Por: César Toledo
La gestión eficaz de la comunicación no verbal en el aula genera un ambiente de aprendizaje favorable, reduce la distancia física y psicológica entre docente y alumnos, crea un clima de confianza y respeto mutuos, y facilita la asimilación de contenidos, entre otras muchas ventajas.
La capacidad del enseñante para cautivar y liderar su clase es una variable estrechamente vinculada a la motivación, al aprendizaje afectivo, y a la obtención de buenos resultados académicos, tal y como demuestran todas la investigaciones realizadas en este campo.
Dicho de otra manera, cuando el comportamiento de un maestro nos gusta aprendemos con más rapidez y facilidad, porque nuestro cerebro tiende a concentrar su atención, modelar y copiar las conductas que le resultan más atractivas y emocionalmente estimulantes.
Como ya he contado otras veces, no seguimos a los líderes tanto por lo que dicen como por lo que hacen y por lo que son. Y los docentes son, ante todo, líderes de los ciudadanos del futuro, aunque algunos olviden esta condición con frecuencia y otros ni se la planteen.
De ahí la imperiosa necesidad de poner en valor la comunicación no verbal como herramienta pedagógica, en un sistema educativo que hasta ahora ha primado la razón frente a la emoción, y las palabras frente a la expresión corporal.
El dominio de la comunicación no verbal en el aula es una materia compleja, que exige formación y entrenamiento especializados, aunque si te dedicas a la docencia, puedes empezar por estos diez útiles consejos, que al final resumo en una práctica infografía. Aplícalos con sensibilidad, prudencia y sentido común, y pronto empezarás a ver los resultados:
1. Entra en clase con clase
Entrar en el aula es como salir a un escenario, tiene que impactar. La primera impresión cuenta más de lo que parece, y puede condicionar la manera en que los alumnos te percibirán durante toda la clase. No conviertas este ritual en algo mecánico o intrascendente. Establece normas con los estudiantes, pero cuida también tu aspecto, toma conciencia de tu lenguaje corporal, y transmite sensaciones positivas desde el momento mismo en que cruces la puerta.
2. Sonríe y te sonreirán
La sonrisa es uno de los elementos más eficaces de la comunicación, y también uno de los más contagiosos. El cerebro humano reconoce la expresión facial de alegría a mayor distancia y mucho más rápido que ninguna otra emoción básica. Sonríete a ti mismo y sonríe a tus alumnos. Verás cómo el ambiente en clase se vuelve tan positivo y amable como tu propia cara. Además, así el impacto será mucho mayor cuando llegue el momento de ponerse muy serio.
3. Camina con seguridad
La forma de andar dice mucho de ti como docente, y puede transmitir un mensaje de inseguridad que tus alumnos apreciarán enseguida de manera inconsciente. Evita las posturas de cierre o encogimiento, no bajes la cabeza, no protejas tu cuerpo con carpetas u otros objetos, no avances con titubeos, pero tampoco corras ni te atropelles. Camina erguido y estable, pero sin rigidez, la barbilla levemente arriba, los hombros equilibrados, el torso expuesto y los pasos firmes. Y no solo en el aula, también por los pasillos del centro. Es tu territorio, y debes dominarlo con naturalidad.
4. No pierdas de vista a nadie
El contacto visual es otro de los elementos imprescindibles para abrir el canal de la comunicación con tus alumnos. Cruza tu mirada con cada uno de ellos mientras hablas, sin excluir a ninguno. No cometas el error de centrarte solo en los que tienen un mal comportamiento, o en los que devuelven un feedback muy positivo y están siempre atentos. Hazles saber a todos con la mirada que estás muy presente y pendiente de sus necesidades, que eres cercano y accesible. Evita las miradas de reojo, te hacen parecer acechante y generan desconfianza. No des la espalda ni te gires hacia la pizarra mientras hablas.
