Por: Jordi Pérez Colomé
El presidente Obama ya tiene otra crisis que no había pedido. Ahora es Ucrania. Los analistas la llaman “el mayor test de su presidencia”. En realidad es al menos el décimocuarto, según esta recopilación:
A los periodistas nos gusta exagerar para llamar la atención. Esta crisis es de momento importante. Puede serlo más, o no.
Desde la perspectiva de Estados Unidos, estas son cinco cosas que hay que saber:
1. Ucrania está en Europa. La geografía y los intereses vitales importan. Si el gobierno de Cuba quisiera invadir la base de Guantánamo, daría igual lo que Naciones Unidas o Rusia dijeran. Los marines responderían y punto. En América Latina hoy Estados Unidos está más comedido, pero las guerras bananeras son de hace menos de cien años; y Chile, Nicaragua, Panamá, Haití, Cuba son países que saben qué significa vivir cerca de Estados Unidos:
Ucrania tiene ese nivel de importancia para Rusia. Crimea fue Rusia hasta 1954 y allí tienen hasta 2042 -como mínimo- la base de su flota del mar Negro. Es un interés vital. Dos cables de Wikileaks citaban en 2006 la opción de recuperar Crimea para Rusia. No es ninguna excusa para infringir la soberanía de otro país, pero es menos sorprendente.
Mientras las presuntas crisis de Estados Unidos estén a 8 mil kilómetros de sus fronteras o no afecten sus intereses vitales, significa que son aún la primera potencia mundial. Europa en cambio debería preocuparse más, pero no puede: “Es desafortunado que Estados Unidos haya hecho la declaración más dura. Los europeos deberían preocuparse en ‘¿quién es el siguiente?’ ¿Por qué debemos asumir que solo serán antiguos estados satélite?”, dice el senador Chris Murphy.
2. Putin no es de fiar. Al presidente ruso, Vladimir Putin, le importa poco la legalidad, el poder suave o caer bien en el extranjero. Los juegos olímpicos de Sochi fueron un intento desastroso para demostrar que Rusia era un país distinto. Aún no lo es.
El derecho internacional que el Kremlin proclama para defender a Gadafi o Asad se le olvida en Ucrania. La excusa irreal es que Estados Unidos promovió la revuelta en Kiev y ahora deben defender a sus “ciudadanos” en Crimea porque les han pedido ayuda. Es un magnífico cuento chino.
Ucrania por ejemplo abandonó sus armas nucleares en 1994 a cambio de la promesa de Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña de “respetar su independencia, soberanía y las fronteras existentes”.
Los países más interesados -Corea del Norte, Irán- no necesitan lecciones sobre la importancia de tener armas nucleares. Pero aquí tienen otra. El doble rasero ruso es ridículo.
Si a Putin no se le va de las manos, puede conseguir que Crimea sea una provincia más autónoma o cuasi independiente de Kiev, algo parecido a lo queobtuvo en 2008 en Osetia del Sur y Abjazia. Así son las relaciones internacionales. Aunque algún día los malos también se estrellan.
3. Obama quería algo más de Putin. El gran éxito en política internacional que aún podría lograr Obama -un acuerdo con Irán sobre armas nucleares- depende en parte del apoyo ruso. También dependen Siria y la reducción de armamento nuclear en el mundo, pero están más encallados.
¿Qué puede hacer Obama? Si pretende seguir con la pretensión de tener un amigo en el Kremlin solo puede aguantar la tormenta, que Putin consiga lo que quiera sin más muertos y que todo se olvide pronto. Si la situación en Ucrania se complica, deberá subir las críticas y las acciones y olvidarse de colaborar.
A Putin ya le va bien ser el estandarte de la recuperación del orgullo ruso e insinuar un nuevo imperio. Las preocupaciones de Obama no son su problema inmediato.
4. Nadie irá a la guerra mundial. Los senadores John McCain o Marco Rubio no quieren ir a la guerra. El ex campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, escribió hace unos días esta celebrada crítica a Obama.
Pero tampoco quiere ir a la guerra:
Rusia, por supuesto, como dice Kasparov, no quiere tampoco una guerra con la OTAN. Aunque eso es más fácil de valorar desde Washington que desde Tallin o Varsovia.
Obama llegó a la presidencia para concluir guerras. Ha demostrado que no quiere empezar otra (Libia fue lo más parecido). Los rivales aventureros, como Putin, se aprovechan. Las acusaciones de ingenuo y débil surgen.
Pero no es un problema solo de Obama. A partir de la Segunda Guerra Mundial, todos los presidentes americanos han frenado ante la opción de una posible guerra con la URSS o Rusia: desde el republicano Eisenhower en la primavera de Praga en 1956 al republicano George W. Bush en Georgia en 2008. Es evidente que no eran asuntos vitales para Estados Unidos. Por eso pudieron escoger su camino. Ahora igual. La fortaleza no es siempre violencia.
Todo eso indica que las opciones de Obama son limitadas. Todos los medios han dado su versión de estos límites: aquí las versiones del WSJ, AP o el NYT, por ejemplo.
5. Las alternativas son económicas y de asustar algo. Si las alternativas son pocas, qué hacer. De momento Obama no iría en junio a la reunión del G-8 en Sochi, Rusia. Es algo que Putin ya hizo en Camp David en otra reunión del G-8.
McCain ha dado su lista de preferencias para enfrentarse a Putin. Son las más duras que he visto en un alto cargo (tiene ventajas no ser presidente); son tres: recuperar el escudo de misiles en Europa del este, acercar a Georgia a la OTAN -ni Ucrania ni Georgia son miembros de la OTAN, sí lo son las repúblicas bálticas- y poner los nombres de dirigentes rusos en una lista para que congelen sus cuentas en el extranjero y no reciban visados para algunos países.
Son las opciones más radicales de Estados Unidos a corto plazo (las sanciones económicas serían otra vía) y que por ahora Obama ni ha insinuado. Pero los militares están preparados para todo.
Fuente: Obamaworld.es