Por: César Toledo
La forma de establecer contacto visual le hace parecer una mujer muy cercana a pesar de la distancia.
La conducta no verbal de Hillary Clinton se caracteriza por su forma de mirar a los demás, un contacto visual que establece constantemente, favoreciendo la conexión emocional y cognitiva con sus interlocutores. Esta es la principal conclusión del análisis de su lenguaje corporal, realizado a través de la imagen proyectada en sus redes sociales (Twitter, Facebook e Instagram), donde predominan las fotografías de la candidata demócrata interactuando con ciudadanos anónimos.
El esfuerzo por dotar de congruencia su discurso de cercanía hacia quienes más lo necesitan es muy evidente. La mayor parte de las escenas parecen seleccionadas con esta intención, pero lo cierto es que funcionan con eficacia. Para comprobarlo bastan los cien segundos del vídeo colgado en su canal Youtube (puedes verlo aquí), con motivo de la visita al estado de Iowa, donde arrancan las primarias norteamericanas con el primer caucus.
“Ella te mira a los ojos, quiere saber lo que tú sabes, y quiere saber más sobre ti, lo que no es muy común en los políticos, es difícil que no te impresione cuando la conoces”, explicaba el pasado año Rocco de Fazio, su popular pizzero neoyorkino, en “El lado humano de un líder”, un recomendable documental del politólogo y consultor de comunicación español Yuri Morejón.
Y no le falta razón a este emprendedor de origen italiano. Mirar a los ojos a quien nos habla, dirigir nuestro torso hacia el suyo, asentir con la cabeza, y demostrar con las expresiones faciales que somos capaces de entender y experimentar lo que nos cuentan (sin tener que estar necesariamente de acuerdo), son los componentes básicos de la escucha activa, una práctica infalible para conectar con los demás, y que Hillary maneja de manera sublime.
El secreto de su cercanía
El secreto del éxito en la comunicación de Hillary Clinton está en el contacto visual a la hora de hablar y, sobre todo, en el momento de escuchar: le hace parecer una mujer muy cercana y sensible, capaz de ponerse en la piel del otro. Todo, con solo una mirada, un sutil ladeo de la cabeza o una levísima inclinación del cuerpo, tan simple como eso:
Superar la distancia
La eficacia de esta sencilla pero poderosa técnica de escucha activa le permite incluso superar las barreras de la distancia, que paradójicamente interpone de manera considerable con sus interlocutores. La cultura anglosajona norteamericana es una de las de menor contacto físico del mundo, después de la japonesa, algo que Hillary Clinton se encarga de recordarnos cada vez que saluda a algún simpatizante de su causa.
Como vemos en las imágenes superiores, procura moverse en una respetuosa distancia social, que en su caso puede alcanzar incluso los dos metros, si tenemos en cuenta que cada uno extiende al máximo su brazo para alcanzar la mano del otro.
Además, Clinton mantiene el cuerpo erguido y la cara alejada, cuidando no invadir el espacio personal de sus interlocutores y componiendo una imagen de notable dignidad, que compensa con la sonrisa amable y el contacto visual: aunque en realidad está lejos, el interlocutor la siente cerca.
Cuando invaden su espacio personal, o ella misma necesita invadir el de otra persona para comunicarse o responder a la acción, lo hace también con suma prudencia, como se aprecia en las imágenes superiores.
Al relacionarse con niños, la conducta cambia de forma notable: Hillary Clinton reduce su distancia social a personal (-120 cms) e incluso íntima (-45 cms), y se muestra mucho más cómodacon un contacto físico que habitualmente suele administrar con mucha cautela entre los adultos. En su caso, losgestos manifestadores de afecto parecen reservados preferentemente para las personas de su círculo más cercano.
Un círculo de íntimos en el que debe de incluir a Barak Obama, como puede apreciarse en esta elocuente imagen, en la que de forma ostentosa parece lanzarse a sus brazos, para sonrojo del personal de la Casa Blanca. Sin embargo, si observamos con detenimiento, descubrimos que Hillary se mantiene firme en su sitio, y obliga al presidente a acercarse a ella: toda una exhibición de poder gestual.
El tacto del poder
Desde el punto de vista háptico, llama la atención la naturalidad de Hillary Clinton a la hora de tocar-poseer los objetos ajenos en cualquier ambiente o circunstancia, gesto que algunos autores vinculan con la expresión de poder. Este se refleja también en la verticalidad de su postura -la cabeza alineada con el tronco, los hombros simétricos, brazos perpendiculares al suelo, caderas alineadas y los dos pies bien afianzados-, en una posición firme y expansiva que indica seguridad y apertura. La dignidad y elegancia de su figura, que cuida con esmero al andar, solo se descompone cuando las circunstancias lo exigen, como en este caso, atraída por la repostería:
La credibilidad de los ilustradores
En cuanto a los gestos, Hillary Clinton acompaña sus palabras con una amplia gama de ilustradores, realizados generalmente con las palmas de las manos abiertas yhacia arriba, otro indicador de apertura en la comunicación, que además aportacredibilidad a su discurso. Los movimientos suelen ser armoniosos. Como puede comprobarse en las imágenes, le salen con la misma espontaneidad en un escenario que en cualquier otro ambiente.
El punto débil
En el plano paraverbal encontramos uno de los pocos puntos débiles de su comunicación: el tono de la voz. Normalmente lo modula y controla con solvencia, pero cuando eleva el volumen tiende hacia los agudos, la voz pierde profundidad, parece descontrolada y resulta chillona, algo que resta credibilidad y fuerza a sus palabras. Se maneja con sobresaliente soltura en la improvisación y en la lectura del teleprompter, pero pierde mucha naturalidad y transparencia emocional cuando lee el discurso en papel, como hizo en su multitudinario mitin en Nueva York. La diferencia resulta evidente al comparar los siguientes vídeos:
Como se puede comprobar en su discurso ante la Conferencia Anual de Alcaldes, en Charleston, Hillary Clinton se maneja con solvencia en la lectura del teleprompter, que le permite gesticular con naturalidad y no resta transparencia emocional a la expresión del rostro ni al tono de la voz, en todo momento bajo control.
En Nueva York, el resultado es muy diferente, al leer el discurso en papel: gestualidad más pobre y forzada,menos control sobre el tono y modulación de la voz, desajuste en las pausas y, en general, una apariencia más tensa y artificial. (Quizás no pudo utilizar el teleprompter disponible en el escenario por las dificultades de la luz solar, que su equipo de producción no fue capaz de prever ni corregir, como evidencian las sombras en su rostro, perfectamente evitables).