5. Habla de pie y muévete por toda el aula
Siempre que puedas, levántate para hablar. Así captarás con mayor facilidad la atención de la clase, y podrás usar todo el cuerpo para enriquecer tu mensaje. Es muy importante moverse por toda el aula: transmitirás dominio sobre el territorio, conseguirás la atención desde cualquier ángulo, y se verán obligados a seguirte con la mirada. Mantenlos alerta, recuerda que el control del espacio lo tienes tú. No dejes “puntos ciegos” que faciliten las distracciones. Mueve tu torso como la antena de un radar, orientándolo a todos los rincones de la clase, e inclínate levemente hacia quienes se dirijan a ti.
6. Ilustra y enseña con gestos
Los gestos ilustradores están estrechamente vinculados a la credibilidad. Usa tus manos y brazos para acompañar y reforzar las palabras, con movimientos amplios, abiertos y armónicos. Redondea cada mensaje, dibuja los conceptos en el aire, señala, delimita, advierte, enfatiza,… Y olvídate de los gestos adaptadores, que transmiten inseguridad y nerviosismo, como las manipulaciones de la ropa u objetos. Cuidado con los puños cerrados, que pueden expresar tensión o agresividad, y cuidado también con el dedo índice acusador, que puede resultar amenazante. Mejor, las palmas abiertas y a la vista.
7. Ve atrás cuando un alumno hable
Procura que los alumnos salgan con frecuencia a la pizarra para realizar sus exposiciones, desplázate hasta el final del aula y escúchalos desde allí. Esto facilitará que toda la atención se concentre en el estudiante que habla, será como si los compañeros se quedasen solos oyéndole. Pero además, tendrás la misma perspectiva que tienen ellos, y podrás apreciar sus reacciones más espontáneas. Enriquecerás tu ángulo de visión, incluyendo en el mismo plano al actor y a su público.
8. Calla para que callen
Recuerda: el silencio también comunica. ¡Y mucho! Una pausa en el momento adecuado puede servir para enfatizar lo que acabas de afirmar, o para llamar la atención sobre lo que dirás a continuación. Pero además, resulta una herramienta muy útil para conseguir el silencio en el aula. Eso sí, tendrás que dramatizar la escena con tu expresión facial, postura y mirada. De pie, con los brazos cruzados sobre tu pecho, y mirando fijamente en silencio, les harás saber que esperas por ellos para continuar.
9. Contacta con mucho tacto
El contacto físico es otro valioso canal de comunicación no verbal, pero debes manejarlo con mucho tacto. En el caso de alumnos de corta edad, para ayudarles, condúcelos de la mano; para detener su conducta, cógelos de la muñeca. Está demostrado que el contacto físico transmite acercamiento, rompe barreras y genera compromiso, aunque debe establecerse con mucha prudencia, naturalidad y brevedad. Las únicas partes del cuerpo seguras para contactar son brazos, hombros y zona alta de la espalda. Una leve palmada o un suave toque acompañando tus palabras bastará para reforzar tu mensaje. Ten en cuenta siempre en la cultura y personalidad del alumno.
10. No grites, enfatiza
La calma es señal de que sabes de lo que hablas, y un mecanismo muy útil para mantener la situación bajo control en el aula. Evita a toda costa gritar. Si merecen una reprimenda, capta primero su atención y silencio, y luego emplea un tono de voz sereno, firme y muy serio. Recuerda: incluso a la hora de transmitir entusiasmo, no es necesario gritar para enfatizar tu mensaje. Mejor, aprende a modular tu voz. Las variaciones en el timbre, el ritmo y el tono, facilitan la atención, te hacen más ameno y favorecen el aprendizaje.
Un consejo final: grábate
La mejor forma para autoevaluarte y corregir errores es grabándote en vídeo durante una clase. Una pequeña cámara al final del aula te permitirá obtener un material audiovisual de gran valor, con el que contrastar tu evolución y avances en el futuro.
Y una recomendación bibliográfica
Si quieres saber más, puedes empezar por esta interesante investigación de la profesora de la Universidad de Alicante, Helena Álvarez, en la que repasa algunos interesantes estudios científicos sobre la influencia de la comunicación no verbal en el aula:
ÁLVAREZ DE ARCAYA AJURIA, H. (2004). Influencias de la comunicación no verbal en los estilos de enseñanza y en los estilos de aprendizaje. Universidad de Alicante. Revista de Educación 334, pp 21-32.
Fuente: analisisnoverbal.com