Por: Daniel Eskibel
¡Qué distintos que somos de los animales! ¿Verdad que sí?
Hmm. ¿Tan distintos?
¿Qué tanto?
Veamos.
Una manada de animales tiene una estructura jerárquica
Un jefe de manada y luego toda una arquitectura del poder. Unos con más poder, otros con menos. Y luchas que pueden ser violentas por desalojar a quien está en el poder y sustituirlo por otro.
Cada pelea deja instaurado un statu-quo. Un orden social que se mantendrá durante un cierto tiempo. Y esto ocurre porque el derrotado asume su derrota, se vuelve menos agresivo y a veces hasta sumiso. Lo cual es una forma de protegerse a sí mismo, ya que de continuar atacando al jefe saldría lastimado.
También es una forma de proteger a la manada, ya que la misma no podría vivir en un contexto de peleas interminables y permanentes.
La pieza clave de ese orden social, entonces, es la actitud relativamente sumisa que adopta el derrotado una vez culminada la pelea por el poder.
Una sociedad humana también tiene una estructura jerárquica
Un Presidente, ministros, legisladores, alcaldes, gobernadores…En suma: arquitectura del poder entre los humanos.
Hay luchas por el poder, también. En particular, y pensando en términos democráticos, luchas electorales. Cada 4 o 5 o 6 años, según el país y la elección. Luchas que pueden llegar a ser feroces.
El que gana la lucha es quien gobierna. El derrotado acepta la nueva situación. Y en el conjunto de la sociedad crece durante un cierto tiempo la figura del ganador (la llamada “luna de miel” de amplios sectores del electorado con quien triunfó).
El derrotado tiende a apaciguarse, y así se protege a sí mismo y protege a la propia sociedad (que tampoco podría vivir en un conflicto permanente).
Se instaura un nuevo statu-quo.
Una hormona llamada testosterona
La testosterona es una hormona vinculada entre otros aspectos a la agresividad, la toma de riesgos y la reacción frente a las amenazas. Cuanto mayor presencia de la hormona, mayor desarrollo de dichos aspectos.
Dije agresividad, toma de riesgos y reacción ante las amenazas.
Bien podría haber dicho lucha por el poder. Porque es una hormona que impulsa conductas vitales a la hora de disputar el poder.
Es una hormona, por otro lado, cuyos niveles suben y bajan en el ser humano en función de diversas situaciones.
Las victorias, por ejemplo a nivel deportivo, elevan los niveles de testosterona lo cual lleva al ganador a luchar más agresivamente aún en pos de nuevos triunfos. En cambio las derrotas, también a nivel deportivo, descienden el nivel de testosterona de tal manera que el vencido se repliega y retrocede.
La testosterona baja luego de una derrota política
Recientemente fue confirmado. La testosterona baja después de consumada una derrota política. Por lo menos en los hombres.
Científicos norteamericanos de la Duke University y de la University of Michigan estudiaron el tema en torno a la elección presidencial del año 2008 en Estados Unidos. Analizaron los niveles de testosterona en un grupo de votantes de Obama y en un grupo de votantes de McCain. Lo hicieron en 2 oportunidades para cada grupo: antes y después de la elección.
Los resultados del experimento fueron los siguientes:
- Los hombres que votaron al ganador Obama presentaron niveles estables de testosterona antes y después de la elección.
- Los hombres que votaron al perdedor McCain tuvieron niveles de testosterona mucho menores después de conocido el resultado electoral.
- Las mujeres mantuvieron estables sus niveles de la hormona antes y después de la elección.
Conclusión: la derrota política baja los niveles de testosterona en los hombres. O sea que el grupo perdedor queda con sus hombres (dirigentes y militantes) en una especie de inferioridad hormonal temporal para la batalla por el poder.
Este hecho podría explicar varios fenómenos políticos conocidos. Por ejemplo la sucesión de derrotas consecutivas de un mismo candidato y/o partido, configurando rachas o ciclos de resultados similares a lo largo de cierto tiempo. O también la ola de popularidad que disfrutan los ganadores durante los primeros meses posteriores a su triunfo.
¿Seremos tan distintos de los animales?
Fuente: Blog Maquiavelo&Freud