, Opinión y AnálisisLeave a Comment

winning

Por: Ricardo Paz Ballivián

En 1960 ésa era la pregunta clave que se hicieron los estrategas de la campaña del joven senador por Massachusetts, John F. Kennedy, cuando se daba inicio a una de las campañas electorales más sorprendentes de la historia.

El candidato a vencer era el igualmente joven, pero sin duda más experimentado, vicepresidente en funciones, Richard M. Nixon. El presidente de Estados Unidos era el general Dwigth D. Einsenhower, que había delegado en muchas oportunidades el mando de la nación en manos de su vicepresidente.

Nixon, por muchas razones, era el candidato favorito y muy pocos hubieran apostado a que Kennedy podría enfrentarlo con posibilidades de éxito. Contra todos los pronósticos ganó el senador bostoniano por estrecho margen de votos y Nixon tuvo que esperar hasta 1968 para retornar al poder.

En 1990 un desconocido catedrático universitario, exrector de una universidad agraria en el Perú, también se preguntaba si se podía ganar la elección a la cual se había inscrito como candidato presidencial con discreto entusiasmo. Alberto Fujimori se enfrentaba nada menos que a Mario Vargas Llosa, el peruano más famoso del mundo y que se hallaba respaldado por la intención inicial de voto de más del 70% de sus compatriotas.

El “chino” Fujimori, en sólo tres meses de campaña, logró clasificar a segunda vuelta y luego derrotar inapelablemente al prestigioso escritor, entonces futuro premio Nobel.

En 1997, Venezuela discutía quién ganaría la Presidencia en las elecciones del siguiente año. La favorita era Irene Sáenz, una inteligente y bella mujer que fue Miss Universo y exitosa alcaldesa del municipio de Chacao, en el centro de Caracas. Su principal contendiente era el exgobernador Henrique Salas Römer.

Pero el que se hacía la pregunta, desde el llano, si se podía ganar esa elección era un tercero que todavía no marcaba en las encuestas, el coronel Hugo Chávez Frías. Menos de 12 meses después, Chávez vencía en los comicios a Salas Römer y a Irene Sáenz con el 57% de los votos.

El año 2000 se apagaba el gobierno de Ernesto Cedillo en México. El Partido Revolucionario Institucional, con siete décadas en el poder, se aprestaba a enfrentar una nueva prueba en las urnas. A pesar del desgaste gubernamental, la mayoría daba por descontada la victoria del candidato oficial Francisco Labastida.

Sin embargo, el gobernador de un estado pequeño, Guanajuato, respondía ante la mirada escéptica de sus correligionarios que sí se podía ganar esa elección. Vicente Fox derrotó a la gigantesca y aparentemente imbatible maquinaria electoral del PRI con más del 40% de los votos.

Tres días antes de las elecciones, definidas para el 14 de marzo de 2004, Mariano Rajoy, candidato presidencial del Partido Popular, esperaba tranquilo y confiado la realización de los comicios, pues todas las encuestas lo daban como ganador con una cómoda distancia respecto de su inmediato seguidor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Mientras este último cavilaba y se preguntaba si todavía era posible ganar esa elección, unas bombas asesinas que mataron a cientos de españoles viraron dramáticamente el resultado electoral. Rodríguez Zapatero y el PSOE vencieron inesperadamente con el 43% de los votos.

En 2008, la potencia más grande de Occidente se aprestaba a renovar la Presidencia. Terminaba su período George W. Bush y el candidato de su partido, el prestigioso héroe de guerra John  MCain III, garantizaba una excelente votación.

Al frente, un joven senador por Illinois, Barack Hussein Obama, se preguntaba con recelo y prudencia si se podía ganar esa elección y así convertirse en el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos.  Y sucedió lo impensable, Barack Obama ganó con el ¡65%! de los votos. Sólo un año antes, parecía que Hillary Clinton era la mejor carta del Partido Demócrata y pocos apostaban a Obama en las primarias demócratas.

¿Se puede ganar esta elección (que parece perdida)? Parece que a veces se puede.

En 1960 ésa era   la pregunta clave que se hicieron los estrategas de la campaña del joven senador por Massachusetts, John F. Kennedy.

Fuente: Página Siete