Por: Xavier Peytibi
En 1903, Horatio Nelson Jackson aceptó cruzar Estados Unidos en automóvil a cambio de 50 dólares (1300 dólares al cambio actual), pagado por el fabricante del propio automóvil: el Vermont. Él no sabía conducir, ni casi nadie. De hecho, nadie jamás había circulado tanto tiempo, sobre todo porque la primera gasolinera no existiría hasta 1905 (aunque se podía comprar gasolina al peso en algunas tiendas) y las pocas carreteras eran de tierra –con suerte-. El objetivo era demostrar que el coche no iba a ser solo una moda pasajera, sino el medio de transporte del futuro. Jackson no solo consiguió recorrer el camino, sino que pudo tomar imágenes de su ruta. Consiguió pues su objetivo y mostró que los tiempos habían cambiado, que el progreso había llegado, y que la moda de los automóviles llegaba para quedarse.
Unos años más tarde, y ya con la fotografía como arma, el equipo de Franklin Delano Roosevelt pensó lo mismo. Había que demostrarle al público norteamericano que el New Deal, el proyecto avalado por el Presidente para salir de la crisis, era más que necesario y que funcionaba. Solo a través de las imágenes de fotoperiodistas que viajaban por todo el país, la ciudadanía se convencería de que las cosas estaban cambiando, de que la recuperación, el cambio, llegaba para quedarse.
Así, como indica Peter Olsen, en 1935, como parte de su “New Deal”, el presidente Roosevelt creó la Farm Security Administration (FSA). El propósito de esta agencia federal era ayudar a las familias estadounidenses pobres rurales que tuvieron que abandonar sus granjas durante la Gran Depresión. A través de sus fotografías, la FSA publicitaba mediante imágenes convincentes y conmovedoras, la pobreza rural, y la necesidad de ayudar a esas familias para que se recuperaran. Del mismo modo, mostraba cómo desde la agencia se les ayudaba con subvenciones.
Aunque el proyecto de fotografía de la FSA ha sido visto por algunos críticos como propagandístico, es también en gran parte responsable de la creación de las imágenes icónicas que vienen a la mente cuando uno piensa en la década de 1930 y la era de la depresión. Se trataba de realzar y de documentar las vidas de las personas (especialmente mujeres y niños), y de cómo vivían e intentaban mejorar.
Las imágenes se publicaron en revistas populares y periódicos donde eran muy visibles para el público en general. Por lo tanto, incluso la población cada vez más urbana se hizo consciente de la difícil situación de los productores rurales, trabajadores inmigrantes, y aparceros. El dilema de ver a otras familias que sufren innecesariamente presentaría un desafío para cómodos ciudadanos de clase media y les animaba a hacer algo al respecto, que en este caso significaba que ayudaran en programas de bienestar social patrocinados por el gobierno.
Entre los 11 fotógrafos encargados por el gobierno federal estuvieron grandes maestros, como Dorothea Lange y Walker Evans, junto a Arthur Rothestein, Theo Jung, Ben Shahn, Carl Mydans, Russell Lee, Marion Post Wolcott, Jack Delano, John Vachon y John Collier. Su misión era capturar el lado humano de los acuciantes problemas sociales y económicos de la época, consiguiendo la atención de la nación. Desde 1935 a 1944 se hicieron 77.000 imágenes. El gran número de fotografías tomadas por la FSA, muchísimas de ellas publicadas en todos los medios de comunicación, dieron la impresión de que este tipo de situaciones eran generalizadas, presentando una amenaza inminente a la vida familiar americana. Después de verlas durante meses y años, la sociedad estaba convencida que había que hacer algo, que el gobierno hacía muy bien en ayudarles, y que incluso la sociedad debía colaborar.
El New Deal de Roosevelt había triunfado, no tanto en la realidad, sino en la percepción para sus ciudadanos. La fotografía fue por primera vez un arma definitiva de persuasión en política.
Para los interesados, y como indica Álex Vicente en El País, estas y muchas otras fotografías icónicas se pueden visitar en la exposición Road Trip, en el Museo de Bellas Artes de Burdeos, hasta el mes de noviembre. Allí puede verse la portentosa colección fotográfica de Los Angeles County Museum of Art (LACMA), donde figuran los grandes nombres de la imagen del último siglo, donde destacan las imágenes de la Gran Depresión y de la lucha de un gobierno para terminar con ella, y donde el Gobierno es el bueno de la historia.
Como indica con mucha razón la directora del museo de Burdeos, “La fotografía reproduce lo real, pero también lo transfigura. Es capaz de construir mitos, pero también de derribarlos”. Si el New Deal nos ha llegado hasta hoy como un proyecto exitoso, tiene mucho que ver con las imágenes que llegaron de esa época y la percepción que crearon en los estadounidenses.
Fuente: Blog de Xavier Peytibi